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PREMIOS PERFIL CÓRDOBA / EXCELENCIA EN LA JUSTICIA

Jorge Sappia: “Milei llegará más lejos que Menem en los 90 con las reformas que debilitan la protección del trabajador”

El abogado especialista en Derecho del Trabajo e histórico dirigente radical, trazó un crítico cuadro sobre la flexibilización de las relaciones laborales. Sobre la UCR fue categórico: “Está en condiciones de desaparecer, de no ser tenida en cuenta, de ser una expresión testimonial de la política”.

Jorge Sappia
TRAYECTORIA. El ‘Tano’ Sappia recibió el reconocimiento de manos de Sebastián López Peña, vocal del Tribunal Superior de Justicia y del viceintendente de la ciudad, Javier Pretto. | Sebastián Salguero

Jorge Jerónimo ‘Tano’ Sappia es un abogado de larga y destacada trayectoria en materia laboral. Egresado de la Facultad de Derecho de la UNC, fue ministro de Trabajo de la Provincia de Córdoba, secretario de Trabajo de la Nación y hoy continúa ejerciendo desde su estudio jurídico, estudia casos y propone alternativas.

Además, es un histórico militante y dirigente de la Unión Cívica Radical y fue presidente de la Convención Nacional del partido.

Desde su extensa e intensa experiencia que enhebra la actividad privada, la pública y la partidaria, opina sobre el actual gobierno que lidera Javier Milei, sobre las reformas liberales que traen rémoras de la década de 1990 cuando gobernó Carlos Menem y, en este contexto, advierte en forma crítica sobre la desnaturalización del radicalismo que lo coloca ante el riesgo de desaparecer.

¿Cuánto se parecen las presidencias de Menem en los ‘90 y la actual, de Milei?
—Hay una gran similitud. Se expresa en cosas tan ostensibles como el decreto 2184 de Menem (que obligaba mantener servicios básicos de actividades en protestas gremiales) y la ley Bases de Milei. Ambos procuran desregular la función del Estado y sostienen la disminución de la influencia de la legislación laboral protectora de los trabajadores. En el gobierno de Menem se dictaron varias leyes, como la 24.013, que generó modalidades contractuales light, que permitían al empleador disolver el contrato de trabajo en cualquier momento sin costo para el empleador. Es lo mismo que se busca ahora. En aquel momento se dictó una norma sobre las pequeñas empresas que limitaba la posibilidad de que, frente a una empresa quebrada o en concurso preventivo, los trabajadores pudieran ir a la justicia laboral y cobrar acreencias en el juicio comercial. No se aplicó. En realidad, el objetivo era debilitar el sentido protector de la ley laboral. En todo el mundo, desde la creación de la OIT en 1919, se tiende a proteger al trabajador porque tiene menos capacidad negocial. El empleador es el propietario de los bienes de producción. El trabajador sólo tiene su fuerza de trabajo. Esa disparidad es lo que equilibra el derecho laboral.

—¿Cree que el gobierno de Milei irá más lejos de lo que llegó Menem?
—Sí. Ha avanzado sobre leyes laborales, modificó el art 23 que señala la presunción del Contrato de Trabajo cuando una persona presta servicios en favor de otra, salvo que se pueda probar que esa relación está atrapada por una normativa no laboral, pero eso hay que demostrarlo. Milei generó el sistema de trabajador independiente que puede reunir a tres colaboradores e iniciar un emprendimiento productivo sin relación laboral. Esos trabajadores desprotegidos no tienen sueldos mínimos, obra social, vacaciones, aguinaldo, higiene y seguridad en el trabajo. Son una especie de monotributistas librados al azar. Es aún más profunda la iniciativa de Milei en la desnaturalización del derecho del trabajo. Además, la precaria relación laboral puede ser aprovechada intencionadamente por empresas medianas o grandes, tercerizando parte de su actividad en estas microempresas. Tendrán una prestación más barata, casi gratuita, sin todos los costos de la seguridad social y laboral a costa de los trabajadores

—Los contextos sociales y niveles de pobreza de los ‘90 y los actuales son distintos. ¿Qué impacto tienen medidas de esta naturaleza?
—Es muy negativo. Hacen crecer la pobreza. Más del 50% de los argentinos ya son pobres. La indigencia está arriba del 15%. El impacto impide el crecimiento de las poblaciones en términos de calidad de vida.

—¿Con más flexibilización se crean más puestos de trabajo?
—Para nada. De lo que se trata es de abaratar el costo de tener un trabajador para una empresa con actividad lucrativa. Hay otras formas de abaratarlo, bajando el nivel de las contribuciones patronales, pero para eso hay que generar una actividad eficaz y eficiente, que hoy no tenemos, para formalizar el trabajo informal. Cuando más se blanquea el trabajo en negro hay más ingresos a la seguridad social y se puede bajar la contribución. Esto es lo que debería hacerse. Hay otras reformas, pero ninguna está planteada en la ley Bases.

Jorge Sappia y Raúl Alfonsín
UCR EN BAJA. Sappia fue presidente de la Convención Nacional del radicalismo. “El radicalismo se nutrió del caudillismo, como Alfonsín. Hoy no los tenemos, ni a nivel nacional ni local”, dice el histórico dirigente.

PREOCUPANTE DIAGNÓSTICO SOBRE LA UCR

—¿Cómo ve al radicalismo frente al gobierno de Milei?
—El radicalismo está afrontando su desaparición. Está en condiciones de desaparecer, de no ser tenido en cuenta, de ser una expresión testimonial de la política. Es grave para el partido. El radicalismo históricamente tuvo voluntad de hacer política desde una perspectiva nutrida de ética. Ha hecho de la moral política una escuela. En un país con tanta corrupción no es un dato menor. Sin soslayar que siempre trató de sostener y consolidar la democracia, la libertad e igualdad de los argentinos. Hoy está en una situación crítica. Hay gente que olvidó postulados del radicalismo y adhirió a las consignas del gobierno libertario que nada tiene que ver con el radicalismo.

—¿Por qué cree que se llegó a este punto?
—Hay un error de raíz, una profunda actitud antiperonista. Ese antiperonismo teñido de antikirchnerismo ha llevado a muchos radicales a sostener la postulación de Milei en desmedro de las ideas y la identidad radical. Lo veo con mucha preocupación. Personalmente estoy integrado a un sector del radicalismo provincial que irá a una lucha interna por la conducción del partido, en oposición a los que sostienen el Gobierno nacional.

—¿Hay algún dirigente capaz de aglutinar?
—El radicalismo se nutrió del caudillismo. Yrigoyen, Alem, Balbín, Alfonsín y, a nivel local, Angeloz fueron caudillos. Hoy no los tenemos ni a nivel nacional ni local.