“Ese día, cuando iba llegando a la casa de mi cuñada vi mucha gente y sentí en mi corazón, y en mi alma, que algo le había pasado a Hernancito”, asegura Teresa Zárate cuando recuerda ese momento. Empecemos simbolizando la tristeza para Córdoba, pero sobre todo para la gente de Talleres, acontecida el domingo 18 de abril de 1993. Ese día Hernán Roque Villarroel murió, con sólo 17 años, luego de viajar a Tucumán para ver a su equipo, que jugaba contra San Martín.
Paradójicamente, Tersa se aleja del norte y se desplaza hacia Comodoro Rivadavia para adentrarse en días de descanso. “Estoy en una placita con mi hermana”, asegura a través del teléfono con la pausa de toda madre paciente. Ella vivió en carne propia el dolor que hoy no oculta, sino que lo interpela de manera inteligente, a través de un mensaje de paz y cariño para ayudar a la sociedad.
-Usted le dice Hernán, pero su hijo se hizo conocido como Roque
-Después de lo sucedido, el periodismo comenzó a publicar su segundo nombre, pero nosotros toda la vida lo llamamos Hernán. Es más, a él no le gustaba que lo llamaran Roque. Hacía poco había dejado el colegio y trabajaba cortando el pasto en el parque. Ese fue su primer trabajo. Con esa plata se compraba su ropa y me ayudaba a mí. Él era un chico tranquilo, casero y muy ‘mamero’. Me basta con decirle que era la primera vez que lo dejábamos salir.
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-¿A él le gustaba ir a la cancha?
-En Córdoba había ido muy poco, quizá una o dos veces. Cuando jugaba Talleres se encerraba en su pieza, no había que molestarlo para nada y si perdía, se acostaba a dormir.
-¿Jugaba al fútbol?
-Él había ido al colegio Jerónimo Luis de Cabrera, pero sus amigos eran del Pío Décimo y algunas veces se juntaban los viernes a jugar, pero venía temprano a casa. Incluso, en barrio San Roque, enfrente de mi casa había una canchita pero él iba y se sentaba a mirar cómo jugaban los demás, porque no se juntaba mucho con la gente del barrio.
-¿Recuerda el momento en el que le comentó que viajaría?
-Sí, mi marido jamás daba los permisos. Él les decía a los chicos: “su madre es la que está todo el día con ustedes y ella es la que sabe”. Pero esa vez, Hernán se largó a llorar porque quería ir de visitante por primera vez. Entonces mi marido me dijo: “miralo, ha revocado el baño para que lo dejemos ir”. Fuimos hasta la casa del tío desde donde salía un colectivo y se fue con él y su primo.
-¿Cuántos hijos tiene?
-Con Hernán que se me fue tenía cuatro, ahora tengo tres. El más grande se llama Juan Marcelo (52), después viene Mónica (51) y el menor es Pedro (41), que tenía 10 años cuando mataron a Hernán.
-¿Cómo recuerda ese día?
-Yo iba a la casa de mi madre en barrio Las Violetas. Al parecer el partido ya había empezado cuando llegué y mis familiares apagaron la radio. No sé, sentí que algo le había pasado a Hernancito. Entré con un ataque de nervios, pedí que encendieran la radio y pregunté qué había pasado, pero no querían contarme. Hasta que logré prenderla y escuché algo que no me acuerdo, después no sé qué hice, no sé... Días después, me contaron que me había ido a buscar a mi marido.
-¿Su esposo estaba trabajando?
-Sí. Él cuidaba un galpón los domingos. Mi marido era un buscavida. Además, vendía diarios con el Hernán y salían de casa a las 4 de la mañana. Hernán era muy... Toda madre califica a su hijo de la mejor forma y yo tengo tres hijos más, pero siempre les aclaro que él fue mi compañero.
-¿Cómo era la relación entre ustedes?
-Hernán era de la casa, no tenía calle. Le gustaba escuchar música solo, le gustaba Trulalá. Yo trabajaba en casas de familia y al llegar él me decía: “mamá, te hice puchero” o “te puse el lavarropas”. Me ayudaba en todo. No tengo palabras para calificar a mi hijo. Y eso que pasaron muchos años, pero para mí es como si fuera ayer.
-¿Cómo sucedieron los hechos según su punto de vista?
-Ese mismo domingo no viajamos. No nos dejaron ir porque si yo estaba mal, mi marido estaba pésimo. Fuimos a Tucumán para el juicio y ahí escuchamos que a Hernán lo habían dejado solo. Él salía de comprar una Coca de un kiosco, porque tenía panchos que yo le había hecho. Entonces prepararon la comida y él se fue a comprar al frente.
-En algún momento se habló de una emboscada
-Fue así, cuando ellos bajaron del colectivo los agresores ya los estaban esperando. Pero los disparos no fueron del lado de Talleres, porque la gente que viajó no llevaba armas. Unos compañeritos del colegio que también habían ido lo vieron a Hernán salir de la masa de gente cuando recibió el disparo en el pecho. No lo podían creer, quedaron shokeados, corrieron hacia él y no había ningún pariente.
-¿Fue cerca de la cancha?
-Sí, cerca. El kiosco estaba en una esquina y el tipo venía disparando con el arma desde la otra cuadra, pero Hernán estaba dentro del almacén y cuando intentó cruzar para volver a almorzar recibió el balazo. Recuerdo que Hernán no tenía camiseta de Talleres y, antes de viajar, un vecino le dijo: “tomá negro, te presto la mía”.
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-¿Pudo perdonar al asesino?
-El apellido del asesino era Cabrera y cuando lo tuve cara a cara le pregunté: “¿Qué sentís? ¿Sabes lo que hiciste? Me destruiste mi vida. Ahora yo no tengo nada”. Yo soy creyente y a la mamá del asesino le dije: “Yo lo perdono, pero que lo perdone Dios, porque él es quien tiene la justicia”. Ella lloraba diciendo que su hijo no había sido. Al poco tiempo me enteré de que lo apresaron de nuevo por matar a otro chico.
-¿Usted se enojó con el asesino, con Talleres, con el tío?
-Con Talleres no, porque los jugadores vinieron todos a mi casa, me saludaron y le pusieron medallas, banderas, todo a Hernancito. Pero sí me enoje mucho con el tío, porque era una persona adulta en la cual yo confiaba pero me quitó algo muy grande y eso no lo olvidaré en mi vida. Después me dijo que nunca esperó que sucediera eso. Quiso mostrar arrepentimiento preguntándose por qué no le habían pegado (el tiro) a él, en lugar de mi hijo. Una mentira, porque ellos no estaban ni cerca de Hernán. Después aparecieron el tío y el primo. No los hablé más, nunca entendí por qué no lo cuidaron. Ellos tenían cancha, porque iban a todos lados, en cambio mi hijo no.
-¿Cómo vivieron los años siguientes a nivel familiar?
-Mal, hasta que pudimos asumir un poco las cosas. En mi casa no había Navidades, fiestas… Sin el Hernán no había nada de nada. Mis hijos más grandes se acostaban temprano llorando y Pedro, que tenía 10 añitos, ignoraba lo que pasaba, jugaba, corría…
-¿En el juicio pudo ver o hablar con el agresor?
-Sí, primero la madre de él se me tiró a los pies y me agarró la pierna mientras me decía: “Mi hijo no lo mató señora”. Yo estaba mal, le respondí que se retirara y un policía la sacó. Después, junto a mi marido íbamos saliendo por un pasillo y el agresor, desde una celda, gritaba: “¡Yo no se lo maté, yo no se lo maté!”. Yo me di vuelta, lo miré a la cara y mi marido le dijo: “¿Por qué no te metiste con uno grande, no con una criatura? Mirá el daño que hiciste”. Y él no contestó nada más. Fue todo desde lejos.
-¿Cómo recuerda a su hijo?
-Hernán me dejó las mejores impresiones gracias a Dios. Se llevaron algo muy especial para mí. A veces él se ponía a hacer cosas, trabajitos en la casa y conversaba conmigo. Al padre lo acompañaba a trabajar los domingos al galpón. También era muy compañero con sus hermanos. Al Pedro lo tenía zumbando, le decía: “No me molestes cuando esté en mi pieza porque quiero escuchar el partido”. Lo más importante está dentro de mi corazón y mi hijo va a vivir siempre en mí. Hernancito estaba siempre a la par mía. Hoy mis otros dos varones son unos excelentes padres con sus hijos. Personas trabajadoras que no molestan a nadie y están en su casa. Yo les enseñé educación, respeto y lo mejor de la vida. Por eso estoy orgullosa de los hijos que tengo.
-¿Cómo le gustaría que lo recordase el mundo del fútbol?
-Como un hincha más, una persona buena, respetuosa, porque él era una criatura. Y muy buen chico. Yo le decía “mi negro”. Hasta el día de hoy lo llevo en el corazón. Hay noches que lo recuerdo y es como si lo viese entrar a mi pieza volviendo del Pío Décimo. Llegaba con un puñadito de caramelos “Media Hora” para mí. Todavía lo veo con el pelito mojado porque ese era su peinado. Ha sido un excelente hijo.
-¿Hicieron banderas o murales para homenajear a Hernán o le gustaría que hagan?
-Yo me siento orgullosa de que haya personas que todavía se acuerden de él. Sí, me gustaría que hicieran. Mis hijos, por ejemplo, tienen remeras con la carita de Hernán. Lamentablemente no tenemos muchas fotos porque a él no le gustaba que le sacáramos. Los homenajes también sirven para que la violencia se acabe y que algo así no le pase a nadie más. Quiero que esto se termine y todos puedan ir a una cancha a jugar o a ver los partidos tranquilos. Quiero que disfruten y, pierdan o ganen, que salgan felices.
DATOS
-Resultado: San Martín 1 (Héctor Chazarreta) - Talleres 0.
-50 colectivos llegaron a Tucumán con más de 3.500 hinchas albiazules.
-El dato: Talleres llegaba de racha porque había obtenido 7 de los últimos 9 puntos disputados. Después de perder ante San Martín, sólo logró empatar dos partidos y cayó en seis oportunidades, perdiendo la categoría por primera vez en su historia.
-Aquella tarde, además del deceso de Hernán Villarroel resultaron heridos los cordobeses Marcelo Raúl Villegas, José Daniel González, José Luis Romero, Hugo Adrián López, Luis Miguel Guevara y Raúl García y los tucumanos Dante José González y Omar Salazar.
-El fallo: por el hecho fueron imputados tres hinchas de San Martín. Humberto Cabrera fue condenado a 15 años de prisión, mientras que los otros dos sospechosos fueron absueltos.