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Economía y política

Volvió el fantasma recurrente del dólar de la mano de Ricardo Arriazu

Regresó este fenómeno de refugio y escapatoria en este mes, sin duda impulsado por la intoxicación de los mercados internacionales ante la desconfianza que Donald Trump provocó en los mercados.

Dolar filoso, por Pablo Temes
Dolar filoso, por Pablo Temes | Cedoc

Volvió una noche. Como un fantasma del viejo pasado. En el tango están siempre las respuestas. No es la ajada mujer de la letra, es el dólar ese fantasma recurrente que asuela a los argentinos, aparece en los titulares y circula de boca en boca; que en una semana inició un peligroso deslizamiento y en apariencia, luego del dictamen ayer en Diputados para el futuro acuerdo con el FMI, quedará atrapado en el desaguadero, inmóvil o retrocediendo. Se supone. Al menos el oficialismo. Un oficialismo que descubrió no sólo la batalla cultural contra el kirchnerismo y la izquierda, sino también la necesidad de modificar una medrosa conducta nacional con relación al activo externo que engolosina a los argentinos, histórico y perenne huevo de la serpiente, transferido de padres a hijos. Ante la menor volatilidad. Volvió este fenómeno de refugio y escapatoria en este mes, sin duda provocado por la intoxicación de los mercados internacionales por la desconfianza que Donald Trump provocó en los mercados: basta ver como ejemplo el súbito salto del oro, cuando parecía caro a 2.500 y ahora nadie se atreve a vender a 3.000. Esa movida internacional complicó a los argentinos que alegremente compraban dólares y se desprendían de pesos como interesante negocio. Ahora el carry trade ya no seduce.

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Para colmo, episodios de la Administración local —del escándalo de Libra al estrépito político con amenazas de juicios al Presidente— se agregaron para intensificar las dudas sobre el proceso económico. Con el dólar como emblema. Al respecto, interesa una exposición del economista Salvador Di Stefano, apreciado por su confianza en el Gobierno, quien recordó que durante todo el año pasado le advirtió a sus clientes del campo, que acumulaban billetes verdes o soja en lugar de pesos. “Si me hubieran hecho caso con el consejo, hoy podrían comprarse una Amarok, y apenas tienen para un Saveiro”, bromeó. Lo aplaudieron resignados. Hoy les repito lo mismo —continuó— para este año no habrá devaluación pero sé que no van a abandonar la divisa por tradición, como si el apego al dólar fuese un componente del ADN argentino. Si acierta con el pronóstico este visitante de Javier Milei podrá ser considerado por la cátedra en las grandes ligas. Si se equivoca, muchos se preguntarán: ¿Cómo le hicimos caso a este personaje que usa un sombrero ridículo en sus exposiciones?

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Otro a quien Milei le presta atención y respeto como eventual interlocutor en Olivos, fue sin embargo quien empujó a muchos en lo que se denominó corrida cambiaria. Ocurre que la semana pasada Ricardo Arriazu, con alto prestigio en el mercado, justo cuando estaba frágil la ventana para que se fueran los dólares, sin querer abrió una puerta superior: como si fuera un periodista, reveló que le dicen que entre el Presidente, Economía y el Banco Central, hay una discusión sobre mantener en el futuro un tipo de cambio fijo o encapsularlo entre bandas. En su boca, pareció para muchos una infidencia devaluatoria —justo lo que menos desea Arriazu—, y a esas palabras se aferraron empresas y fondos para desarmar operaciones en pesos, quedarse expectantes o pasarse a dólares. La que volvió una noche, como en el tango, no se calmó siquiera con la voz posterior de Luis Caputo, quien embarró aún más la cancha con una entrevista en la faltaron precisiones y, sin duda, vació de una explicación contundente por la crisis. Nadie lo va a elogiar como hábil declarante: debiera saber que, cuando se habla de plata, no hay fe ni convicción religiosa. Más o menos como le paso a Juan Carlos Pugliese en la crisis de Raúl Alfonsín: “Les hablé con el corazón, me contestaron con el bolsillo”. Raro en un ministro que ya sufrió el furioso aguacero cambiario cuando estuvo con Mauricio Macri y había logrado la hazaña de colocar títulos a cien años. Ayer, ya con la aprobación de Diputados del acuerdo con el FMI, igual se mantuvo la tensión con el tipo de cambio: debió vender reservas el Banco Central y, más serio, atenerse a mantener precios y contratos de dólares hacia adelante. Puede ser inquietante saber que uno vende barato lo que mañana puede estar caro.

Ricardo Arriazu
Ricardo Arriazu.

La noria del dólar se reitera en los gobiernos y exactamente Arriazu tuvo su protagonismo en el proceso militar de los 70. Se lo considera el autor de “la tablita” (aunque el titular del Banco Central era Adolfo Diz), instrumento que facilitó el “deme dos” de los viajeros argentinos a Miami, experiencia de desacreditado final. Al revés de los tiempos actuales de Milei, hay muchas diferencias. Una, clave: entonces mandaban los militares y no permitían la baja del gasto publico ni el equilibrio de las cuentas, compraban todo tipo de armas y apuraban obras públicas gigantescas que habrían de inmortalizarlos. Enorme distinción entre aquel momento de José Alfredo Martínez de Hoz en Economía y la actual Administración, unos por gastar más de lo que ingresaba, los de hoy ahorrando hasta convertir en cosas a los seres humanos. Groseramente hablando, claro. Se condenaba al régimen castrense por la apreciación exagerada del tipo de cambio, y un reconocido periodista de la época me recordaba que ante el critico desfasaje, ya en el trámite final de Martínez de Hoz, hubo una reunión al respecto: junto al ministro y otros funcionarios, habló Arriazu con un pizarrón y persistió en demostrar su teoría para evitar cualquier tipo de devaluación. Por lo menos dos protagonistas del equipo no estaban de acuerdo con ese criterio, creían necesario cambiar: Juan Alemann y Alejandro Estrada. Luego de esa reunión, el entonces Secretario de Hacienda le confesó al periodista: tanto Alejandro como yo seguimos pensando que es necesario modificar la política cambiaria, pero fuimos incapaces de enfrentar la capacidad técnica expuesta por Arriazu. Otros factores se encuentran hoy en la mesa, más favorables a Milei. Inciertos, sin embargo. Se agregará, como antes, la libre importación y un abandono lento, por pedazos, del cepo. Quizás sean instrumentos para validar a un Arriazu que se niega a devaluar más que Milei, 50 años de vida lo confirman. Brillante en el pizarrón, con reservas en la cancha.