El anterior final no fue feliz. La inesperada derrota ante el descendido Temperley, en la última fecha de la Superliga 2017/2018, privó a Belgrano de clasificar a la Copa Sudamericana 2019 y provocó, entre otros efectos colaterales, la abrupta salida del técnico Pablo Lavallén.
Cuando se acallaron los silbidos, que esa noche en Alberdi se ensañaron con el arquero Lucas Acosta, muchos hinchas del Pirata pensaron y dijeron aquello de “no hay mal que por bien no venga”. Es que la preocupación por el promedio volvería a ser realidad tras el Mundial de Rusia y quizá lo mejor sería enfocarse de lleno en el objetivo de la permanencia en la Primera División de la AFA.
La dirigencia del club tuvo tres meses para adecuar su proyecto a la nueva necesidad. Y la apuesta fue por un DT de ajados pergaminos, Lucas Bernardi, y un equipo completo de incorporaciones: Rigamonti, Martínez, Olivarez, Nani, Menosse, Álvarez, Rivero, Gil Romero, Alanís, Rodríguez y Balboa. La “era Bernardi” concluyó luego del 0-3 ante Talleres, con un saldo de un triunfo, cuatro empates y tres derrotas, y una eficacia del 29,16%.
La posterior llegada de Diego Osella y de otros nueve jugadores (Herrera, Cuero, Patiño, Almeida, Gudiño, Meli, Uribe, Mendoza y Techera) resultó insuficiente para torcer el rumbo: dos victorias, ocho igualdades y cinco traspiés, con una cosecha apenas superior a la anterior: 31,11%.
Si bien el equipo mostró síntomas de mejoría, los registros de la actual Superliga son elocuentes: Belgrano encabeza los ítems derrotas, foules, amonestados y expulsados, y cierra la lista en los rubros triunfos, goles, remates al arco y posesión de pelota.
Aquí no hay “pesada herencia”. La actual campaña es muy floja y si el Pirata sostiene sus chances al final de la temporada es sólo porque la mala gestión deportiva hoy es un mal de muchos.
Economía y política
En el nuevo orden del fútbol argentino no hay término medio: entre los ingresos de la Superliga y los dineros que reciben los clubes de la B Nacional por TV y auspicios existe un abismo que condiciona cualquier proyecto.
Ni hablar del atractivo que generan una y otra competencia, hecho que impacta directamente en la conscripción de socios, la venta de abonos o los acuerdos con sponsors.
Un mal resultado también podría precipitar cambios más profundos en un club no exento de “grietas”, a nivel dirigencial (por un lado, el tándem Franceschi-Pérez; por el otro, los vicepresidentes Villella, De la Rúa y Colomé) y con tres visiones diferentes de gestión deportiva, representadas por el manager Juan Carlos Olave, el secretario general Hernán Castex y el coordinador de inferiores Daniel Primo. Una semana clave para la “B”.
Ocho años y tres copas
El 26 de junio de 2011 Belgrano se aseguró su cuarto ascenso a la máxima divisional del fútbol argentino protagonizando un hecho histórico, ya que su triunfo provocó el primer descenso en la historia de River Plate.
Desde entonces, el Pirata participó en 12 torneos de Primera División de la AFA, logrando una estadía record de ocho años consecutivos en la categoría de elite. Las estadísticas señalan 259 partidos, con 82 triunfos, 96 empates y 81 derrotas, y con nueve entrenadores diferentes.
Ricardo Zielinski, Esteban González, Julio Constantín, Leoanrdo Madelón, Sebastián Méndez, Pablo Lavallén, Darío Cavallo, Lucas Bernardi y Diego Osella fueron los sucesivos responsables de dirigir al equipo.
La mejor participación fue el tercer puesto en el Torneo Inicial 2012/2013, detrás de Vélez Sarsfield y de Newell`s. En este ciclo también se produjo el debut internacional de la “B” en competencias oficiales, con tres participaciones en la Copa Conmebol Sudamericana: 2013, 2015 y 2016.