Gustavo empezó su día como cualquier otro, sin imaginar que tan solo unas horas después su vida estaría en riesgo. Cerca del mediodía, mientras entregaba un pedido de McDonald’s en barrio San Jorge, fue sorprendido por un joven que intentó robarle la moto. Lo amenazó con un cuchillo, le exigió su celular y el pedido. En ese momento, Gustavo se dio cuenta de que el pedido había sido solicitado desde una cuenta falsa. “Dame la hamburguesa también”, exigió el asaltante antes de huir hacia una plazoleta cercana con el botín.
A tan solo tres cuadras del lugar, Gustavo encontró una comisaría y pidió ayuda para capturarlo, pero esto nunca sucedió. Estuvo cuatro horas haciendo la denuncia, mientras el ladrón desaparecía sin dejar rastro. “Me quedé cuatro horas haciendo la denuncia porque, si no, me descuentan el dinero del pedido a mí. No nos respalda ni la policía ni la aplicación”, lamentó.
El tiempo pasó, pero la inseguridad no dio tregua. Días después, Gustavo vivió otro episodio violento mientras repartía para la app Rappi. En plena calle Santa Ana, un motociclista le arrebató el celular de las manos y escapó a toda velocidad. A pesar de intentar seguirlo, lo perdió entre las calles del barrio Bella Vista. “Los vecinos de esas zonas siempre hacen lo mismo. Están identificados, pero la policía no hace nada. Pusieron un domo de filmación, pero es como un recordatorio de cuando te roban. Nunca los encuentran”, expresó con frustración.
La historia de Gustavo no es un caso aislado. Se estima que en Córdoba hay cerca de 2000 repartidores que llevan pedidos de diferentes plataformas. Chelo, otro repartidor, fue víctima de un violento intento de robo mientras también trabajaba para Rappi.
El ataque ocurrió en la zona de Bv. Los Andes, cuando un hombre salió desde las vías y se abalanzó sobre él. En medio de la oscuridad, Chelo forcejeó durante minutos mientras el agresor lo insultaba y lo amenazaba con un arma. Finalmente, el ladrón soltó la bicicleta, pero volvió a buscarla segundos después. Chelo logró recoger sus pertenencias y escapar, pero al regresar para buscar sus lentes, vecinos le advirtieron que se fuera rápido, ya que los delincuentes planeaban volver a atacarlo.
Córdoba: motochoros dispararon “a matar” a un delivery para robarle y lo hirieron
A su vez, Joel también vivió una situación crítica. Mientras entregaba un pedido en la zona de Jerónimo Luis de Cabrera, frente a la estación de trenes, cerca de las 22:30, fue interceptado por dos motos. Sin mediar palabras, los delincuentes lo golpearon brutalmente. “Se llevaron la riñonera, el teléfono y la mochila de la app. Yo estaba parado, y como estaba sin el casco, ligué cinco culatazos en la cabeza. Me tenían entre dos y me golpeaban. No pude hacer nada”, contó Joel, quien debió recibir atención médica tras el ataque.
Las zonas rojas de la ciudad de Córdoba
En una ciudad donde el delito no da respiro, los barrios más transitados se transformaron en terreno fértil para los delincuentes, que actúan con violencia y sin horarios. El temor y la impotencia crece entre los trabajadores de aplicaciones, quienes enfrentan una jornada llena de riesgos y se mueven por una ciudad, que cada vez más, parece estar a la merced de los delincuentes.
Nueva Córdoba, Alto Alberdi, Alberdi, General Paz y el Centro encabezan la lista de las zonas más críticas. Las calles Belgrano, San Luis, Achaval Rodríguez y Montevideo son escenarios recurrentes donde los delincuentes se suben a las veredas para interceptar a los repartidores. En Plaza España y sus alrededores, por Av. Ambrosio Olmos hasta Plaza de las Américas, también se registran constantes asaltos con la misma modalidad.
Alta Córdoba es otra área conflictiva. Cerca de las vías ferroviarias, un repartidor fue golpeado y despojado de su bicicleta, mientras que a otro lo atacaron con un destornillador. En barrios como Los Plátanos, Santa Ana y Ruta 20, los robos a mano armada no solo son constantes, sino que además los delincuentes apuntan directamente a la cabeza de las víctimas para arrebatarles sus pertenencias. Las inmediaciones de Nuevocentro Shopping tampoco escapan a la inseguridad. Según los testimonios de los repartidores, trabajar allí es “imposible”, ya que los delincuentes aprovechan el tráfico para robar teléfonos y motos.
La zona de los centros comerciales tampoco escapa a la inseguridad. Trabajar en las inmediaciones de Nuevocentro Shopping es “imposible”, según los testimonios. Los delincuentes aprovechan el tráfico para robar teléfonos y motos.
Diferentes niveles de riesgo
Existen zonas donde los repartidores pueden ingresar, pero siempre con mucha precaución, como Argüello Norte, Sol Naciente, Las Violetas, Villa Unión, San Roque, Villa Alberdi, Marqués de Sobremonte, San Martín, Las Magnolias, 1° de Mayo y Jardín del Pilar.
Por otro lado, hay áreas consideradas de muy alto riesgo, donde solo se puede entrar en horarios específicos debido al peligro latente. Entre estas zonas se encuentran Yofre Norte, Renacimiento, Colonia Lola, Müller y Las Lilas. En estas calles, la soledad y la falta de iluminación agravan la inseguridad.
Finalmente, están las zonas donde el ingreso es directamente imposible por ser consideradas de extremo peligro. Barrios como Villa Bustos, Los Sauces, Residencial San Roque, Villa Siburu, Villa El Nylon y otros similares son evitados por los repartidores debido al altísimo nivel de violencia.
Zona verde: segura, pero con precaución
- Áreas con mucho movimiento y una alta concentración de comercios.
Las zonas peligrosas son puntuales (como una calle específica, ciertos horarios o plazas).
- No garantiza ausencia de peligro, pero los riesgos son menores en comparación con otras áreas.
Zona amarilla: riesgo bajo o moderado
- Riesgo de robos por negligencia o descuidos, pero no de manera constante.
- Mayor presencia de negocios y actividad diaria.
- Áreas más apartadas de villas, habitadas principalmente por personas de clase trabajadora.
Zona naranja: riesgo moderado
- Riesgo de incidentes común, similar a cualquier lugar con tráfico urbano.
- Se puede circular con menor precaución que en otras zonas más peligrosas.
- Suelen tener un nivel aceptable de movimiento y actividad.
Zona roja: peligroso a muy peligroso
- El nivel de peligrosidad varía según el horario; muchas áreas quedan desiertas en ciertos momentos
- Es posible entrar, pero requiere extremar precauciones.
- Generalmente ubicadas en zonas con una alta frecuencia de robos.
Zona negra: muy alto riesgo
- Áreas en las que no se recomienda ingresar debido al peligro extremo.
- Compuestas en su mayoría por asentamientos.
- Si decides entrar, lo haces bajo tu propio riesgo.
Mujeres que no pueden realizar su trabajo
La inseguridad golpea con fuerza a las mujeres repartidoras, quienes deben elegir entre trabajar en horarios nocturnos o preservar su seguridad. Muchas optan por evitar la noche, donde el riesgo de ser asaltadas es elevado y, en muchos casos, aterrador. “Te arrebatan el celular, te tiran de la bici, te empujan de la moto y, lo peor, ahora andan armados. Es imposible salir a trabajar así, pero tengo que poner el pan en la mesa para mi hijo. No tengo otra”, relató una trabajadora tras sufrir un violento robo.
Sin embargo, no todas tienen la posibilidad de evitar esos horarios. Para algunas, salir a la calle de noche es una necesidad, impulsada por la posibilidad de ganar más dinero con menos pedidos o por compromisos familiares que no pueden eludir. Pero lo que se gana en ingresos muchas veces se pierde en tranquilidad, e incluso en bienes materiales.
“Yo siempre llevo un gas pimienta colgado en el cuello y otro en la mochila. Varias compañeras ya usan picanas eléctricas. La Guardia Urbana, a la hora en que salgo a trabajar, nunca aparece, y la policía, en contadas ocasiones, hace algo. Por eso llegamos a esta situación: queremos defendernos. En algunos casos, hasta hemos ayudado a la policía con datos exactos que llevaron a la detención de los delincuentes. Pero muchas veces nuestro esfuerzo no es valorado”, comentó Lisa, una repartidora.
Faltas de respuesta de la policía y los repartidores toman el control
A pesar del aumento en los hechos delictivos, los repartidores no pueden evitar cuestionar la efectividad de las fuerzas de seguridad en Córdoba. Aunque se ha incrementado la presencia de la Guardia Urbana, los trabajadores sostienen que no hay resultados concretos. “Se llenó de guardia urbana, pero la policía no existe. No están siendo eficaces”, señalaron.
La situación empeoró con el Operativo Verano, que trasladó a cientos de policías a las sierras para realizar controles, dejando a la ciudad prácticamente desprotegida. “Desde que empezó el verano no se ve un patrullero. Y si no los agarran en el momento del robo, aunque los identifiques después, la policía no hace nada. Podés mostrarles la cara, el casco, la moto, todo, pero no pasa nada”, denunció un repartidor.
Quinteros prometió reforzar la seguridad en los valles turísticos sin afectar otras localidades
Frente a la falta de acción por parte de las autoridades, los repartidores comenzaron a organizarse en grupos para mantenerse alerta y ayudarse mutuamente. Utilizan aplicaciones de mensajería y redes sociales para compartir información en tiempo real sobre zonas peligrosas y hechos recientes. A pesar de ello, estas medidas no alcanzan para frenar la creciente ola de inseguridad.
En muchos casos, han recurrido al uso de gas pimienta y picanas eléctricas como herramientas de defensa personal. “Nos cuidamos entre nosotros porque no nos queda otra, pero necesitamos respuestas reales. No podemos seguir trabajando con miedo”, expresó otro repartidor.
Si bien algunos han considerado organizar manifestaciones para exigir mayor seguridad, la mayoría prefiere enfocarse en trabajar. “Sinceramente, pensamos en hacer alguna manifestación, pero no tiene sentido. Estamos centrados en trabajar. Tenemos familia, hay que ganar dinero y no perder el tiempo”, concluyó un trabajador.
Cabe destacar que los robos no solo ponen en peligro la integridad física de las víctimas, sino que también afectan su economía. Además de perder pertenencias, los pedidos que son robados o dañados durante un asalto deben ser asumidos por los repartidores, ya que las aplicaciones de reparto no reconocen ni cubren estas pérdidas.