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ESTRATEGIA OFICIAL

Cómo organiza Llaryora su “mapa de trabajo” para dar forma a su obsesión: ser reelegido en 2027

El gobernador no prioriza la elección de medio término que se realizará este año y ya diseña el plan para lograr continuar un período más en el Centro Cívico. Quebrar la sociedad Juez-De Loredo parece ser una de sus estrategias clave.

Llaryora en el Coloquio industrial de la UIA
Llaryora en el Coloquio industrial de la UIA | Nicolás Suárez

(Por Eduardo Bocco). “A esto hay que hacerlo de manera organizada, con un buen plan y mucha anticipación”, arengaba el operador llaryorista a un grupo importante de militantes cordobesistas de la capital provincial.

La reunión se armó para explicar la estrategia del oficialismo para las elecciones de medio término, pero finalizó siendo copada por los preparativos de la lejana elección de gobernador en 2027. Es extraño, pero tanto en el peronismo como en el juecismo y la UCR la discusión pasa por las definiciones de las candidaturas a cargos ejecutivos que se harán dentro de tres años. No importa demasiado lo que pase en octubre, cuando se vote para nominar diputados nacionales.

Llaryora está obsesionado con lograr su reelección aun cuando recién lleva un año de los cuatro de mandato. Está convencido que su rival será Luis Juez y, desde su entorno, afirman que “la jugada más práctica es tratar de dividir a la oposición y quitarle fuerza al Frente Cívico”, que seguramente llevará al senador nacional como postulante al Panal.

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De concretarse, será la cuarta vez que Juez intente gobernar los destinos de la provincia de Córdoba. Antes lo hizo en 2007 (perdió con Juan Schiaretti), en 2011 (perdió con José Manuel de la Sota y en 2023 (perdió con Llaryora).

Ahora, la vencida sería su cuarta oportunidad que ya anticipó que va a dar, “le guste a quien le guste”.  Su aliado (¿o exaliado?) Rodrigo de Loredo lo suele chicanear con este tema, aunque lo concreto es que el senador ya está en campaña y decidió obviar el desgaste en la competencia electoral legislativa. De todas maneras, abrió el paraguas: “Sólo pensaría presentarme si el presidente Javier Milei me lo pide expresamente”.

Llaryora ya empezó a definir su equipo y el dibujo de lo que quiere. El año pasado logró que la Legislatura sancionara una reforma electoral extraña y le permitiera adelantar el llamado a elecciones provinciales para mediados de marzo (los domingos 14 o 21 podrían ser las fechas).

Analizar bien las encuestas y si el peronismo está bien en Capital, pegar las elecciones con las provinciales, buscando un candidato con buena imagen, sin importar si es del peronismo o no tiene militancia partidaria. Hoy, el postulante con mayor imagen positiva es Héctor “Pichi” Campana, pero la lista para pelearle ese privilegio es más que amplia: comienza por la vicegobernadora Myrian Prunotto, sigue por el titular provisorio de la Legislatura Facundo Torres y el presidente del bloque de concejales oficialistas, Miguel Siciliano. Eso por citar sólo tres, pero hay otros, muchos otros.

Que se quiebre

La otra gran jugada es fomentar la ruptura Juez-De Loredo para que la oposición tenga dos listas importantes y se canibalicen entre sí. En las más importantes oficinas del juecismo están convencidos que esa será la jugada de Llaryora y presionar, por ejemplo, a intendentes para que la UCR lleve candidatos propios o encabece una alianza. Eso le restaría votos al Frente Cívico, por ejemplo.

Pero también existen otros elementos a tener en juego y Llaryora lo sabe: qué hará Milei y si apoyará a Juez o buscará un candidato propio. Eso está en veremos, pero el gobernador, en su mapa de trabajo, tiene todo presente.

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“Está obsesionado y, fiel a su estilo, no suele parar hasta que consigue lo que quiere”, dicen sus acólitos. Esa es una verdad relativa porque sólo hace falta echar la vista atrás y ver el pasado reciente: a comienzos del año pasado, se le paró de manos a Milei porque pensó que de esa forma inauguraba el camino de su aspiración presidencial, pero en un par de meses el presidente lo mandó a la lona y naufragó en las encuestas. Lo que vale es que no fue terco y no sólo acusó el impacto, sino que empezó a ver la forma de recomponer la relación, lejos de buscar una revancha que hubiera sido terrorífica para su carrera.

Está todo por verse.