Embarcado hasta el extremo en su campaña –fundada, en gran medida, en informaciones falsas o cuestionables– Donald Trump juega sus últimas fichas antes de las elecciones que definirán el próximo martes quién ejercerá la presidencia de los Estados Unidos. Trump basó buena parte de su triunfo anterior frente a Hillary Clinton en la masiva utilización de fake news, y en esta campaña frente a la demócrata Kamala Harris no se queda atrás en la misma conducta.
La pregunta es cuántas de sus afirmaciones cuestionables permean en el electorado y cuánto menos le importa al votante si las afirmaciones del candidato republicano son o no ciertas.
Con un porcentaje muy amplio de migrantes entre sus seguidores, a Trump no le tembló la voz cuando aseguró días atrás: “Hablemos de todos esos migrantes ilegales que vienen y que están tratando de hacer votar”, decía durante su único debate con la vicepresidenta Harris. Una idea que volvió a repetir el pasado 15 de septiembre en un mitin electoral y que no es nueva, pues ya lo decía en las pasadas elecciones: “Los demócratas dejan entrar migrantes y los hacen votar por ellos”. La radio francesa RFI, con emisiones en catorce idiomas a través de 156 repetidoras de ondas medias y cortas en una treintena de satélites que cubren todo el planeta, afirmó que ello es imposible dado el sistema de voto estadounidense. Sin embargo, la idea ha calado en la opinión pública. Recientes encuestas dicen que un 51% de los votantes están preocupados porque no ciudadanos logren votar en noviembre próximo. “Es imposible”, desmiente Jorge Mario Cabrera, director de Comunicaciones de Chrirla, la coalición pro derechos humanos de los migrantes en Estados Unidos: “La ley federal es muy clara en este aspecto, ninguna persona que no es ciudadana estadounidense, que no esté naturalizada y que no haya nacido en este país puede votar en las elecciones federales, incluso en las elecciones estatales, por lo tanto, no hay fundamento en estos alegatos”.
Trump y sus adláteres no vacilan en emplear todo tipo de argumentos, ciertos o falaces, para afirmar la posición del candidato. De hecho, los dos trágicos huracanes que asolaron las costas del sudeste de los Estados Unidos, le han servido para despreciar las políticas del presidente Joe Biden y de sus seguidores demócratas, hoy enfocados en la candidatura de Kamala Harris. Tras el huracán Helene, a fines de septiembre, que provocó la muerte de doscientas personas, Trump aseguró que el gobierno central no hizo nada para ayudar a los estados republicanos afectados por el fenómeno. Sin embargo, los gobernadores republicanos de los estados afectados como Georgia y Florida dijeron que estaban en contacto con Biden y que habían recibido la ayuda que necesitaban de Washington. ¿La desmentida corrió la aguja en favor de Harris? Casi nada.
El candidato republicano cargó también contra la Agencia de Gestión de Emergencias de los Estados Unidos (FEMA, por sus siglas en inglés). “Millones de sus fondos se han destinado a inmigrantes irregulares, por lo que ahora no queda nada para las víctimas del huracán”, dijo Trump. Y agregó que el gobierno sólo está pagando 750 dólares en ayuda a quienes lo perdieron todo en el huracán. Eso también es falso. FEMA tiene un programa que ayuda a los migrantes, pero su presupuesto está completamente separado del de ayuda en casos de desastre. El electorado trumpista tampoco tuvo en cuenta la desmentida, según lo revelan las principales encuestas.
En definitiva: el aparato preelectoral Trump tiene la delantera en base a mentiras. Y muy probablemente logrará el objetivo presidencial. Males de la política y de una prensa comprometida en su campaña.