El pasado miércoles, el Presidente participó en Córdoba del aniversario del think tank de la elite económica-financiera del interior del país, la Fundación Mediterránea, organización creada en 1977, que sirviera como trampolín a uno de los economistas más admirados por Javier Milei y que colaboró con la destrucción de la Argentina, Domingo Cavallo. Llegado al Ministerio de Economía, pergeñó desde ahí la firma de un acuerdo entre estas dos instituciones con el segundo de Martínez de Hoz, Guillermo Walter Klein.
Fue el mismo ministro que nacionalizó la enorme deuda de la élite empresarial dilapidando el dinero y ahorro de todos los argentinos, en una canallezca maniobra que produjo una brutal transferencia de recursos, licuando sus pasivos, lo que se correspondió en igual medida con un empobrecimiento de las clases subalternas argentinas.
Recuerdo esto porque Milei, en su mundo paralelo, tuvo la repugnante idea de acusar falazmente a quien ya pertenece a la historia de la democracia y de la dignidad Argentina y de Latinoamérica, el Dr. Raúl Alfonsín, reconocido en el mundo entero por su mandato ético y por ser el padre de la recuperación definitiva de la democracia en la Argentina.
Lo acusó de "golpista" y de haber facilitado la "licuación de la deuda" del diario nacional que históricamente ha sido amanuense de los gobiernos conservadores totalitarios violadores del orden constitucional, y que el mismo Raúl Alfonsín denunciara en varias oportunidades por intentar debilitar el sistema democrático.
Si hay alguien a quien se identifica naturalmente por el ejercicio de su investidura como un furioso demócrata y defensor del orden constitucional, ese es Raúl Ricardo Alfonsín. Si hubo alguien que estuvo hasta el último minuto intentando que el presidente De la Rúa no cometiera ciertos actos de torpeza política que lo condujeron a su fin, ese fue Raúl Alfonsín.
Si lamentablemente hay un psicópata narcisista en el sillón de Rivadavia, siendo la negación de la democracia social y el Estado de derecho, ese es Javier Milei. Vive en una irrealidad cuya "lógica" es "walsheana" (NdR: por María Elena Walsh): la del "mundo del revés". Y entonces sólo así se puede comprender que sienta desprecio por Raúl Alfonsín, por el sistema y por toda aquella persona que se precie de ser normalmente democrática, republicana y ética.
Para Milei los paradigmas a seguir son Tatcher, Reagan, Pinochet, Cavalo, Menem, Netanyahu, Bukele, Bolsonaro; el que insulta a la comunidad científica, a los estudiantes, evade impuestos, fuga divisas, es un héroe. Castigar al sistema educativo quitándole presupuesto para que lentamente muera, lo mismo que a la salud pública, negando que tanto la educación y la salud sean un derecho y que constituyen un gasto; sentirse un "patriota" por castigar y sumir más aún en la desesperación a los jubilados, celebrando tamaña "proeza" con un fastuoso asado, levantando copas de champagne; afirmar brutalmente que tanto salarios como jubilaciones están ganándole a la inflación incluso medidos en dólares sin remordimiento, entre otras tantas brutalidades, es parte de esa realidad paralela "walsheana", aplaudida por los sectores del privilegio.
En este mundo del revés, la casta es el pueblo. Entonces así y sólo así es comprensible que este presidente optado –ya que perdió la elección y luego fue optado–, en su resentimiento narcisista, pueda sentir odio ante una figura que se agranda día a día porque felizmente Alfonsín ya no es sólo una persona sino que es un concepto, un significante que sintetiza la moral, el amor a un pueblo, el Estado social de derecho como reza nuestra Constitución, el ideal de demócrata tolerante que buscaba el consenso, y no la división con odio al que no pertenece a su ethos.
Un kanteano puro en el sentido ético que no dudó en aplicar la máxima weberiana cuando tuvo que decidir en momentos en que acechaba aún el horror: entre la ética de las convicciones y la ética de la responsabilidad, sin dudar eligió esta última si es que no podía conciliar ambas. Por esto es que jamás alguien como Alfonsín puede ser modelo para alguien que, como diría Hannah Arendt, es la personificación del "mal absoluto".
Presidente (mc) del Congreso Provincial de la Unión Cívica Radical de la Provincia de Córdoba.