COLUMNISTAS
PANORAMA económico

Tiempo de realpolitik a la hora de hacer negocios

Privatizaciones, gas a Brasil y luz verde a las represas con China, en la semana internacional de Milei.

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Contacto. Javier Milei y el líder chino Xi Jinping en su encuentro días atrás en Río de Janeiro. | AFP

China esta interesada en obras de infraestructura y en el Belgrano Cargas. Italia en desembarcar en AySA y en alguna otra empresa, de servicios a concesionar. Brasil está dispuesto a invertir en energía, incluyendo gasoductos.

Éstas son algunas de las conclusiones que el jefe de Estado argentino obtuvo en su semana más activa desde que es Presidente, al menos en lo que se refiere a encuentros bilaterales con sus colegas.

Obviamente no fue en el momento en que se susurraban cosas al oído, acto posterior a un gran abrazo que ambos se dieron. Pero se sabe algo del contenido que Milei y la primera ministra italiana Georgia Meloni hablaron en la bilateral de Buenos Aires del miércoles de la semana que terminó. En términos económicos, hubo dos conclusiones. La primera, la defensa de ambos de la presencia de la italiana ENEL en el país. La empresa es la operadora local de Edesur, una presencia que durante el kirchnerismo siempre resultó polémica y al borde del abandono. Se dice por lo bajo que Edesur no cambió de dueño, porque siempre esperó que durante el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner diera el paso de la gran amenaza permanente (privada en aquellos años y pública ahora) del ministro de Infraestructura plenipotenciario del kirchnerismo Julio de Vido; quien reconoció hace días que siempre impulsó la renacionalización de Edesur. Los italianos tenían este dato, y decidieron como estrategia política de la compañía, esperar a que se ejecutara la amenaza. Y luego ir al tribunal del Ciadi a ejecutar un juicio similar a los que unas treinta empresas le hicieron,  exitosamente, al país; al sentirse avasallados en sus derechos de propiedad por las nacionalizaciones kirchneristas. Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof y otros funcionarios de entonces, se plantaron ante De Vido y nunca se avanzó en la toma de Edesur, como sí se hizo con, por ejemplo, YPF. La embestida del exministro de Planificación se basaba en el pésimo servicio. Cortes incluidos. Sin embargo, el freno a la intención operaba con el criterio de la imposibilidad de desembarcar en la empresa y comenzar a operarla con eficiencia. Según los cálculos del momento, para que la compañía muestre avances, debería haberse invertido unos US$ 5 mil millones; dinero que el Estado kirchnerista, macrista, mileista y todo lo del medio, nunca tuvo ni tendrá.

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Para solucionar problemas, el Gobierno cerró filas con ENEL al encontrarse Milei con el CEO de la compañía, Flavio Cattaneo en la cumbre del G20 en Río; éste prometió nuevas inversiones y que buscará extender sus concesiones en el país. En carpeta quedó un gran negocio que se viene para el 2025: la privatización de AySA, una sociedad que está en el listado de las ocho empresas que podrían privatizarse, según la ley Bases II, y que sería una de las pocas que tendría interesados reales. Aparentemente, en el listado está ENEL, y su nueva relación con la Argentina. Italia corre con ventajas, al menos con sus competidores europeos. Hay todo un listado de compañías francesas que tuvieron la concesión del servicio de aguas en todo el país durante los 90, y la mayoría terminó con juicios ante el Ciadi a favor de las sociedades. Por ejemplo, Suez, que manejaba AySA y fue eyectada por decreto en los tiempos de Kirchner. Otro competidor podría ser España, pero mientras Pedro Sánchez esté en La Moncloa, la dueña de la ficha es la Italia de Meloni. ¿Por qué siempre un europeo? Acá sirve un dato que Meloni compartió con Milei. Si Argentina ordena su macro, cierra un acuerdo con el FMI y mantiene un riesgo país razonable, cualquier empresa europea que quiera invertir en el país. Por ejemplo, con alguna privatización contaría con créditos flexibles del Banco Central Europeo, a una tasa que opera por debajo del 4% anual. Sería otro revival de los 90. Así fue que Repsol compró YPF en febrero del 1999, al adquirir el 97,81% de la empresa pagando unos 15 mil millones de euros con fondos frescos provenientes de la UE. Ahora, para los europeos, fundamentalmente amigos, se abren oportunidades similares a las noventistas.

Meloni no es la única que abrió una autopista con Argentina. Milei parece haber encontrado otro potencial socio, dispuesto a invertir en el país en la nueva era: Xi Jinping. Tal como adelantó este medio, Argentina está dispuesta a reactivar el megaproyecto de las represas Cepernic-Kirchner en Santa Cruz, la obra más importante que tiene en el país, y que desde marzo está suspendida, junto con el resto de los proyectos de todo el territorio nacional. La nueva relación entre Milei y Xi nacida con la prórroga  vital del pago del swap de unos US$ 6.500 millones  y los votos a favor de este país en el directorio del FMI; pasa desde la cumbre de Río a otro nivel. Concretamente, la reactivación de la megaobra santacruceña, pero con una condición innegociable: que el dinero lo aporte en su totalidad Gezhouba, la constructora china, estatal, responsable del proyecto. Y digno recibidor de unos US$ 6 mil millones que requiere la finalización de la obra. A septiembre, el avance  era de un 50% en el caso de la Cepernic, y del 30% la represa Kirchner. Si se reactiva el proyecto, antes de que termine su primer mandato, alguna fase de la obra podría ser inaugurada por Milei.

Sin embargo, no es éste el principal objetivo chino en Argentina. El gobierno de Xi tiene en la mira otra de las grandes privatizaciones que Milei puede acelerar y concretar en 2025: el Belgrano Cargas y Logística SA. La empresa opera tres líneas ferroviarias que cubren un total de 7.600 km, y el proceso privatizador abarcará siete pasos diferenciados, pero que podrán ser operados por el mismo ganador de las privatizaciones. Serán concesiones por la vía, con derecho a pago de peaje, e incluirá el traspaso de los empleados afectados; dos concesiones de locomotoras; dos concesiones de vagones y dos concesiones de talleres que incluyen a los empleados asociados. Lo importante del proceso es que la concesión contempla la posibilidad de avanzar en la apertura de una ruta férrea entre el noroeste y el Pacífico vía Chile, donde se debería construir un nuevo puerto que abriría a Argentina el mercado asiático de litio, cobre, soja y derivados. El principal y potencial comprador de todos estos productos es China. Para el proyecto Belgrano Cargas, China tendría abierta la billetera completa, con un esquema de 100% de financiamiento a cambio del cobre de rentas futuras para productos que el país produciría en la Argentina para exportar a China. Win-win.

Hay un antecedente negativo. Este mecanismo de construcción de obras públicas en el área Pacífico financiado con fondos chinos, es el que se utilizó en el puerto de Chancay, en Perú inaugurado la semana pasada y controlado por la china Cosco Shipping, una de las tres más grandes operadoras portuarias del mundo. Sobre este proyecto, Donald Trump amenazó con cobrar un 60% de aranceles a todos los productos que lleguen a EE.UU. desde Chancay. Habrá que ver si la amistad manifiesta con Milei, alcanza para tener un waiver en el Belgrano Cargas y el puerto chileno, para que los chinos puedan ingresar. E invertir miles de millones de dólares.

El tercer negocio que llegó del G20 es el más notable de todos. Al menos, por la no relación existente entre Milei y Luiz Inácio “Lula” da Silva. Argentina y Brasil firmaron el acuerdo que implica que el país vecino adquiriría shale gas de Vaca Muerta, lo que permitiría aumentar significativamente las exportaciones de ese combustible, mientras que Brasil obtendría un suministro más barato y confiable de gas natural. Para cerrar el acuerdo, Argentina se comprometerá a terminar las obras de la reversión del Gasoducto del Norte, para que el combustible llegue a Brasil desde Bolivia. Esto implicaría que en 2025 el gas shale podría llegar a territorio brasileño. Además, para una segunda etapa, podría construirse un nuevo gasoducto a Brasil, pero ingresando desde la Mesopotamia hacia Uruguayana. Si el país supliera a Bolivia como proveedor de shale gas a Brasil, podría exportar entre US$ 5 mil y 10 mil millones anuales. Ya en 2025. Hacia adelante, todo lo que ese mercado necesite. En planes brasileños, la construcción de un gasoducto de estas características, aunque esté radicado en territorio argentino, debería tener un socio del país vecino como socio estratégico. París bien vale una misa, y terminar un nuevo gasoducto construido, eventualmente, por un brasileño de partenaire de un inversor local, sin que el Estado argentino aporte un dólar, pero que genere los US$ 10 mil millones anuales en menos de cinco años en exportaciones, bien vale una foto entre Milei y Lula.

Brasil suplirá con Argentina el gas que Bolivia ya no puede exportar. En 2014, ese país exportaba US$  6.624 millones en m3 de gas natural, rompiendo un récord histórico y generando reservas para el Banco Central de Bolivia hasta US$ 15.200 millones. Sin embargo, en 2023, las exportaciones de ese país ya habían caído un 69%, con reservas en el Banco Central de Bolivia en 1.905 millones (87,5% por debajo del 2014). ¿Qué pasó en Bolivia? Simplemente, se acabó el gas. Y Vaca Muerta aprovechará la oportunidad. Simplemente, negocios.