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Un año de furia

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Otra política. A diferencia de Macri y Prat Gay, Milei no quitó el cepo. | cedoc

La refundación de la Argentina tendrá que esperar. El proyecto económico de Luis Caputo comienza a experimentar problemas intrínsecos de un modelo que observa muy cercano al “vamos viendo” indudablemente argentino.

Fallas de merkado. Desde el triunfo electoral de Javier Milei se discutió sobre el tipo de oposición que tendría. Las miradas se dirigieron al peronismo, al sindicalismo y a las organizaciones sociales. Mauricio Macri deshumanizó llamando “orkos” a quienes seguramente protestarían frente a lo que vendría en momentos que prometía fidelidad al nuevo experimento anarcocapitalista. El peronismo debate a cielo abierto su propia existencia en una lucha entre la nostalgia del IAPI y la búsqueda de entender qué falló en “la década ganada”.

En este marco, la principal oposición es el santificado “mercado”, que tiene la macroeconomía como espacio de lucha, interpelando las decisiones –o falta de ellas– del propio Gobierno. Como ha pasado tantas veces, frente a las turbulencias los gobiernos buscan un chivo expiatorio, ya sean los bancos, un funcionario del FMI o tal vez un economista que apoyando al oficialismo termina criticándolo.     

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El 23 de enero de 2014 las veredas de Buenos Aires se derretían de la ola de calor cuando ocurre el “fabregazo”. El dólar se devalúa en ese día un 23%, pasando de 6,8 a casi 8. Son números irrisorios de lo que vendría, pero que marcaban el final del “Estado de bienestar kirchnerista”. Si bien se venía devaluando la moneda desde 2012, los medios internacionales hablaron de la “mayor devaluación de la década”, y desde La Habana, donde estaba, Cristina Kirchner en una cumbre de la Celac acusó de la corrida a los bancos.

La principal oposición es el santificado “mercado”, que tiene a la macroeconomía como un auténtico espacio de lucha

La caída del sueño conservador. En 2015 Mauricio Macri captura electoralmente el malestar tras tres gobiernos kirchneristas de alta polarización –y de un tipo embrionario de malestar–, y decide con Alfonso Prat Gay de ministro su propia devaluación con el dólar pasando de 9,80 a 13,90. Pero la novedad de esa devaluación significó el fin del cepo cambiario instalado por Cristina en 2011. La venta exitosa de la medida fue el “sinceramiento de la economía”. La inflación de 2016 tendrá un halo de misterio para siempre, pero el IPC Ciudad cantó el 41%, prácticamente coincidiendo con la tasa de devaluación inicial. Así y todo, Macri mantuvo su popularidad hasta ganar las elecciones de medio término en 2017. Sin embargo, no pudo evitar volver a devaluar la moneda, y con ello, generando una enorme decepción de las clases medias y altas que deseaban tener un gobierno conservador, una derecha moderada. La bronca estalla en las primarias del 11 de agosto de 2019, cuando en la noche electoral el dólar salta a 60 pesos, y el entonces presidente despliega su furia en el escenario preparado para festejar. El domingo 1° de septiembre Macri reinstala el cepo cambiario que duraría hasta estos días.

Pandemia verde. Tampoco Alberto Fernández con Martín Guzmán como ministro pudo evitar la erosión del peso argentino. Ya en septiembre de 2020 junto con la carta de Cristina sobre “los funcionarios que no funcionan” el dólar paralelo doblaba al oficial llegando a 140 pesos. El año cerraba con una inflación del 36% y con el blue a 160. No sería nada en comparación con lo que vendría: derrota electoral en 2021, ruptura con Cristina Kirchner y renuncia de Guzmán a principios de julio de 2022, ahora con la lechuga crocante informal a 250 pesos.

Tras un breve interinato de Silvina Batakis, llega la historia reciente con Sergio Massa como superministro a partir de octubre de 2022. Haciendo caso omiso a las sugerencias de desdoblar el mercado cambiario continúa con el cepo, inventando algunas innovaciones, como el dólar blend para los exportadores. El año cierra con el dólar a 350 y la inflación en el 95%. Se evidenciaba la casi simultaneidad de la devaluación y la traducción en el alza de los precios, sin dejar de señalar que la emisión monetaria se debía multiplicaba para abastecer al Estado ambulancia, cuyos gastos crecen con la pobreza.

En su corta trayectoria, el Gobierno ha generado una enorme recesión y grandes tensiones en la economía

Tras las PASO del 13 de agosto, Sergio Massa, en su doble rol de ministro y candidato presidencial, tiene que anunciar una devaluación del oficial que pasaba de 287 a 350. Esta vez la responsabilidad era del FMI, según se explicó, mientras el paralelo llegaba a 750.

Nace una estrella. En las elecciones presidenciales surge un candidato inesperado aun para la exótica experiencia argentina que durante el siglo XX realizó elecciones con la principal fuerza política proscripta. Ya hacía varios años que un economista autodefinido libertario y seguidor de la Escuela Austríaca de Mises y Hayek –una ramificación muy pequeña de la escuela neoclásica– bramaba en los estudios de televisión contra la casta, los políticos chorros, la emisión monetaria. En efecto, Javier Milei se multiplicaba en apariciones televisivas viralizadas por la redes sociales.

Las complejas y enardecidas explicaciones que daba Milei encontraban una solución permanente: la abolición del Banco Central y la dolarización de la economía. Incluso en una obra teatral en la que actuó –haciendo de sí mismo– el BC podía explotar como una piñata. La furia que irradiaba Milei coincidía con el clima de época, catalizando el enojo acumulado de devaluaciones, pérdida de poder adquisitivo, cuarentena, foto-Olivos, desapego de la democracia, etcétera. Lo iría a arropar un 30% del electorado en las PASO, un conjunto compuesto principalmente por hombres jóvenes que también estaban irritados por el feminismo, quizás el único movimiento político activo en la época.

Como no se le escapa a nadie, Milei termina ganándole el balotaje a Massa 55% a 44%. De su lado del muro quedaba buena parte del electorado de Patricia Bullrich que ocupa la franja etaria superior de la población, pero que comparte con los jóvenes las semillas del rechazo al kirchnerismo. A diferencia de Macri, Milei no quitó el cepo ni las retenciones, pero sí devaluó la moneda y Luis Caputo planteó su tablita para devaluar al 2% mensual. En su corto trayecto, el Gobierno ha generado una enorme recesión marcando grandes tensiones sociales en una economía que pasa a depender como nunca de las exportaciones. Ahora se inicia otro réquiem para otro ministro bajo la tensa mirada de El Coloso.

* Sociólogo.