COLUMNISTAS
dificultades

Un vidrio oscuro

Ve, como detrás de un vidrio oscuro, y cada vez con menos esperanza de la llegada del día en que verá claramente el rumbo de las cosas. Ve como los abyectos llaman casualidad a los saludos nazis de los ultramillonarios y los ultraderechistas. Ve humillaciones públicas de gobernantes a otros gobernantes, acumulaciones desenfrenadas sin otro objeto que la autorreprodución de capitales personales y la sustracción del capital social. Quebrarán los pobres pero nosotros no, dicen cada tanto los bancos. Saldos de temporada arrojados al sol de los desiertos, y la comida que se pudre en los depósitos para que se jodan los que la necesitan. Fotos de funcionarios que se editan prolijamente para que no aparezcan otros funcionarios que no son del palo, recordando graciosamente como el aparato stalinista recortaba las imágenes del exiliado Trotsky. Difundir, ¿no es acaso promover? Griteríos. Repetición a ritmo de ametralladora de escenarios de dolor que son reemplazados por otros cuando se agota la avidez por alimentarse de las imágenes de una muerte ajena y nace el deseo de alimentarse de otra similar. La lógica de los programas de chimentos de la tarde se ha desplazado a la estructura del debate político (quizá una influyó en otra; quizá siempre hayan sido lo mismo). La reina local de la banalidad más estruendosa, alta en el cielo de lo rentable a base de monetizar en las redes sociales los escándalos sucesivos de su vida privada, ahora escala las cimas de la beneficencia y las cámaras la enfocan cuando, a cambio de reclamar canjes o dinero, va a donar un restito para los inundados. Peor, claro, es quien debe asistir y no asiste, ni en dinero ni en presencia, y solo se decide a hacerlo cuando los asesores le advierten que en el tiempo de los simulacros es mejor hacerse un viaje y dar la cara durante un rato que seguir perdiendo votantes. Tiempos difíciles. Cuanto más falta el dinero, más se pone en funcionamiento la maquinaria de créditos y ofertas de temporada y quemazones de productos que no necesitarás para nada cuando las aguas suban o el fuego se traslade de los bosques a tu aire. El apocalipsis no empezó ahora, está siendo, y quizá siempre haya sido pero no te habías dado cuenta, piensa quien no ve claramente nada y mueve las manos en la confusión, tratando de disipar la niebla. Hubo un dictador alemán que siguiendo las consignas de eugenistas y empresarios norteamericanos decidió masacrar pueblos y trasladar a otros para darle más lugar a los propios, y ahora hay otro dictador, norteamericano, que quiere hacer lo mismo porque admira al fenecido alemán y piensa que los suyos son lo primero, sobre todo piensa primerear con los hoteles de su marca-apellido a construir en los territorios arrasados por sus aliados para que los votantes más ricos tomen sol en las doradas playas seguramente privatizadas. Por suerte, algo se acaba de encender: un banco le avisa que si acumula dinero en sus cuentas tiene un cincuenta por ciento de descuento en la compra de vinos y perfumes.