No era una pregunta. Te la tiraba mirándote a los ojos por encima del marco de sus anteojos. Más bien era una afirmación con tintes admonitorios, algo así como “hacelo bien, como te digo, porque si no te lo hago hacer de nuevo”. Y lo cumplía a rajatabla. Más de una vez el periodista que le llevaba una nota tenía que volver a sentarse en la Lexington 80 y teclear el texto de nuevo.
Esa disciplina-exigencia, no era gratuita. Jorge Santiago Pérez Gaudio, el “Piro”, era primero exigente y disciplinado consigo mismo, entonces tenía el derecho que da la prepotencia del trabajo y la experiencia, para exigir y disciplinar.
Hice mis primero palotes en periodismo gráfico en su agencia de publicidad –Contacto– donde editaba revistas institucionales. A mí me tocó la del Colegio Médico.
Después lo tuve de jefe en el Tiempo de Córdoba. Las escaleras, al fondo de la redacción del Córdoba, llevaban al primer piso, reinado del ‘Piro’. En su oficina era incesante el desfile de los ‘escribas’ del primer diario offset de Córdoba, ese que llegó a tener tirajes de 25.000 a 30.000 diarios por día e hizo preocupar a la competencia.
Muchos entraban a su oficina para llevar sus notas, otros para pedir un consejo y varios para verlo trabajar junto al inefable Sarlanga, hasta que su paciencia colmada hacía quedar vacío el lugar.
No eran épocas fáciles para ejercer un periodismo comprometido, plena dictadura militar, pero Jorge Pérez Gaudio se las ingeniaba para que notas y títulos dijeran lo que otros callaban, esquivándole a la censura y los “aprietes”.
Esa actitud comprometida y solidaria le costó un gran golpe anímico, cuando su confianza fue defraudada por un espía. Le había cedido una oficina en su agencia, con todas las comodidades, a Carlos Revello. A mediados de 1999, la exjueza Cristina Garzón de Lascano detecto maniobras de espionaje en la causa por robo de bebés y de la investigación surgió que uno de los espías, denominado S17, era Carlos Revello.
Por esos días lo crucé en la calle a Piro y me contó que estaba devastado, no podía creer que, a quien él consideraba un amigo y le había brindado un lugar de trabajo, lo hubiera traicionado de esa forma.
También pasó por el diario Córdoba en 1960 y además fue jefe del servicio informativo de los SRT en los 70. En enero pasado, a los 84 años, falleció Jorge Pérez Gaudio.
El pasado miércoles, en oportunidad de recibir el premio a la “Libertad de Expresión” otorgado por Perfil Córdoba, sus hijos dijeron que “fue el primer reconocimiento recibido por su padre después de su muerte”.
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El valioso “Piro” Pérez Gaudio
“Estamos acá a pesar de él, el Piro, porque así le decían los periodistas, que con su perfil bajo, escapaba de todos los llamados, invitaciones y premiaciones.
Eso no le impedía trabajar de periodista todos los días.
Usaba de búnker para el exilio profesional que sufrió, la oficina de su agencia de publicidad y luego la oficina de mi agencia de publicidad.
Repetía siempre que no era publicista, que él era periodista. Y esperaba orgulloso su saludo todos los 7 de junio.
En la publicidad, ponía tanta visión como miedos. Porque era temeroso de lo que no conocía a fondo. Pero en periodismo era un lector exquisito de la realidad.
Durante los casi 40 años que lo tuve a mi lado, yo relojeaba esa oficina en la que se rosqueaba, se contrabandeaba info, se instalaban agendas periodísticas, se debatía de periodismo y se aprendía. A Norma Morandini, la ganadora de esta edición también, la vi entrar varias veces a esa oficina cuando venía de visita a Córdoba.
Pasaban periodistas de todos los medios y de todas las edades. Y no exagero: de todas las edades. Los más jóvenes, por lo general, para charlar y aprender y muchas otras para pedir un consejo profesional.
En fin, yo siempre digo que la famosa Escuelita de Periodismo que ayudó a crear, a hacer los primeros planes de estudio y a fundar y a dar las materias de periodismo 1 y 2 sin siquiera haber terminado el secundario, tuvo un aula abierta todos los días toda su vida en una agencia de publicidad.
También digo que la obra social del sindicato de periodistas que también ayudó a crear, tuvo a un aportante y a un aliado aún en los 35 años que no ejerció el periodismo en ningún medio. Y también que los SRT, que gerenció en los tiempos de mayor gloria de ese primer multimedio cordobés, sembró decenas de recursos humanos de todas las ramas del periodismo, que hasta el día que papá se fue me paraban en la peatonal para preguntarme si era el hijo del ‘Piro’ y decirme hermosas palabras de cómo fue como jefe o como profesor, lo que significó para ellos en sus carreras y para pedirme que le mande saludos.
Dicho esto, acá estamos con mis tres hermanas haciendo lo que mi viejo no hubiera querido. No por desobedientes ni por respetar lo que él querría, sino porque son el primer medio que lo hace institucionalmente, aunque casi todos sus colegas sí lo hicieron con las hermosas palabras que escribieron por todas las redes el 5 de enero de este año.
Es por eso que estamos acá. Porque humildemente creemos que papá se lo merece pero además porque Perfil merece que estemos. Ya que como en las noticias ustedes son los primeros y en la industria de las noticias eso es parte de ver y ganar el juego. Estamos acá porque ustedes merecen el más profundo agradecimiento y respeto de la familia del ‘Piro’. En fin: a buen entendedor, pocas palabras: mientras esperas lo que nunca llegará, aparece lo que menos te esperas, así que especiales gracias Perfil.
Y agracias a quienes pensaron en esto. Gracias y mil gracias de parte mía, de mi mamá que hoy no está por razones de salud y de mis tres hermanas, Patricia, Marilé y Silvina. Los hijos de un hijo y un padre del periodismo cordobés. El valioso ‘Piro’ Pérez Gaudio. Mi papá.
(*) Esta carta fue leída en la entrega de los Premios Perfil Córdoba por los cuatro hijos de Jorge ‘Piro’ Pérez Gaudio
