Fui parte fundamental del armado libertario que hoy gobierna la Nación, cuando en el 2022 el Dr. Roque Fernández y yo ofrecimos a Javier Milei (precandidato a Presidente de la República en ese momento) la estructura nacional del Partido Demócrata.
Desde sus comienzos apoyé las ideas de Javier Milei. Fui candidato a gobernador de la provincia de Córdoba y coloqué como compañero de fórmula a Gabriel Bornoroni, actual diputado nacional que llegó a ser electo pese a que hoy niegue su origen político hablando de candidatos “puros”, por el Partido Demócrata de Córdoba. Fue en la lista que llevó nuestro sello centenario y personalmente abogué para que sea aceptado en el segundo lugar de dicho escaño. Es decir, usó el partido y el sello político que hoy presido con orgullo y sentido social.
Esta semana que pasó, fui uno de los pocos parlamentarios del Mercosur Parlasur del bloque argentino en asistir a la primera sesión plenaria del 2025. La Nación decidió retirar el apoyo y la cobertura de viáticos por lo que lo hice solventando con mi propio peculio los gastos de pasajes y viáticos, en defensa de la responsabilidad para la cual fui electo.
Conozco a los libertarios desde adentro, pues desde su cocina, que en principio fue “liberal” participé y conocí a cada uno de sus miembros, con los cuales departimos ideas y procedimientos para ganar finalmente la elección del 2023. Defendí desde el desconocimiento público a la figura de Milei. Puse a su disposición tres años enteros de mi vida cotidiana en lo profesional, empresarial y familiar. Dicho esto, presento mi alegato del porqué de la Argentina al revés:
-La idea de generar desarrollo económico requiere inversión. Esto, que parece una obviedad, puesto en el escenario económico actual resulta paradójico.
-El gobierno apuesta a congelar la motorización de la economía inyectada desde el Estado. Un ejemplo es la obra pública, tan necesaria y justipreciable. Ni siquiera se pensó en programas de participación mixta privada-estatal.
Mientras tanto, el gobierno asegura que controla la inflación o la reduce, según dice, congelando el tipo de cambio. Pero de pronto, Argentina es uno de los países más caros del mundo. Sueldos de África con precios de Suiza.
-La apuesta al fomento de grandes inversiones votada y aprobada por el Congreso Nacional, a través del RIGI, es una buena idea pero no suficiente. Un país que está al revés.
-La seguridad jurídica necesaria para tal vez atraer capitales foráneos que valgan la pena se ve gravemente afectada luego de la designación por decreto de jueces en la Corte Suprema de Justicia. Pero el horizonte en materia de política internacional es difuso y errático. En medio de ese torbellino, la decisión de humillar al Mercosur y confrontar con nuestro principal socio comercial, Brasil, afecta totalmente a la industria metalmecánica, autopartista, automotriz, maquinaria agrícola y alimenticias, entre otras. Miles de millones de dólares invertidos a lo largo de quizás más de treinta años.
-Respecto a la inflación, si bien es reducida según nos anuncian mes a mes, llama poderosamente la atención el último índice publicado, que no condice con los precios que la gente paga en supermercados por alimentos, ni tampoco en bienes de uso.
En Argentina, donde los ladrones y asesinos liberados por jueces garantistas son sostenidos con planes sociales (asistidos por nuestros impuestos) que abundan en irregularidades originadas por los mismos sectores que proponen este tipo de políticas; donde los diputados del Congreso Nacional se propinan golpes de puño para defender a los gritos procedimientos ridículos, y rozamos la burla y delincuencia “legal” que admiten los quórums de las sesiones, en este país la sal endulza el guiso donde nos cocinamos y con azúcar salamos las heridas. La Argentina al revés.
(*) Parlamentario del Mercosur