Aún con la mayoría de los sectores en niveles de reactivación con relación al año pasado –ocho de 12 ramas industriales de Córdoba muestran números positivos de actividad– el salario real de los registrados privados, sigue afectado y corriendo desde atrás la evolución de la inflación.
Incluso con la apertura de paritarias, con la venia de la administración central como se vio este año, la degradación sistemática del poder de compra de los salarios se volvió crónica en los últimos tiempos.
Según estimaciones del economista Gastón Utrera, de Economic Trends, esa reducción se profundizó desde mediados del segundo mandato de Cristina Fernández de Kirchner: desde 2013 los salarios tuvieron una caída real de entre el 20% y el 25%. Es un número que varía ampliamente en función de la actividad analizada e incluso de las jurisdicciones.
Esta fragilidad del salario es uno de los ejes de análisis del último trabajo del Observatorio de Trabajo, Economía y Sociedad (Otes) que plantea una serie de reflexiones sobre la evolución de los ingresos, la pobreza y el desempleo.
En el trabajo se plantea que a nivel nacional, en el segundo trimestre de 2021, la participación del salario en el valor de la producción del sector privado alcanzó el 31,1%, 3,5 puntos menos que en 2019 y 8,1 menos que en 2016. En ese sentido, detalla que hay que afinar la mirada para encontrar caídas más pronunciadas en esa participación, en sectores como la industria, donde se pasó del 45% de participación del salario en 2016 al 28% en 2021, o el comercio, donde la caída fue desde el 37% al 25%.
A su vez, se explica que a pesar de que la pérdida de participación del salario sucedió en casi todos los sectores en los últimos años, la distribución no es igual en todos. Y se remarca que la participación del salario es particularmente baja en el sector agropecuario, donde en 2021 fue menor al 21%.
“Esta reducción de la participación del salario en lo que se refiere al valor agregado bruto a la producción, se explica por la caída del poder adquisitivo del salario registrado, que ha quedado durante muchos años, por detrás de la inflación. A esto se suma que no hay una fortaleza en la recuperación de los niveles de empleo desde hace varios años”, apunta el economista de Otes, Pablo Díaz Almada.
“Hay que tener en cuenta que la recuperación del salario de la que se habla hoy, siempre es en función del registrado. Cuando se miran los no registrados vemos que no hay ninguna recuperación. Y en Córdoba observamos que se mantienen niveles escandalosos de desempleo. Y el aumento en el desempleo no se explica totalmente por el hecho de que Córdoba tiene una población económicamente activa más grande, porque donde se advierte mucho el desempleo es en los trabajadores no registrados. Ellos son los que quedan muy fácilmente desempleados cuando viene un proceso de crisis”, marca el integrante de Otes.
En términos metodológicos, Díaz Almada explica que el 31% de participación del salario se explica al considerar los salarios registrados contra el valor agregado bruto de la economía, sin considerar los salarios del sector público.
“Esa participación de los salarios en relación con la producción, que es del 31% a nivel país, estimamos que es mucho menor en Córdoba, donde sectores como la agricultura y la ganadería y otras actividades del sector primario tienen mucha incidencia en la producción, pero no son los que más empleos generan”, apunta el investigador.
Reprimarización. Un punto a atender en el trabajo de Otes tiene que ver con lo que se define como “reprimarización”. Según este observatorio académico graficaría un proceso en el que ciertos patrones y recursos del sector privado, pero también del sector público, fomentan actividades vinculadas a la producción primaria, que es la que emplea menos mano de obra, en comparación con sectores más complejos como la construcción, la producción manufacturera o el comercio y los servicios.
El trabajo remarca que hasta 2013 la industria era el sector de mayor tamaño en Córdoba; luego, en 2019, se encontraba en tercer lugar, detrás del comercio y del sector agropecuario que se consolidó como la actividad de mayor peso en la economía provincial.
Además, se señala que el proceso de desindustrialización se observa también en términos del empleo registrado, donde la industria viene perdiendo puestos de trabajo desde 2016.
Así, el comercio, que también viene decreciendo aunque en menor magnitud, pasó a ser el sector que más trabajo da en la provincia. La agricultura por su parte, a pesar de su crecimiento en términos de producción, es constante y de poca magnitud en cuanto a empleo registrado. En términos de salarios, que en todos los rubros vienen perdiendo contra la inflación desde 2018, vemos que los de la industria son los más elevados. Mientras que los salarios del sector agropecuario son de los más bajos de los sectores analizados.
“De esta manera, tenemos una economía cordobesa cada vez más apoyada en la actividad agropecuaria, sector con poca creación de empleo y salarios bajos. Esto nos lleva a pensar que la pérdida en la participación del salario en el producto que se evidencia en el país, se verá profundizada en Córdoba por las características propias de su modelo productivo”, define el trabajo de Otes.