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Volvió vencido a la casita de sus viejos

Después de un fracaso estrepitoso en Arabia, no deja de ser interesante que el fútbol argentino recupere a Gallardo. Vuelve a un River en leve crisis (no más que eso) pero mucho menos en crisis que Boca, que ni juega la Libertadores.

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Muñeco. Volvió y es una buena noticia para el fútbol local. | sergio piemonte

El otro día me encontré canturreando esta canción: “Vuelve Gallardo vencido a la casita de sus viejos…”.  Me refiero a lo rápido de su regreso después de un fracaso estrepitoso; más allá de que es vivo como nadie, Gallardo sabe que en la Libertadores tiene un cuadro muy favorable para llegar a la final, de hecho ya casi está en cuartos sin despeinarse (es probable que por eso haya agarrado). Pero en verdad, el regreso al fútbol argentino del técnico más importante de la última década en el campeonato local no deja de resultar estimulante, pese a todo lo ocurrido este año y medio, que me resulta bastante desconcertante.

Desconcertante es que haya decidido ir a dirigir a una liga de cuarto o quinto nivel. Por supuesto, no estamos en condiciones de opinar sobre cuestiones económicas, en caso de que esa haya sido la razón de aceptar ir a dirigir a Arabia Saudita. Hace un tiempo escuché en un programa partidario de River que Gallardo ya estaba salvado económicamente, pero que aceptó ir para que se salve su cuerpo técnico, que todavía no estaba en esa situación. No sé si eso es cierto, ni estoy en condiciones de valorar el supuesto altruismo de Gallardo. Pero sí puedo decir que dirigir en Arabia Saudita rozó el papelón. ¿Por qué no fue a dirigir a Europa? Tal vez porque su soberbia (rasgo clave en Gallardo) le impidió aceptar trabajar en clubes medianos, como supuestamente le habían ofrecido dirigir. ¿Qué esperaba? ¿Qué le ofrecieran el Real Madrid o el City? O tal vez no aceptó porque quería tener el control total del fútbol (como terminó teniendo en River y ahora lo tendrá de nuevo) y en Europa está la figura del mánager, con quien tendría que negociar. Imposible saberlo. Como es imposible saber si, en realidad, esas ofertas de clubes medianos existieron. El staff de periodistas-viudas de Gallardo se encargó de dar a correr toda clase de nombres (Sevilla, Marsella, etc.), pero con Gallardo todo es opaco. Poco se sabe. A Gallardo jamás se le escaparía un off de récord como al pobre Demichelis.

Entre tanto, apenas un año y medio después, Gallardo volvió. Y, como decía, no deja de ser interesante que el fútbol argentino lo recupere. Vuelve a un River en leve crisis (no más que eso) pero mucho menos en crisis que Boca, que ni juega la Libertadores. La comparación con Boca es evidente, porque evidente es la comparación con Bianchi, que volvió y ganó todo de nuevo. Pero Gallardo no ganó todo: le fue mal en el Mundial de Clubes. Bianchi ganó la Intercontinental la primera vez y en la vuelta. Cierto que en la primera había un par de cracks (Palermo y Riquelme) y un conjunto de grandes jugadores (Córdoba, Samuel, Bermúdez, etc.). Pero, vean cómo formó Boca contra el Milan, al que le ganó por penales: Abbondanzieri; Perea, Schiavi, Burdisso, Clemente Rodríguez; Donnet, Battaglia, Cascini, Cagna; Barros Schelotto y Iarley. ¡Ahí sí que tiene que verse la mano del técnico! ¿El nuevo River de Gallardo será ese equipo duro, que pegaba, a veces hasta sucio, como el de sus comienzos en el club? ¿O el muy intenso con momentos de buen fútbol, como el que le ganó a Boca en Madrid, o incluso el que perdió la final contra Flamengo? Pronto lo sabremos. Mientras, que Gallardo haya vuelto es una buena noticia para el alicaído fútbol local.

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