Un saludo cordial y de cercanía fue el que cruzaron el presidente Javier Milei y Martín Llaryora, cuando el gobernador recibió al visitante que llegó a la ciudad para exponer en la inauguración del nuevo edificio de la Bolsa de Comercio.
Contrastó de alguna manera con el abrazo que el jefe del Estado le dio a Luis Juez. Es que Milei se bajó del escenario para encontrarse con el senador. “Como para que quede claro cómo son las cosas”, indicó un referente del Frente Cívico, en un mensaje a dos puntas: para los llaryoristas y para la nueva sociedad que aún no se presentó en público, la de radicales y libertarios.
En su discurso de presentación Llaryora pidió el fin de las “malditas retenciones” y defendió la realización de obra pública que dijo que seguirá haciendo con fondos y financiación propios. Sin desafíos ni provocaciones en la ideología de un discurso distante de lo que encarna el oficialismo.
Sin embargo, Llaryora y su entorno ven una luz de esperanza para el 2025, a partir del acuerdo al que llegaron Anses y Entre Ríos, gobernada por el dialoguista y referente del PRO, Rogelio Frigerio. Ese convenio manda a Nación a volver a pagarle a esa provincia la partida mensual por no haber transferido su Caja de Jubilaciones, dejando para otro momento la deuda atrasada.
Es un caso mellizo al de Córdoba que, si se concreta, el poder central debería enviar unos 17.000 millones de pesos por mes y no tener en cuenta por ahora la deuda histórica. En el Centro Cívico valoran y trabajan por la vuelta de los envíos mensuales, porque “es muy importante recuperar el flujo de fondos cada 30 días ya que permite planificar y proyectar a mediano plazo, por lo menos”.
Acá hay dos lecturas: una técnica, que dice que si se sigue lo que falló la Justicia, las provincias con cajas no transferidas tienen que recibir un fondo especial cada 30 días. La otra es ideológica y divide a los amigos de los que no lo son, según admiten voces de la Casa Rosada.
¿No hay plata?
“Córdoba está mucho mejor con Milei, pero no sé si alcanza para que el Presidente le levante el pulgar y le pague lo que le corresponde. Si no lo hace, reflotará el argumento que dice ‘no hay plata’”, se sinceró un informante libertario de primera línea.
En Córdoba insisten con que hacen buena letra y se las arreglan para continuar con la obra pública que siempre está en la base de la acción del dúo Llaryora-Juan Schiaretti.
La relación del gobernador y su antecesor sigue siendo muy amistosa y el tándem se mantiene “más fuerte que nunca”, según voces llaryoristas, las cuales admiten que “de vez en cuando se producen algunos choques en las segundas y terceras líneas”. Obviamente la convivencia no es fácil.
Llaryora destinará parte de sus esfuerzos económicos a la administración del intendente de la ciudad de Córdoba, Daniel Passerini. Admiten que 2024 fue un año difícil para todos y que la relación con la Capital no fue la excepción. De allí que para este año electoral que se avecina hay una firme promesa de mejorar el aporte económico por parte de la provincia para “levantar también la imagen de gestión”.
Mientras tanto, todo el peronismo sigue esperando la definición de Schiaretti y el armado de las fuerzas opositoras. Creen los llaryoristas que La Libertad Avanza terminará sellando un acuerdo electoral con el sector del radicalismo que lidera Rodrigo de Loredo. Y tras este razonamiento viene la picardía: los peronistas se ilusionan con dividir al radicalismo y por eso fomentan la conformación de otra lista pura de la UCR, que lleve a dirigentes históricos al sólo efecto de debilitar a la alianza Milei-De Loredo. Esto debe seguirse con atención.
Mirando hacia adentro, Llaryora dijo a sus íntimos que “respaldará siempre a Schiaretti, cualquiera sea la decisión que adopte” el exgobernador. “Siendo líder del espacio nacional o candidato a diputado nacional por Córdoba”, se le escucha decir con frecuencia al gobernador. Y detrás de esto agrega: “Él tiene que conducir y ser el único líder del espacio, pero de ninguna manera formar una cooperativa”. Y admite que se tomará todo el tiempo del mundo y esperará para tener los datos actualizados. Para esto faltan unos cuantos meses. El que se desespera, pierde.