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mauricio macri, procesado y algo mas

Y encima papá es kirchnerista

La resolución de la Cámara Federal sobre el escándalo de espionaje fue el peor golpe en la corta carrera del jefe de Gobierno. Ventaja K.

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Mauricio Macri está pasando por el peor momento de su corta vida política. La confirmación de su procesamiento como integrante de una asociación ilícita es un golpazo para su gestión porteña y complica sus chances de presidenciable. Hasta ahora, le habían rendido frutos en las encuestas las acusaciones contra Néstor Kirchner como autor intelectual y contra la ex SIDE como autora material de lo que el macrismo considera una persecución con intenciones destituyentes. Pero ya son cuatro los jueces que han leído los expedientes y tomaron la misma determinación y ello abre una situación inquietante. Uno de los consultores mas prestigiosos confirmó a PERFIL que “Macri resistía muy bien los embates colocándose en el lugar de la víctima de una operación en su contra instrumentada por Norberto Oyarbide”. Traducido a números, mantenía su imagen positiva en la Ciudad, donde triplica a cualquier figura opositora local y conservaba la intención de voto a nivel nacional: todas las encuestas lo daban entre los cinco primeros puestos. Ahora, nadie se atreve a apostar una moneda sobre lo que viene. El escenario cambió, como puede cambiar la volátil opinión pública. Sobre todo porque durante un tiempo, Macri sólo puede esperar títulos negativos en los diarios, exigencias de todo el arco político para que pida licencia, se someta a una investigación legislativa y libre una batalla para no perder el cargo en un juicio político. Ese rosario de adversidades enrarecerá el clima donde deberá mostrar los avances de su gestión, pondrá a prueba su temple y obligará a los encuestadores a medir de nuevo.

Exceptuando los tiempos del horror en que estuvo secuestrado, Macri nunca enfrentó tantos problemas. Justo cuando las revistas del corazón deslizan que su bellísima novia, Juliana Awada, estaría embarazada y él, con intenciones de casarse. Todo un desafío para un ingeniero nacido en cuna de oro, que asombra a los sociólogos por el afecto que despierta en sus incursiones en el Conurbano, producto de su exitoso paso por la conducción de Boca Juniors y que ahora tiene que lidiar hasta con su padre. Franco Macri no es sólo un kirchnerista más fervoroso que lo que él mismo cree. Le recomendó a su hijo lo mismo que le había dicho en su momento Eduardo Duhalde: que no pelee por la presidencia y se quede a gobernar una vez más Buenos Aires para demostrar si le da el cuero para el sillón de Rivadavia. Este es el corazón de la discusión que Macri viene llevando con el Peronismo Federal. Varios de sus dirigentes le plantearon que el “dream team” con el que sueñan para vencer a los K es llevar a Francisco de Narváez en la Provincia, Macri por la reelección en la Ciudad y una fórmula nacional tipo Duhalde-Lavagna. “¿Qué gana con eso Macri?”, se preguntó uno de sus asesores. Y un peronista con experiencia de gobierno le dijo que “de esa manera, Mauricio se acercaría naturalmente al peronismo desde un frente programático y, con un presidente que no lo boicotee como ahora, quedaría como el próximo candidato cantado”.

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La confirmación del procesamiento fortalece esta estrategia. Ganar nuevamente dentro de 15 meses en el mismo territorio donde se lo acusa de espionaje ilegal sería una forma política de afrontar las consecuencias jurídicas. Todo esto se puso en fervorosa discusión en PRO. No hay nada decidido. Apenas mamporros al aire que pega el macrismo contra las cuerdas para defenderse. Algunos dicen que huir hacia adelante y seguir recorriendo provincias lo obliga a desguarnecer el frente interno en donde debe replegarse. La mayoría en la Legislatura, por ahora, funciona como escudo aunque nunca se sabe. A las comisiones investigadoras las carga el diablo. O que lo diga Aníbal Ibarra, quien ya probó esa amarga medicina y que disparó: “Nixon perdió la presidencia de los Estados Unidos por una escucha como la de Macri”.

La crisis institucional que se abre va camino a convertirse en un estigma para los porteños. Ninguno de los jefes de Gobierno terminó su mandato. Fernando de la Rúa lo dejó en manos de Enrique Olivera para ser presidente. Ibarra, tragedia de Cromañón mediante, dejó todo en manos de Jorge Telerman. Y ahora está en cuestion la continuidad de Mauricio Macri.

El kirchnerismo festeja porque Néstor siempre eligió a Macri como su íntimo enemigo. Pero muchos cuadros políticos empiezan a preguntarse si se trata realmente de una buena noticia para los pingüinos. Se podría caer un candidato a presidente que si no cerraba con los peronistas federales iba a contribuir a la atomización opositora sin sacarle un solo voto a Kirchner. A veces, la vida te da sorpresas.

Si lo sabrá Néstor Kirchner, que a esta altura es el dirigente con más sagacidad y menos escrúpulos de la Argentina. Lo confirma su habilidad para intentar apropiarse de la victoria en el gigantesco paso a favor de los derechos civiles y en contra de toda discriminación que significa la ley de matrimonio gay. Es verdad que fue el único voto que se registra como diputado del ex presidente. Pero también es cierto que la primera bandera la plantó la centroizquierda y el socialismo y que el Frente para la Victoria cajoneó el tema porque la presidenta Cristina Fernández debía viajar al Vaticano para entrevistarse con el Papa. De todos modos, la mayor cantidad de votos la aportó disciplinadamente el kirchnerismo y eso tiene un gran valor que debe reconocerse en su justa medida; más allá del oportunismo de su jefe, que necesitaba un triunfo parlamentario para agrupar nuevamente la tropa bastante confundida luego de varias derrotas en diputados. La línea divisoria dejó militando en contra de la ley a casi todos los gobernadores que por disciplina a Kirchner bajaron el perfil de sus apariciones. Fue gracioso un senador que horas antes de la votación confesó: “Es difícil estar entre Dios y Kirchner”.

Las mismas dos caras mostró el radicalismo. La de su presidente, Ernesto Sanz, con un discurso medular y progresista que junto a otros tres senadores le hicieron honor a la memoria de aquel Raúl Alfonsín que dio una pelea similar, pero en condiciones mas adversas por el divorcio vincular. Y la cara del conservadurismo encallecido y comarcal, que prefiere el atajo de la hipocresía para no pagar costos y los termina pagando igual porque marcha atrás de los sectores más jóvenes y dinámicos de la sociedad.