Un "asesino silencioso": cómo evitar muertes por intoxicación de monóxido de carbono
El aumento de las temperaturas bajas lleva a más personas a permanecer en espacios cerrados. Entre las fuentes más comunes de monóxido se encuentran las cocinas a gas, estufas, salamandras, sistemas de calefacción, entre otros. Qué precauciones tomar.
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Debido a las bajas temperaturas, que en ocasiones no superan los 10 °C, especialmente durante las noches y madrugadas, se ha incrementado el tiempo que pasamos en ambientes cerrados. Este aumento, combinado con el uso extendido de artefactos a gas para cocinar, calentar agua y calefaccionar, y la falta de ventilación adecuada, aumenta considerablemente el riesgo de intoxicación por monóxido de carbono (CO).
Aunque este gas es potencialmente mortal, su prevención es simple si se implementan las medidas de seguridad y control adecuadas.
El monóxido de carbono es conocido como el "asesino silencioso" porque no tiene olor, lo que lo hace difícil de detectar. Se trata de un gas muy tóxico, que puede provocar envenenamientos graves e, incluso, la muerte. Tampoco es irritante para los ojos ni la nariz. Por eso se lo denomina el "asesino invisible" o el "asesino silencioso".
Cada año, en Argentina se registran aproximadamente 40 mil casos de intoxicación por monóxido de carbono (CO), resultando en alrededor de 250 fallecimientos. En las últimas semanas, Córdoba ha visto un incremento significativo en los casos de este tipo de intoxicación.
¿Cómo se provoca?
Cualquier dispositivo que utilice combustibles como gas, petróleo, carbón, nafta, madera, plásticos o kerosene puede generar monóxido de carbono cuando la combustión es incompleta y hay baja concentración de oxígeno.
Entre las fuentes más comunes de monóxido se encuentran los gases de escape de motores a combustión (como autos, camiones y grupos electrógenos), las cocinas a gas, estufas, salamandras, mecheros, cocinas a leña y sistemas de calefacción, entre otros.
Los casos de intoxicación ocurren porque el monóxido ingresa al organismo y se une a la hemoglobina, la proteína que transporta oxígeno en la sangre, con una afinidad 250 veces mayor que el oxígeno, ocupando su lugar y dificultando la oxigenación adecuada de los distintos tejidos.
¿Cómo se previene?
Para identificar su presencia, hay que estar atentos a síntomas como dolores de cabeza, náuseas, vómitos, palpitaciones, caídas, dificultad para concentrarse, confusión, mareos y movimientos involuntarios. Si varios miembros de la familia presentan estos síntomas, es probable que haya monóxido de carbono en el ambiente, lo que representa un peligro muy grande.
Ante la sospecha de una posible intoxicación por monóxido de carbono, es crucial no subestimarla. Especialistas recomiendan que lo primero que se debe hacer, es abrir todas las ventanas para ventilar el ambiente de manera adecuada.
Cabe destacar que, si la persona afectada no puede moverse, es vital intentar llegar a la puerta de la casa, pedir ayuda y salir del lugar donde se sospecha la intoxicación.
Para prevenir la intoxicación por monóxido de carbono, hay que tener en cuenta los siguientes pasos:
Verifica el color de la llama: la llama de los artefactos a gas tiene que ser uniforme y de color azul. Una llama anaranjada indica un funcionamiento defectuoso.
Revisiones periódicas: hay que revisar las instalaciones regularmente por un gasista matriculado.
Ventilación continua: los ambientes deben estar aireados de forma permanente usando rejillas compensadoras reglamentarias.
Utilizar fuentes de calor de tiro balanceado: estas generan la combustión en una cámara estanca, tomando el aire del exterior y liberando los gases de combustión afuera, lo que evita la disminución del oxígeno en el ambiente.
