En un país donde el crédito bancario está destinado a aquellos que ya tienen dinero, los bancos nada arriesgan y la gente hace lo que sea por librarse del yugo de alquilar, la semilla de Márquez y Asociados dio buen fruto.
Pero con el tiempo, la trama oculta de la película vio la luz. Márquez estalló y hoy leemos sobre clientes desesperados, impotencia y desasosiego. Pese a ello, y con una agresiva ofensiva, la empresa redobló en el último tiempo la apuesta, llegando a hacerle a sus clientes las más insólitas ofertas, con tal de seguir teniendo cautivas a las víctimas y/o comprometerlas a no ejercer acciones ante la justicia.
Los damnificados cuentan que recibieron propuestas como obtener una casa de Steel frame en 90 días, promesas de restitución del monto de sus inversiones -que luego fueron con cheques sin fondo-, la bonificación de metros construidos en sus inexistentes casas, regalos de aberturas con DVH u otras gangas extras incomprobables
Aunque los clientes más desesperados llegaron a firmar acuerdos donde prorrogaron hasta cinco años la fecha de inicio de sus obras. Estos y muchos más fueron los señuelos que componían el amplio popurrí de ofertas que los empleados de Márquez fueron instruidos a ofrecer a sus clientes.
Según la gravedad del reclamo, el tiempo de mora y el grado de insistencia del cliente, como en la sala de emergencias de un Hospital, los dependientes de Márquez, iban haciendo un triage y según el caso, ofreciendo desde parches hasta falsas soluciones que la empresa no cumpliría y los clientes, aun sabiéndose heridos de muerte, albergaban alguna esperanza en la constructora. Muchos aceptaron.
Días previos a la explosión mediática de lo que es una de las más grandes, sino la más monumental estafa inmobiliaria de la Provincia de Córdoba, las víctimas mantenían algo de fe.
Hoy, solo tienen la expectativa puesta en que la justicia logre hacerles recuperar su dinero e indemnice su daño y por eso denuncian
Escuchando detenidamente a muchos de los damnificados que atendemos en mi Estudio, fuimos conociendo macabros detalles sobre la operatoria de Márquez, que seguro ninguno de nosotros siquiera imaginaba.
He aquí algunos ejemplos:
Al pagar las cuotas de la casa, los clientes eran obligados a afiliarse a una empresa satélite de la constructora desarrollista, una tal “Márquez Salud” hasta que se les entregue su vivienda. Otros, quienes ni siquiera tenían fecha de inicio de obras, pagaron por años seguros de accidentes de los albañiles ( que no habían aparecido por los lotes) se cuenta que, algunos clientes fueron víctimas de supuestos errores administrativos que los llevaron a tener que abonar miles de dólares de un día para el otro, para seguir teniendo el “honor” de sumarse a la lista de espera para que les construyan sus casas.
Algunos hasta recibían cartas documento desde la empresa si se atrasaban con el pago de supuestas inspecciones de gas y luz pese a que la empresa no había siquiera puesto un ladrillo en sus lotes, años pagando obradores y baños químicos, pero ni un obrero.
Siempre para pasar al estadio siguiente, y firmar el Anexo, eran los clientes quienes debían cumplimentar con las más arbitrarias exigencias de la empresa, todas dinerarias, por supuesto. Hasta cuentan que el propio Pablo Márquez, una vez se enojó con un cliente que había reclamado un sobreprecio y, le envió un WhatsApp diciendo “hemos decidido no construir tu casa”.
En el interior, vendedores de la firma iban a plazas a ofrecer los planes y para asegurarse la venta, invitaban a los potenciales clientes a conocer una casa que Márquez si había terminado, que en verdad era una casa “modelo”, clientes con la casa a medio hacer, decenas de obras abandonadas, etc.
A esto se suma el trato indigno, humillaciones y actos soberbios que tuvieron que vivenciar los clientes de Márquez, aquellos que se atrevían a reclamar.
Conociendo todo esto, me pregunto, ¿por qué la gente tuvo tanta confianza y paciencia y el caos demoró tanto en estallar? La respuesta es simple, todos conocemos, al menos una familia a la que Marquez sí le construyó su vivienda. Hoy nos preguntamos: a una familia, ¿pero de cuántas?
Las víctimas buscan visibilidad y justicia.
