En buena parte de la sociedad argentina las principales sensaciones sobre el país son de intriga y desorientación, no todos los días se tiene un gobierno anarcocapitalista.
Lo que se viene. Los dos indicadores más a mano, el índice de precios al consumidor –lo que llamamos habitualmente inflación– en descenso y el valor del dólar blue también a la baja, generan un temporal alivio sobre todo comparando con el mismo momento del año pasado. Sin embargo, este paliativo está lejos de transformarse en bienestar, por tres razones principales, primero los ingresos de los hogares han perdido capacidad de compra, luego se percibe que el costo social para bajar la inflación es muy alto y tercero se puede considerar que la fórmula mágica para obtener el superávit fiscal no está exenta de artificios. Del último punto surgen dos interrogantes, el más urgente es si este modelo económico es sustentable y el siguiente, qué país se podrá encontrar al final del camino. Lo único claro es que no será el mismo.
Cuando al ciudadano de a pie le llega el mensaje de euforia del Gobierno y de sus principales comunicadores, se quiere sumar a la fiesta y se pregunta ¿por qué no? Resuena el eco de una frase del pasado: “Ahora nosotros tenemos los dólares”. Pero cuando observa (aunque sea tangencialmente) los indicadores de consumo, de la industria o de la venta de supermercados surgen las dudas sobre si la alegría es genuina, o si es un simple espejismo. También parecía que con Mauricio Macri todo arrancaba, hasta que una mañana el país se encontró con un frío mensaje del entonces presidente diciendo que había tenido un gran encuentro con la directora del FMI.
Mutaciones. Más allá de las emociones circunstanciales, somos testigos presenciales de una situación que va más allá de un ajuste técnico como una cuestión fiscal o monetaria. Se está modificando la sociedad argentina, se trata de un ajuste en la estructura económica, y un cambio profundo en la élite empresarial. La mayoría de las empresas que iniciaron el siglo probablemente no existan cuando termine la década, unas pocas saldrán airosas, como las mineras o las energéticas. Estas modificaciones ya traen impensadas resistencias: think tanks liberales, economistas conservadores, incluso informes de las cámaras empresariales advierten un posible salto al vacío. Se trata de un fuego amigo que es respondido con la furia gubernamental. Empleando el latín antiguo, “váyanse a cagar” respondió José Luis Espert frente a las quejas de la cámara empresarial más importante de la Argentina.
También se puede identificar una lucha entre quienes organizaron ideológicamente a la sociedad en las últimas dos décadas, y los que buscan dominar intelectualmente la nueva escena. En efecto, se está produciendo una mutación en los intérpretes simbólicos de la sociedad: profesores, periodistas, artistas, analistas, panelistas y opinólogos en general. Unos jóvenes prácticamente desconocidos se están convirtiendo en los profetas del nuevo orden. El cambio más empíricamente identificable es el que se está produciendo en el sistema de medios, las propias políticas del gobierno de Milei empujan a la transnacionalización completa de lo que en algún momento se llamó conglomerados multimedios o en forma más amplia, la industria cultural, por ejemplo la paralización del Incaa significará el fin de un modelo de cinematografía que, como el país, tuvo fuertes altibajos en las últimas décadas.
Rápidos y furiosos. La velocidad con que ocurren los sucesos en Argentina hace difícil identificar el peso específico de cada situación en “the big picture”, como les gusta decir a los norteamericanos. La fallida media sanción de la ley de Ficha Limpia en la Cámara de Diputados fue una de esas situaciones realmente extraordinarias por el modelo de comedia de enredos que originó. Es cierto que el proyecto de ley que no obtuvo quórum en la Cámara baja tenía el nombre de Cristina Kirchner bordado al orillo, con todo lo que implicaría. La sanción de esa ley sería la coronación del demodé frente antikirchnerista.
Mucho se habló de que ese fracaso de la propuesta de la Ficha Limpia se debía a un acuerdo bajo cuerda entre Cristina Kirchner y Javier Milei. Obviamente las ausencias de diputados de LLA y del PRO bullrichista –con sus inverosímiles excusas– mostraron a las claras la falta de voluntad por parte del oficialismo para que avance esa ley. Pero más que los acuerdos subterráneos, la verdad estaba más presente que la carta de la reina en el cuento La carta robada de Edgard Alan Poe. ¿Por qué Milei le daría semejante triunfo a la fuerza política que los libertarios quieren reemplazar el año próximo?
El mismo Mauricio Macri no puede evitar que su fuerza política se desvanezca, un poco debido a que Milei avanza donde él dudó y un poco porque su electorado se divide, y muchos dirigentes se disputan esa herencia. Pero Milei y Cristina reorganizan la polarización donde la expresidenta probablemente gane en provincia de Buenos Aires pero la fuerza libertaria se dispone a obtener un triunfo en buena parte del país, e incluso en la Ciudad de Buenos Aires. Este potencial triunfo de las huestes libertarias siempre se daría en caso de que logre mantener el índice de precios y el dólar “domados”.
Espectros del futuro. Muchos dirigentes peronistas se preguntaron qué pasaría si Cristina quedara definitivamente inhabilitada. Una hipótesis cierta es que la expresidenta se declararía proscripta, una situación parangonable a los dieciocho años en los que Juan Perón vivió exiliado y donde una resistencia enunció su nombre allí donde estaba prohibido.
En la hipótesis de la proscripción toda elección donde la expresidenta no pudiera presentarse sería ilegítima. Pero la otra hipótesis –dicha en voz baja– planteó que frente a la situación de fuerza mayor de la inhabilitación no hubiera forzado al surgimiento de otro líder, digamos de reemplazo. Lo que nadie puede negar es que aún hoy Cristina sigue siendo la dirigente con mayor intención de voto peronista, pero a la vez induciría a la ruptura de quienes no se sienten incluidos en ese barco. Esta es la apuesta libertaria, que mira tres jugadas adelante.
*Sociólogo.