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UN TIEMPO NUEVO

Un mundo polarizador

El gobierno de Trump, reconociendo de facto a la dictadura de Maduro, habilitando a determinadas empresas petroleras para operar en Venezuela, armando un escándalo con las eventuales ayudas que pueden haber recibido de la Usaid Guaidó y María Corina Machado, demuestra que solo está interesado en el dinero que puede hacer su América. Si Milei esperaba que Trump subvencionara a Argentina, estaba totalmente equivocado. No existe la seguridad de que el proyecto de Milei vaya a tener éxito cuando la mitad del país se le opone radicalmente, mientras el Presidente se dedica a insultar violentamente a la oposición, a la prensa, a los artistas y a quien se le cruce por delante. Eso no anima a los capitales extranjeros a invertir.

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| Pablo Temes

Cuando aparecieron los gobiernos del socialismo del siglo XXI, se produjo un incremento de los precios de algunas commodities que les proporcionaron una gran cantidad de recursos con los que, en algunos casos, hicieron una obra visibles que impactó en la población, y en todos los casos pudieron crear una enorme burocracia que se convirtió en su principal base de sustentación.

A esta altura de la historia queda patente el descalabro económico que produjeron en Venezuela, Nicaragua y Bolivia, y las crisis en que viven Argentina y Ecuador. Es equivocado poner en esta lista a Cuba, régimen que tiene otro origen: es un escombro de la Guerra Fría que quedó flotando, después de haber cumplido un papel importante en el enfrentamiento entre la Unión Soviética y los Estados Unidos.

“Cómo se diseña una estrategia política exitosa”, curso de Jaime Durán Barba y Santiago Nieto

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En Argentina se construyó una alternativa al peronismo kirchnerista: desde 2005 hasta 2019 el PRO, bajo el liderazgo de Mauricio Macri, armó una maquinaria con la que ganó todas las elecciones a las que se presentó, derrotando incluso a los principales líderes del kirchnerismo, Néstor Kirchner en 2009 y Cristina Kirchner en 2017, en su bastión de la provincia de Buenos Aires.

Decenas de personas colaboraron en la construcción del PRO y de Juntos por el Cambio desde la política tradicional y desde equipos técnicos que ayudaron a todos los candidatos a tener éxito. Mauricio tenía en contra la fama de ser inmensamente rico y proceder de los estratos más elitistas de la Ciudad de Buenos Aires. En los países latinos tener fortuna enciende los motores de la envidia y la maledicencia. Muchos sienten que cuando un rico cambia de coche o de casa, debe haber hecho algún negocio sucio. Si está vinculado a la política, casi nadie duda de que esto es así, lo que muchas veces es injusto, pero la lucha por el poder no es asunto de justicia sino de imagen.

Ocho años de una excelente administración de la Capital y una estrategia meticulosamente diseñada para acercarse a la gente de clase media y popular, evitar los conflictos políticos y la formación de un frente en el que eran bienvenidos progresistas y derechistas moderados permitieron que Mauricio ganara las elecciones de 2015 con un 51% frente al 49% de Daniel Scioli. El PRO quedó en minoría tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado y batallando con la idea instalada de que ningún presidente no peronista podía terminar su período constitucional.

Durante diez años, Mauricio no apareció en reuniones lujosas, compartió la mesa con personas de clase media y popular de todo el país, en vez de predicar se dedicó a escuchar. Algunos críticos de esa estrategia dijeron que se había convertido en un líder tibio, pero cuando alguien tiene la imagen de ser uno de los más ricos del país, no puede ser ostentoso o violento. Eso lo pudieron hacer Evita o Cristina, que venían de sectores populares, o lo puede hacer Javier Milei, que es un típico exponente de la clase media porteña, no un oligarca.

Algunos legisladores con experiencia ayudaron a lidiar con un Congreso opositor, mientras los sindicatos y organizaciones sociales arremetían con toda su fuerza para tratar de derribar al gobierno constitucional a pesar de lo cual, en las elecciones intermedias de 2017, Juntos por el Cambio obtuvo una victoria contundente y parecía que la economía iba a un cambio exitoso.

La economía del mundo está globalizada y lo que ocurre golpea en muchos otros

Pero la economía del mundo está globalizada y la comunicación instantánea hace que lo que ocurre en cualquier país del mundo influya en cualquier otro. El 2018 se desplomó la libra turca, provocando una crisis en Argentina, la fuga de divisas se volvió incontrolable, un gobierno que había derogado el cepo cambiario se vio en la necesidad de restablecerlo, afrontó una crisis imprevisible que lo obligó a tomar medidas impopulares.

En las elecciones de 2019 Macri perdió la reelección, aunque obtuvo un 41% de los votos. Algunos pudieron decir que es el único presidente argentino que perdió su reelección; otros, que es el único no peronista que pudo completar su mandato en un siglo. La mesa quedó servida para que Mauricio pudiera volver a un “segundo tiempo” si el gobierno de Alberto Fernández no tenía éxito. La bicefalia Alberto-Cristina terminó mal.

El Mauricio abierto, al que se veía con gente humilde, se convirtió en un político tradicional del Barrio Norte, que pedía sacrificios a los pobres. Se alejó de muchos que lo habían ayudado en sus éxitos. Todos los miembros de la mesa chica y del equipo de discurso, que fueron vitales para sus victorias, fueron desplazados. Cuando no pudo instalar su candidatura, se dedicó a denostar a su propio gobierno y, en vez de apoyar la candidatura de alguno de los fundadores del PRO, apoyó a una mujer valiosa, que tenía su propia agenda, no era del PRO. Su apoyo fue tibio, dejó ver que simpatizaba por un candidato de afuera, Javier Milei.

Cedida la bandera del cambio a los libertarios, estos ocuparon el lugar con fuerza. Milei provocó un terremoto político en el que los partidos tradicionales perdieron todo espacio. Su protagonismo hace que, por el momento, Argentina se divida entre sus partidarios y quienes lo rechazan.

La imagen de Milei no ha tenido los altibajos que tuvieron sus antecesores. Desde que inició su período, ha sufrido variaciones pequeñas, que lo han llevado a sobrepasar apenas el 50% de argentinos que lo apoyan o que lo rechazan.

El presidente economista fue al foro económico más importante del mundo, en Davos, a hablar de sexualidad, para congraciarse con Trump y Musk, pero no tomó en cuenta que en Argentina tenemos supersticiones distintas a las de Estados Unidos. Nunca hubo provincias que prohibieran que se enseñara la teoría de la evolución porque el gobierno quería imponer la interpretación literal de la Biblia, ni hubo un Ku Klux Klan. En Argentina está instalado el respeto a muchos derechos que los jóvenes, principal base de Milei, defienden con más vehemencia, porque surgen de la sociedad horizontal de la red.

El gobierno de Trump, reconociendo de facto a la dictadura de Maduro, habilitando a determinadas empresas petroleras para operar en Venezuela, armando un escándalo con las eventuales ayudas que pueden haber recibido de la Usaid Guaidó y María Corina Machado, demuestra que solo está interesado en el dinero que puede hacer su América. Si Milei esperaba que Trump subvencionara a Argentina, estaba totalmente equivocado.

No existe la seguridad de que el proyecto de Milei vaya a tener éxito cuando la mitad del país se le opone radicalmente, mientras el Presidente se dedica a insultar violentamente a la oposición, a la prensa, a los artistas y a quien se le cruce por delante. Ese no es el clima con las garantías necesarias para que los capitales se animen a venir. Si el Gobierno sigue acumulando adversarios y expulsado a sus seguidores, puede perder pronto lo único que tiene: el apoyo de la mitad de la opinión pública.

Ecuador celebró el último domingo sus elecciones generales. Es otro país en el que la fractura política en dos mitades iguales es profunda desde hace años.

En 2021 la primera vuelta la ganó el correísta Andrés Arauz con el 33%, frente a Guillermo Lasso, que obtuvo el 19% de los votos. El candidato indígena Yaku Pérez sacó el 19% y Xavier Hervas, el 16%. En la segunda vuelta, Lasso, con una estrategia muy parecida a la de Macri, ganó la presidencia con un 52%, seguido por Andrés Arauz con el 48%.

Dos años después, en las elecciones anticipadas, la candidata correísta Luisa González ganó la primera vuelta con el 34% a Daniel Noboa, que obtuvo el 23%, mientras Christian Zurita sacaba el 16%, Jan Topic el 14%, Otto Sonnenholzner el 7% y Yaku Pérez el 4%. En la segunda vuelta Noboa obtuvo el 52% y Luisa González el 48%.

En las últimas elecciones, Noboa ganó el primer lugar con el 44,16% a Luisa González, que obtuvo el 33,99%, el candidato del movimiento indígena Leonidas Iza llegó tercero con un 5%, y Andrea González, cuarta con menos del 3%. Otros doce candidatos recibieron menos del uno por ciento de la votación. Sus votos sumados no alcanzaron al 4% del total.

En un país con un Congreso unicameral, la fuerza de los bloques parlamentarios es decisiva. El correísmo siempre fue importante, tenía 51 diputados y ahora, como fruto de la ampliación del número de asambleístas y la polarización, llega al 67%. Noboa, que ha gobernado este año con el apoyo de 14 legisladores, en total minoría frente al correísmo y sus aliados, llega a 66 curules.

Si Milei suma adversarios, perderá el apoyo que hoy tiene en media opinión pública

Analizo los fenómenos políticos con números, tratando de entender la realidad. El hecho concreto es que por primera vez hay un candidato que derrota, aunque sea por pocos votos, al candidato correísta en la primera vuelta. El correísmo nunca estuvo totalmente derrotado. En las dos elecciones presidenciales anteriores llegó al 48% en la segunda vuelta.

La mayoría de los partidos, que tuvieron porcentajes significativos en otras elecciones, en esta ocasión no llegan al 1%. Sus bloques legislativos quedan reducidos o desaparecen. La socialdemocracia, que en su momento fue el partido más importante del país, no obtiene ni un legislador. El otro partido histórico, el Social Cristiano, que gobernó el país con dos presidentes y la ciudad de Guayaquil por más de treinta años, no obtuvo ni un solo diputado en el puerto. Construye, que parecía un partido emergente, pasa de un bloque de 30 diputados a 1.

El país va a una segunda vuelta electoral en la que hay poco espacio para disputar. Sumados los dos candidatos que encabezan los resultados, tienen más del 88% de los votos. En la sociedad hiperconectada, el triunfo dependerá más de las imágenes que se proyecten que de tesis ideológicas. La cercanía, la autenticidad, dar espacio para que la gente no ideologizada haga las campañas, que fueron la clave para los triunfos de Macri, serán elementos importantes en este proceso, como lo han sido en otros después de la pandemia.

Habrá que tomar en cuenta que en este escenario tal vez influya la política de Trump, principal obstáculo para el éxito de las ideas democráticas en la región.

*Profesor de la GWU. Miembro del Club Político Argentino.