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LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

Nueve semanas y media no pueden cambiar al mundo

Estados Unidos afronta el tramo decisivo de una campaña signada por un intento de magnicidio y por la irrupción de una mujer en reemplazo del fallido candidato oficialista. Crisis y conflictos globales pueden mutar su evolución al compás de la contienda entre Kamala Harris y Donald Trump.

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CARRERA REÑIDA. Los sondeos muestran alta paridad en Georgia, Carolina del Norte, Arizona, Nevada, Pensilvania, Wisconsin y Michigan, las siete llaves que pueden abrir la puerta a una victoria en el colegio electoral. | CEDOC PERFIL

El 2024 ha entrado hoy en su último cuatrimestre con demasiados conflictos abiertos y crisis candentes, sin solución en el tablero internacional. En medio de diversos focos que detonan y suman incertidumbre y preocupación globales, uno de los protagonistas centrales de la escena encara el tramo decisivo de una campaña que empezó hace mucho pero promete definirse en la recta final.

El primer martes de noviembre, Estados Unidos decidirá si permite el regreso al poder del excéntrico magnate neoyorquino Donald Trump, cuatro años después de que perdiera la presidencia frente al actual mandatario demócrata, Joe Biden. O, por el contrario, si sacude su historia y consagra a una mujer para el más alto cargo del Ejecutivo, convirtiendo a la actual vice, Kamala Harris, en la primera presidenta de su nación.

Nueve semanas y media separan a los y las estadounidenses del día en que sabrán quién ocupará el Despacho Oval de la Casa Blanca a partir del próximo 20 de enero de 2025 y hasta igual fecha de 2029. Más allá de la coincidencia numérica con el título de aquella película de los ’80, impregnada de una visión del erotismo y la violencia no exenta de polémicas, y sin que los protagonistas reales se parezcan en algo a los de esa ficción, la trama de la realidad actual augura un guión denso al que no le faltarán la acción, el suspenso, el drama y quizá alguna dosis de terror.

Los últimos sondeos, de diferentes medios o firmas, vaticinan un panorama cerrado pero que ahora es muy diferente al que mostraban poco después del 27 de junio pasado, tras la fallida actuación de Biden, por entonces todavía precandidato a su reelección, frente al empresario del rubio jopo radicado en Florida. La renuncia del mandatario y la inmediata asunción de Harris como la abanderada demócrata, confirmada días atrás por aclamación en la Convención Nacional del partido en Chicago, cambiaron casi todos los mapas previos de intención de voto, con una tendencia más o menos marcada según los estados.

 

Un poder bajo siete llaves

El particular sistema de votación indirecta estadounidense y la manera en que se adjudican, salvo un par de excepciones, todos los electores de cada estado a la fuerza que se impuso en ellos aunque sea por un voto de diferencia, centran la atención por estos días.

Siete son los estados que hoy se consideran sin “dueño” claro o “indecisos” y en todos ellos Harris ha recortado o incluso revertido las ventajas que Trump tenía antes de que la hija de una científica e investigadora india y un profesor y economista jamaiquino reemplazara como candidata a Biden. Sin el veterano mandatario (apenas tres años y medio mayor que el magnate), de quien la campaña de Trump se encargó de resaltar sus menguadas salud y lucidez, a los republicanos muchos argumentos se les volvieron en contra.

La actual vicepresidenta despertó del letargo a diferentes grupos de votantes que en 2020 fueron determinantes para derrotar a Trump. Los jóvenes de hogares de bajos ingresos, los hispanos y los afroamericanos “viran drásticamente” en favor de Harris, expresó una encuesta de la Universidad de Suffolk, en Boston. Muchos integrantes de esos grupos que estaban desilusionados del gobierno actual y meses atrás afirmaban que esta vez no irían a votar, parecen haber recuperado algo de entusiasmo y reconsiderado el acudir a la cita con las urnas.

También Fox News, otrora muy cercana al aspirante republicano, dejó constancia de la paridad que a esta altura registran los sondeos en Georgia, Carolina del Norte, Arizona, Nevada, Pensilvania, Wisconsin y Michigan, las siete llaves que pueden abrir la puerta a una victoria en el colegio electoral.

Según relevamientos de esta semana, pocos días después de que Harris recibiera en la Convención la explícita “bendición” y apoyo de Biden, de Barack y Michelle Obama, de Bill y Hillary Clinton, pero también de figuras más críticas del establishment como Bernie Sanders o la joven Alexandria Ocasio Cortez, la imagen de la actual vice siguió creciendo.

Hay quienes también consideran un éxito la elección del gobernador de Minnesota, Tim Walz, como su compañero de fórmula para noviembre. Y lo hacen en comparación con el candidato a vice de Trump, el joven conservador James David (o ‘JD’) Vance, quien ya ha tenido un par de exabruptos en actos proselitistas.

Lo concreto es que, según Fox News, Harris subió cuatro puntos en intención de voto en Nevada y tres en Arizona, donde supera por mínimo margen a Trump. También creció en Wisconsin y Michigan, donde la demócrata consolida su ventaja, y en Georgia y Carolina del Norte, donde se visualiza un “empate técnico”. En ese abanico de las “siete llaves”, la de Pensilvania con sus 19 electores, hoy favorables a Trump por un punto porcentual, aparece como el objetivo a intentar en las próximas semanas.

 

 

Caminos, atajos y cuentas regresivas hacia la Casa Blanca

 

 

Lejos pero expectantes…

Mientras los estadounidenses se aprestan a ingresar en las casi nueve semanas y media más calientes de la campaña, a pesar de que esta ya ha tenido el estruendo de un intento de magnicidio del candidato republicano y el cambio de aspirante demócrata, en el mundo hay conflictos y crisis cuyos actores y partes ponen también su mirada en el 5 de noviembre y lo que pueda venir después.

En Medio Oriente, nadie espera cambios sustantivos en la estratégica alianza de Washington con Israel, aunque las diferencias entre uno y otro hipotético gobierno tal vez sean de algo más que matices. Aún están frescas las gestiones del yerno de Trump, Jared Kushner (esposo de Ivanka Trump), como infructuoso mediador, descalificado por los palestinos que fustigaron el traslado de la embajada estadounidense desde Tel Aviv a la sagrada Jerusalén.

Harris ratificó el apoyo estadounidense a las acciones de Israel en Gaza tanto en Chicago, como en su primera entrevista como candidata ya proclamada, que dio el viernes, junto con Walz a CNN. Aunque también en ambas instancias lamentó el sufrimiento de los civiles palestinos.

La ofensiva lanzada por el gobierno de Benjamin Netanyahu, como represalia por la cruenta incursión terrorista perpetrada por Hamas, que dejó 1.200 israelíes muertos y unos 240 rehenes llevados a Gaza, ya se ha cobrado unas 40.700 vidas en la Franja, según reportes difundidos ayer por fuentes palestinas. Desde aquel ataque islamista del 7 de octubre pasado, el más duro sufrido por Israel en su territorio desde la creación de su Estado en 1948, la réplica ha dejado además casi 100 mil heridos y ha obligado al 85 por ciento de la población de Gaza a desplazamientos internos. Los bombardeos han convertido a ciudades, pueblos y campamentos en montañas de escombros.

Pero las tensiones y enfrentamientos de estos meses no sólo involucran a israelíes y facciones palestinas ni se circunscriben a Gaza. En la madrugada del 31 de julio pasado, un proyectil impactó en las afueras de Teherán en el lugar donde dormía el líder político de Hamas Ismail Haniyeh, radicado en Qatar, pero que había viajado a Irán para asistir a la asunción del nuevo presidente de este país, Masoud Pezehkian.

El asesinato de Haniyeh, por el que la Guardia Revolucionaria iraní culpó al servicio de Inteligencia israelí (Mossad), ocurrió apenas horas después de que Israel matara con un bombardeo en Beirut a Fuad Shukr, uno de los jefes militares del movimiento pro-iraní Hizbollah. Israel había responsabilizado a esa milicia chiíta por el ataque con cohetes lanzados desde el Líbano, que un par de días antes había matado a 12 jóvenes en los Altos del Golán.

A su vez, el ayatolá Ali Jamenei, líder religioso iraní, dejó entrever que habrá respuesta al asesinato de Haniyeh. “Consideramos esta venganza como nuestro deber”, sentenció.

Las tensiones entre Israel e Irán y sus llamados grupos “proxies” no han parado de crecer en estos meses y, pese a los llamados de organismos internacionales a la “contención”, la regionalización o internacionalización del conflicto palestino-israelí puede ser el primer desafío externo para quien suceda a Biden. El conflicto palestino-israelí que también ya se cobra víctimas en Cisjordania, exige una solución tan postergada como urgente.

 

¿Cuestión de días?

No sólo en Medio Oriente las treguas son fugaces y los bandos buscan posicionarse del mejor modo ante el tablero que surgirá tras el 5 de noviembre.

La afirmación de Trump de que él puede resolver el conflicto de Ucrania en un día, o la postura de su candidato a vice, J.D. Vance, en contra de que Estados Unidos sume 60 mil millones de dólares más a los 54 mil millones que ya otorgó al gobierno de Kiev para afrontar la guerra con Rusia, no debieron dejar muy tranquilo al excomediante devenido en presidente Volodimir Zelensky.

Tal vez el impulso de la ofensiva ucraniana en la región de Kursk o la insistencia en buscar más apoyo de Europa y la Otan tengan como contexto el temor por el posible retorno de un Trump que denunció nexos non sanctos de un hijo de Biden en Kiev y a cuyo mandato le endilgaron cercanía con el presidente ruso, Vladimir Putin.

 

Al sur del Río Grande

Más cercanos, aunque quizá menos prioritarios aparecen hasta ahora los problemas del vecindario, si bien parece claro que el interés de la actual y la posible futura administración es recuperar influencia y contrarrestar la de China, la otra potencia que hace rato disputa su hegemonía.

Venezuela y su complejo laberinto agudizado tras las elecciones del pasado 28 de julio también sigue con atención lo que pueda pasar en la campaña norteamericana y sus coletazos hacia el sur del Río Grande.

Más allá de lo que Venezuela significa por sus riquezas o lo que implica por las alianzas tejidas por el gobierno de Nicolás Maduro con Moscú, Beijing y en menor medida Teherán, el tema migratorio y la incidencia del voto hispano, con fuerte presión en estados como Florida, pueden acelerar o demorar acciones y reacciones en la campaña norteamericana.

En su enésimo pedido a las partes de que presenten de manera oficial las actas de la votación, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, dijo esta semana que hasta que no se cumpliera ese requisito no podía reconocer a Maduro como ganador, tal como lo proclamó un Tribunal Supremo acusado de parcial. Pero el mandatario brasileño, empecinado en buscar una salida institucional a la crisis junto a sus colegas de Colombia, Gustavo Petro, y México, Andrés Manuel López Obrador, también aclaró que su no reconocimiento del triunfo oficialista no implicaba considerar ganador al opositor Edmundo González Urrutia.

“Maduro enfrentará las consecuencias de su gesto”, dijo Lula a una radio, acaso intuyendo que su intento mediador puede naufragar definitivamente. El líder político y sindical barajó la posibilidad de una nueva elección y chocó por un lado con la intransigencia de un Maduro que endureció más su postura al nombrar a Diosdado Cabello como ministro de Justicia e Interior, y por el lado opositor, con el liderazgo de María Corina Machado, que apuesta a aislar cada vez más al gobierno y quien años atrás no vaciló en pedir una intervención extranjera en su país, para desalojar a los actuales inquilinos del Palacio de Miraflores. 

Protestas, enfrentamientos y represión. Radicalización y éxodos enmarcan un escenario que no es nuevo pero puede agudizarse en las próximas semanas y repercutir en el norte del mapa. 

En estos confines del sur, en tanto, hay un gobernante que apuesta por un candidato con el estrés del ludópata que juega a un pleno sus últimas fichas.

Estados Unidos encara la recta final de una campaña singular por sus avatares y cuyas consecuencias, como siempre, traspasarán las fronteras y los muros que levantó para separar cada vez más a la realidad global, del mentado y devaluado sueño americano.