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CAMBIOS EN LAS CÁRCELES

Servicio Penitenciario: la designación de Carolina Funes muestra un rotundo cambio de época en la fuerza

Controles extremos, reivindicación del personal y un perfil nuevo en la conducción. “Hemos venido a romper estructuras”, señala. Tiene 49 años, está casada con una médica, gestó y fue mamá hace un año y medio. Se recibió de abogada en la UNC en 2012 y hace 30 años trabaja en el organismo alcanzando el grado máximo. Actualmente es la única con rango de inspectora general. El resto están retirados o presos.

Carolina Funes, nueva jefa del Servicio Penitenciario de Córdoba
Carolina Funes, nueva jefa del Servicio Penitenciario de Córdoba | Cedoc

El miércoles pasado el ministro de Justicia, Julián López, puso en funciones como nueva jefa del Servicio Penitenciario de Córdoba a la inspectora general, Carolina Funes. Su ascenso marca un cambio rotundo de época en una fuerza que es verticalista y cerrada. Quienes la integran trabajan para y con personas privadas de libertad, alojadas en cárceles, con problemáticas sociales acuciantes e inmersas en una amplia gama de delitos.

Funes llega después de seis meses de intervención del Servicio tras el escándalo que salió a la luz por la investigación del fiscal de Delitos Complejos, Enrique Gavier, que desnudó canales de corrupción interna por los que están detenidos abogados y altas autoridades, entre los cuales el exjefe, Juan María Bouvier.

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Su perfil es un giro de 180 grados en la conducción. Por el momento la subjefatura está vacante y las cinco Direcciones Generales que tiene la fuerza cuentan con propuestas que deberán pasar el filtro de múltiples controles antes de su designación. Además, se decidió agregar dos direcciones más, una de Salud y otra de Recursos Humanos.

Carolina Funes, nueva jefa del servicio Penitenciario

En la actualidad es la única que tiene el máximo rango. Quienes llegaron a él están retirados o detenidos.

En una entrevista con PERFIL CÓRDOBA reseña los principales ejes de la gestión que recién comienza.

-¿Qué sistema tienen para controlar internamente que no sucedan los hechos que ya se investigan?

-Se han incrementado controles. Quedaba pendiente colocar bodyscan en San Francisco y Villa Dolores, ahora se sumarán. También hay un scanner para bolsos. El control de vehículos se hace con canes que olfatean litio y elementos prohibidos, sin excepciones a empleados, funcionarios, jueces. Diariamente hay requisas en los módulos y pabellones. En las cárceles del interior, se dispuso la ubicación de grupos tácticos porque al estar separados por una calle, se han incrementado los arrojos a las cárceles y los drones. Hemos logrado derribar algunos. 

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-¿Hay inhibidores de señales de celulares?

-Hay inhibidores, pero hay un inconveniente. Los establecimientos han quedado dentro del ejido urbano y Enacom (Ente Nacional de Comunicaciones) hace reclamos porque afecta a los vecinos cercanos. Se está trabajando para buscar tecnología alternativa que funcione como una especie de paraguas que encapsule al establecimiento y no bloquee el resto. La inventiva no se agota. Una visita intentó ingresar un celular escondido en el taco del yeso que tenía colocado. Hay mujeres que traen certificados de embarazos falsos para evitar las requisas porque muchos elementos prohibidos ingresan en las zonas vaginales y anales.

-¿Qué se dispuso respecto a las medidas de sujeción a partir de la muerte de un interno el año pasado?

-Las medidas de contención están estipuladas en la ley. Se coloca pura y exclusivamente a los internos con riesgo para sí o terceros; sólo a los fines de evitar el peligro.

-¿Tantos controles cambió el clima social en la cárcel, la droga ayuda a calmarse?

-No. Nuestra tarea específica es evitar el ingreso. En el interior no es para calmarse. Una persona que consumió se vuelve violenta para sí y terceros. El personal expone su vida en contacto directo con el interno sin armamento especial. Es una tarea compleja que no es conocida por el resto de la sociedad. No hay feriados, se trabaja las 24 horas.

Funes y las cárceles de Córdoba

-¿Por qué estudió Abogacía?
-
Es un logro personal, me incliné al Derecho porque es una disciplina afín. Egresé en el 2012 en la UNC. Como personal penitenciario cuesta estudiar porque cambié varias veces de destino. Cuando comencé estaba en el viejo Buen Pastor. De ahí pasé a Río Cuarto, Villa María, Córdoba. La constancia contribuyó al logro. 

-¿Hace poco fue madre?

-Tengo una bebé de un año y seis meses.

-¿Su pareja es integrante de la fuerza?

-No. Mi esposa, porque estoy casada con una mujer, es médica.

-Usted rompe esquemas.

-Hemos venido a romper esquemas, exactamente. En una institución verticalista, esto demuestra una apertura diferente. Dejamos atrás la época de las cavernas y estamos en una sociedad distinta. Casualmente ahora tienen una jefa que está casada con una persona de su mismo sexo.

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-Y las autoridades políticas tomaron la decisión de designarla jefa en una estructura cerrada y machista.

-Nunca lo oculté. Estoy legalmente casada con mi esposa, desde septiembre del 2022. Quienes me designaron miraron la persona, la capacidad y no la condición sexual. Eso tampoco tengo que verlo yo con mi personal. Siempre les digo: elijo capacidad y no género.

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-¿Qué se dispuso respecto a las medidas de sujeción a partir de la muerte de un interno el año pasado?

-Las medidas de contención están estipuladas en la ley. Se coloca pura y exclusivamente a los internos con riesgo para sí o terceros; sólo a los fines de evitar el peligro. Actualmente se está trabajando para modificar el protocolo y para ello se da participación a organizaciones externas. 

- ¿Cómo se tratan las adicciones de los internos?

-Hay un centro de atención de adicciones. El tratamiento es voluntario y lo piden los internos. Si bien es poco, tuvimos el egreso de nueve internos recuperados. Con que uno solo se recupere es un logro. 

-¿Teme o está confiada en su ascendencia como jefa sobre los subalternos?

-Totalmente confiada. Tengo un equipo que estará a cargo de las direcciones generales. El personal penitenciario me conoce desde hace más de 30 años. Lo que se logró es que la institución vuelva a tener sus mandos. 

-¿Alguna vez sospechó de lo que ahora se conoce, la corrupción interna liderada por el exjefe?

-Yo no estuve relegada. Si hubiera sido así no hubiera seguido y no habría alcanzada la máxima categoría. Lo que sucedió es que por la jerarquía que yo tenía estaba en una oficina que no se correspondía con el rango. Yo me abocaba al cumplimiento de actos procesales, en vínculo con la Justicia. No tenía acceso a esa información. Por un grupo minúsculo de personas no podemos castigar a todo el servicio penitenciario, al personal que trabaja diariamente. Hay que levantar y enaltecer el prestigio.