COLUMNISTAS
Opinión

Hacia una revolución democrática

Urna Temes
La oposición impulsó una reforma electoral que tiene a la boleta única de papel como protagonista. | PABLO TEMES

Una nueva mayoría ha nacido en la Argentina. Y, aunque todavía es prematuro anticipar cuál será su verdadero impacto político, lo cierto es que su alumbramiento en el Congreso posibilitó esta semana una reforma impensada tan solo algunas horas antes.

Que no queden dudas: la coincidencia de diputados de Juntos por el Cambio, sumados al interbloque Federal de Roberto Lavagna, a legisladores cordobeses que responden a Juan Schiaretti, a los bonaerenses que militan con Florencio Randazzo y al bloque que integra el Socialismo de Santa Fe, representa una novedosa realidad que permite anticipar un cambio de era en la política argentina.

Con 132 votos en Diputados, la nueva coalición logró torcer el brazo al Frente de Todos para poner en agenda una reforma que promete mejorar la calidad democrática. La discusión parlamentaria sobre la implementación de la boleta única de papel representa el primer paso de una alianza que podría activar la inamovilidad que presentó hasta ahora la agenda parlamentaria y, a la vez, transformar el status quo cristalizado en los últimos años, a partir de la polarización en términos de grieta.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Sucede que la posible implementación de la reforma propuesta podría alterar el tablero político, especialmente, en la provincia de Buenos Aires, el principal distrito del país y en el que mayormente se denuncian irregularidades electorales en cada comicio. La eventualidad de que se instaure un sistema de boleta única de papel podría dejar atrás las alarmas sobre robo de boletas y otras prácticas clientelares que atentan contra la calidad democrática.

Una nueva mayoría ha nacido para impulsar una agenda democrática.

La boleta única se utilizó por primera vez en el estado de Victoria, Australia, en 1856 y dos años más tarde, el gobierno australiano la incorporó a nivel nacional cuando decidió modificar el modo de sufragar para garantizar que el voto sea secreto y evitar la manipulación electoral. Así nació la “boleta australiana” que, hacia fines del siglo XIX, empezaría a ser usada también por Nueva Zelanda, el Reino Unido, Canadá, Bélgica y la mayor parte de los estados de Estados Unidos. Mientras que, en la primera parte del siglo XX, fue impuesta en casi todo mundo y hoy es utilizada en la mayoría las democracias occidentales.

En América Latina representa una modificación electoral incorporada en la segunda mitad del siglo XX. Siendo Brasil, Perú, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador y República Dominicana los primeros en implementarla. La experiencia ha sido tan positiva, que la boleta única de papel fue implementada en todos los países de la región, salvo dos excepciones: Uruguay y Argentina.

En suelo argentino la reforma se puso en práctica hace algunos años en dos de los principales distritos: Córdoba y Santa Fe. Y las investigaciones académicas que han analizado su impacto concluyen en que se trata de una mecanismo auspicioso porque mejora la calidad de las instituciones. En la actualidad, este sistema funciona en 5 de los 24 distritos de Argentina.

En “Boleta única. Agenda para avanzar hacia un modelo técnicamente sólido y políticamente viable”, la politóloga Ana María Mustapic, directora del Departamento de Ciencia Política y Estudios Internacionales de la Universidad Torcuato Di Tella, elaboró junto a los también politólogos Gerardo Scherlis y María Page un ejercicio empírico para analizar el funcionamiento del sistema que hoy se discute en el Parlamento argentino.

El paper elaborado para el Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec) demostró, a través de una simulación de votación, que toda la oferta electoral de una elección puede ser presentada en una única boleta, que sería apenas algo más grande que las utilizadas en la actualidad. Entre otras conclusiones, la investigación también comprobó que el mecanismo obtuvo altos niveles de aceptación entre los participantes: la gran mayoría manifestó que votar le resultó fácil y pudo emitir un voto válido sin cometer errores.

La boleta única de papel permite evitar prácticas de fraude en una elección.

Lo que los cientistas sociales cuestionan en el escenario de votación sin boleta única, es que el sistema deja en manos de los partidos la tarea de producir y entregar las boletas. Así se advierte que esta metodología contiene deficiencias de fondo que afectan la calidad del proceso electoral: son falencias producidas por un conjunto de lagunas que aparecen en el Código Electoral Nacional, que no adecuó sus disposiciones sobre el sistema de votación frente a las modificación que se produjeron en las últimas décadas sobre las pautas de participación y la representación política.

Al otorgar el diseño, impresión y distribución de las boletas en manos de la autoridad estatal, la boleta única permite subsanar buena parte de los aspectos negativos, a la vez que impide o dificulta otras prácticas de fraude.

Una de las mayores críticas que se le hace a la boleta única es que oculta la postulación de los candidatos que no se promocionan en el papel impreso que es utilizado para emitir el sufragio dentro de la urna, ya que solo aparece la cabeza de cada lista. Sobre esta hipótesis cabalgó esta semana Cristina Kirchner durante su discurso de aceptación del Honoris Causa otorgado por la Universidad Nacional del Chaco Austral (Uncaus). “La boleta única es un pedazo de papel en el que solo ves al primero y no sabés a quién votás después. Es como una tira de chorizos o una ristra de ajos”, sostuvo la vicepresidenta.

Sin embargo, la reglamentación de la ley de boleta única incluye que la administracion estatal sea responsable de la difusión de todas las listas de candidatos previo a una elección. Este es el caso de Perú, donde la Ley orgánica de elecciones (26.859/97) establece que además de ocuparse de imprimir las boletas electorales, el Estado también es responsable de imprimir y difundir masivamente carteles con las listas completas de los candidatos. Estas gigantografías suelen colocarse dentro de los cuartos oscuros para que los votantes las consulten en el momento de emitir su voto.

La nueva mayoría impulsará la “ficha limpia” y la extinción de dominio.

Ahora el camino parece allanarse para esta reforma en la Argentina. Es que la votación en el Congreso permitió a la oposición realizar  una demostración de fuerza en el recinto de la Cámara de Diputados al obligar al Frente de Todos, que quedó en minoría, a que se active la discusión en las comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Presupuesto, que ahora tienen un mes para emitir un dictamen sobre la instrumentación de la boleta única de papel a partir de las próximas elecciones de de 2023.

Esta nueva mayoría anuncia que, después de la boleta única, insistirán en dos proyectos que quedaron truncos por el rechazo oficialista: el de la llamada “ficha limpia” –que propone impedir que personas condenadas en segunda instancia puedan presentarse como candidatos–; y el referido a la extinción de dominio –un instrumento que permite al Estado tomar la propiedad de bienes derivados de delitos–.

Cuando el 10 de febrero de 1912, el Congreso argentino sancionó la ley 8.872, el sistema político no podía anticipar lo que se avecinaba. Pero la ley promovida por el presidente Roque Sáenz Peña transofrmó el sistema electoral al decretar la sanción del voto secreto y obligatorio. La Ley Sáenz Peña marcó un hito en la historia.

La Argentina se encamina por estos días hacia una nueva revolución democrática.