En los años 90, Argentina vivió una revolución tecnológica sin precedentes. En ese entonces, bajo el liderazgo del presidente Carlos Menem, el país experimentó una transformación en su infraestructura de telecomunicaciones, un sector que había quedado gravemente rezagado en las décadas previas.. Como Secretario de Comunicaciones, fui testigo y partícipe de ese cambio. Fue una época en la que Argentina dejó de ser una nación tecnológicamente atrasada y se convirtió en un mercado atractivo para las grandes empresas de tecnología del mundo.
Nuestra “ventaja del atraso” significaba que, al comenzar desde un nivel tan bajo, las inversiones que llegaban al país utilizaban las últimas tecnologías disponibles. Durante mi gestión, supervisamos inversiones genuinas por más de 20.000 millones de dólares, lo que permitió a Argentina renovar y modernizar nuestras telecomunicaciones a una velocidad impresionante.
Sin embargo, entendimos que no bastaba con modernizar la infraestructura. Argentina tenía que pensar en grande y posicionarse como un centro global de innovación tecnológica. Fue entonces cuando decidimos dar un paso más allá e ir a la fuente del cambio tecnológico: Silicon Valley. Durante una visita organizada por el gobierno de Estados Unidos, tuve la oportunidad de reunirme con Craig Barrett, CEO de Intel, y directivos de otras grandes corporaciones. Aún no miraban hacia Sudamérica, pero nuestro objetivo era sembrar la semilla de interés por nuestra patria.Solamente miraban a su propio país y en algunos casos a Israel que era otro gran centro de gravitación tecnológico mundial. India aún solo era una megafactory de software. De hecho viajamos también a Israel a un gran evento de tecnología promoviendo el interés por Argentina y tuvimos una Cumbre con la Ministra de Telecomunicaciones Limor Livnat y con Shimon Peres, el alma mater de la revolución tecnológica en ese país en donde luego sería elegido Presidente.
Tras nuestra visita a Silicon Valley, llevamos a cabo otra misión estratégica, esta vez a Seattle, donde visitamos la sede central de Microsoft y fui recibido por Orlando Ayala, vicepresidente de Microsoft. En esa visita, conocimos el “state of the art” de las innovaciones de la empresa y discutimos la posibilidad de que Argentina se convirtiera en un destino estratégico para el desarrollo de software. Esos primeros esfuerzos culminaron con la participación del Presidente Carlos Menem como orador en el gran evento anual de Microsoft, un foro global de 600 líderes tecnológicos, donde Bill Gates presentó a Menem como un líder mundial que había transformado a Argentina en un país moderno y abierto a la innovación llevado a cabo en el mes de marzo de 1999.
Ese evento en Miami tuvo una repercusión global. Al final de los discursos, Menem y Gates firmaron una Carta de Intención que comprometía a Microsoft a cooperar con Argentina en el desarrollo y exportación de software. Fue el primer acuerdo concreto que situaba a nuestro país en la mira de las grandes tecnológicas. El acuerdo también incluía el apoyo a la implementación de la firma digital, el desarrollo de ciberciudades y el acceso masivo a internet a través del programa presidencial [email protected]. Lamentablemente, como sucedió con tantos proyectos de avanzada , este programa fue desmantelado por el siguiente gobierno de la fallida Alianza.
Pero nuestra misión no se detuvo ahí. Una de las gestiones más concretas que realizamos fue atraer a Motorola, la en ese momento la más relevante empresa de tecnología del mundo , para que instalara su primer centro de desarrollo de software en Latinoamérica, y Córdoba era el lugar perfecto. Siendo ya intendente de la ciudad en plena consonancia con el entonces Gobernador De la Sota , viajé personalmente a Chicago para reunirme con el CEO de Motorola Chris Glavin y pedirle que considerara a Córdoba como sede de este proyecto. Ya había habido intentos fallidos, pero esta vez sumamos aliados clave, como Hanan Aschaf, presidente de Motorola en Israel, quien visitó Córdoba y mostró su apoyo, y William Daley, secretario de Comercio de EE.UU., que incluyó una parada en Córdoba durante su gira por Sudamérica gracias a las relaciones que habíamos construido.
La competencia era dura: Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile también competían por atraer a Motorola. Pero Córdoba ofrecía algo único: un ecosistema académico y tecnológico en crecimiento, el apoyo de las autoridades provinciales y municipales, y una visión clara de hacia dónde queríamos ir como ciudad y como país. Finalmente, Motorola eligió a Córdoba como sede de su primer centro de software en Latinoamérica, marcando el inicio de un proceso que convertiría a la ciudad en el "Silicon Valley" de Sudamérica.
Este fue el puntapié inicial para que otras grandes empresas tecnológicas globales mirarán hacia Córdoba. La ciudad se transformó en un polo de la "industria del conocimiento", exportando software y soluciones tecnológicas al mundo. Empresas como Intel, EDS y otras empresas de clase mundial siguieron el camino trazado por Motorola, consolidando a Córdoba como un hub tecnológico de clase mundial.
El efecto "derrame" de la presencia de las grandes empresas de tecnología en el ecosistema
La llegada de Motorola fue solo el comienzo de una transformación profunda en Córdoba. Después de su instalación, empresas de renombre mundial como Intel, EDS y otras gigantes tecnológicas se sumaron al ecosistema. El impacto no se limitó únicamente a la creación de empleos; estas compañías trajeron consigo las mejores prácticas tecnológicas y de gestión, formando a directivos, programadores y técnicos bajo los más altos estándares globales.
El verdadero legado de estas empresas se vio en lo que llamo el "efecto derrame". Cientos de profesionales, después de haber adquirido experiencia y conocimientos de primer nivel trabajando en estas multinacionales, decidieron dar un paso adelante y crear sus propios emprendimientos. Así fue como Córdoba se convirtió en una incubadora natural de startups tecnológicas, muchas de las cuales han alcanzado una madurez notable. Hoy, la ciudad alberga a cientos de empresas consolidadas, además de una vibrante comunidad de startups con gran proyección internacional.
Este ecosistema ha formado una generación de líderes tecnológicos, y al mismo tiempo ha brindado oportunidades a decenas de miles de jóvenes que hoy trabajan desde Córdoba para el mundo. En la actualidad, Córdoba es sede de una industria de clase mundial que es competitiva y tiene el valor añadido de ser una industria limpia, no contaminante, con un impacto positivo en la sociedad.
Lo que comenzó como una visión de modernización de las telecomunicaciones, bajo la presidencia de Menem, evolucionó en un esfuerzo coordinado por colocar a Argentina, y en especial a Córdoba, en el mapa tecnológico global. La historia de Córdoba como “Silicon Valley” no es solo una historia de infraestructura o de inversiones, sino una de visión, perseverancia y colaboración entre el sector público y privado.
Hoy, cuando miro hacia atrás, veo que lo que comenzó con una simple visita a Silicon Valley, culminó en una revolución tecnológica que transformó a Córdoba y ayudó a posicionar a Argentina como un jugador relevante en la economía del conocimiento. Argentina tiene mucho por ofrecer, y Córdoba está preparada para liderar ese camino hacia el futuro. Ojala Córdoba, en esta era de la Inteligencia Artificial acierte en sus acciones para atraer grandes inversiones que se sumen a la gran familia tecnológica cordobesa.
Fuentes:
Bolsa de Comercio de Córdoba “Encadenamiento Productivo Electrónico-Informático” 2008
“Menem lleva sus planes a Bill Gates” Diario La Nación, 23 de marzo de 1999
Anexo: Foto de Bill Gates con el Presidente Carlos Menem y los secretarios Claudia Bello (Función Publica) y German Kammerath (Comunicaciones). Crédito Archivo personal del autor
Foto de Bill Gates y Carlos Menem en el evento de Microsoft. Crédito Página 12
