En la primera medición de opinión pública sobre el presidente Javier Milei tras el temporal en Bahía Blanca, su imagen muestra una caída abrupta. Los números reflejan una fuerte crisis de valoración positiva, con una baja de 17 puntos porcentuales respecto a febrero del año pasado.
Según el relevamiento de la consultora Delfos, Milei registra un 33% de aceptación frente a un 55% de rechazo. Esto implica que su imagen positiva se redujo hasta acercarse al núcleo duro de votantes que lo acompañó en las primarias de agosto y la primera vuelta de octubre de 2023, estimado en un 30%.
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Vale aclarar que se trata de una crisis de opinión y no electoral. Por ahora, La Libertad Avanza mantiene una intención de voto con niveles similares a los de enero (37%), lo que sugiere que aún conserva su base electoral.
Con el paso del tiempo, la narrativa “anticasta” pierde credibilidad y crece la percepción de que el libertario no es tan diferente de otros políticos, lo que erosiona su posición. Su estilo confrontativo y la falta de sensibilidad social también impactan negativamente en su imagen.
Para Delfos, el ajuste económico comienza a tener un costo político significativo. Aunque el presidente aún conserva una base de apoyo, la falta de resultados concretos afecta su percepción pública. La economía es a la vez su mayor aliado y su principal desafío: si bien la inflación se desaceleró, la mayoría de los ciudadanos no experimenta mejoras en su calidad de vida, y la pérdida del poder adquisitivo genera descontento.
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Sin una reactivación económica clara, el malestar social seguirá en aumento. Aunque esta caída no es irreversible, podría convertirse en un punto de inflexión si Milei no toma medidas que impacten positivamente en la vida cotidiana de los electores, más allá de la inflación.
Los factores detrás de la caída
Según Delfos, varios factores explican la baja en la imagen del presidente: la crisis por el caso $Libra, las designaciones por DNU de jueces de la Corte Suprema y la falta de respuesta ante las inundaciones en Bahía Blanca.
El escándalo de $Libra vinculó a Milei con sospechas de corrupción, un tema especialmente sensible para su electorado y una de sus principales banderas contra el kirchnerismo. Por otro lado, la designación por decreto del juez federal Ariel Lijo para la Corte Suprema contradijo su discurso “republicano” y reforzó las críticas de que reproduce las mismas prácticas de la “casta” que prometió combatir. En esta línea, la exposición pública de Santiago Caputo también generó rechazo, ya que puso rostro a un estilo de gestión cada vez más cuestionado por la ciudadanía.
Además, el relevamiento coincidió con las inundaciones en Bahía Blanca, una crisis que expuso la falta de sensibilidad social de su gobierno. Mientras que Milei y sus funcionarios desestimaron medidas asistencialistas, la ausencia de una respuesta efectiva acentuó el malestar, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde se registró el mayor nivel de desaprobación.
Un cambio en la opinión pública
Estos factores provocaron un giro en la percepción de los argentinos sobre el gobierno, aunque la crisis de imagen aún no se traduce en una crisis política o electoral. La intención de voto de La Libertad Avanza (LLA) se mantiene en niveles similares a los de febrero y ronda el 37% en un escenario de competencia con otros espacios, como el PRO y la UCR.
Ese 37% coincide con la aprobación del gobierno, que cayó 13 puntos porcentuales respecto al mes pasado. Aunque sigue por encima del núcleo duro de Milei (33%), la caída de imagen y de aprobación es una señal de alerta: la sociedad cuestiona cada vez más el estilo del presidente en un contexto en el que los efectos del ajuste económico empiezan a sentirse con mayor fuerza en los hogares argentinos.
Este deterioro en la imagen presidencial también impacta en las expectativas sobre el futuro del país. Crece el pesimismo y la incertidumbre, mientras Milei enfrenta contradicciones con los principios que sustentaron su campaña, como el respeto a las instituciones y su postura contra la “casta”. Estos factores debilitan el consenso social que lo llevó al poder.
Además, la agenda de preocupaciones se está desplazando. Si bien la lucha contra la inflación sigue siendo un eje central, la sociedad comienza a exigir medidas concretas para impulsar la economía y mejorar los ingresos, una demanda que se vuelve cada vez más urgente.
JB/fl