COLUMNISTAS
Funcionarios políticos y sus actitudes

¿Somos mejores que esto?

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Massa o Milei. Había que decidir entre un candidato siniestro o un fanático alucinado. | NA

En la duermevela se oye llegar el camión. Estaciona de culata sobre el pecho. Regurgitan los hierros en las entrañas. La descarga se recibe sin gritos, ni quejas. Derrama sobre el ánimo. Restos de insultos podridos, noticias sesgadas, datos malolientes, declaraciones ofensivas que hieren a personas, países, crónicas de crímenes salvajes, imágenes del horror. Nada hay, entre las sobras, para reciclar, pensar, masticar, alimentar los sueños. Ni el hueso de una idea con carne. ¿Somos mejores que esto?

Massa o Milei. Fondo de olla electoral. Había que decidir entre un candidato siniestro, hábil en el ejercicio de la política como el mero arte de mentir, o un fanático alucinado, diestro en salivar el resentimiento, avivar la llama del rencor que provoca el fracaso acumulado. Al ver a Milei desbocado negar, contradecirse, relamerse orgulloso del ajuste más grande de la historia como si fuera un éxito deportivo, sin un gesto, una palabra de compasión por el dolor que causan sus medidas, la pregunta retoma el vigor nocturno. ¿Somos mejores que esto?  

Gobernadores feudales, Insfrán. Intendentes que abusan de La Matanza, Espinoza. Senadores sometidos, Mayans. Legisladores labiales, Pichetto. Funcionarios alineados, encuadernados, empresarios cómplices, sindicalistas patrones, además de los que cada uno considere necesario sumar a la lista. El resultado de lo que han hecho, del que tienen su cuota-parte como responsables, está a la vista en las calles. Es la miseria que se ve. Ellos sí, se sienten mejores que esto. La culpa es de los otros.

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La “carrera política” no toca fondo. El que entra, queda. No egresa ni aun después de ser presidente. Sólo se trata de seguir, estar ahí. Llegar al menos a  ser Scioli, o Patricia Bullrich. Nadie renuncia. Ni siquiera ante delitos, prebendas, estafas que conocen, saben inconfesables, indecentes, inmorales. Ninguno dice basta, hasta acá, no puedo más, éste es mi límite. Menem murió senador, sin ser juzgado como autor intelectual por el estallido intencional de la fábrica de armas en Río Tercero. Condenados en procesos justos, con pruebas, De Vido, Cristina, Alperovich, se declaran inocentes. La culpa es de otro.

La “carrera política” no toca fondo. Nadie renuncia. Ninguno dice basta

Seis diputados nacionales de La Libertad Avanza visitaron en el Penal Federal de Ezeiza a Alfredo Astiz, Ricardo Cavallo y Raúl Guglielminetti, detenidos por delitos de lesa humanidad cometidos durante la última dictadura militar. Los nombres de esos legisladores estaban en la lista de Milei, ¿alguno de sus votantes sabían al elegir quiénes eran Beltrán Benedit, Lourdes Arrieta, Guillermo Montenegro, Rocío Bonacci, Alida Ferreyra y María Fernanda Araujo? La culpa es de otro.

El poder que los ciega, por el que se desviven/destrozan/descarnan/hasta perder el sentido del  porqué, para qué, la condición de ser humanos, es tan fugaz que sirve de poco a los que, pisando sobre cuerpos, escalando traiciones, alcanzan la cima, el pico de aguja del cargo sobre el que asientan el culo.

No todos, no para siempre. Después de seis meses de gobierno, de designar una ministra de Economía honesta, Marilina Jaramillo, de revisar cuentas, contratos, de ver cómo dejó el Estado provincial Alicia Kirchner, el nuevo gobernador de Santa Cruz, Claudio Vidal, reconoció: “Mi provincia fue saqueada durante muchos años. Las políticas que se aplicaban eran solamente para favorecer a un pequeño sector, al más beneficiado, al que para la tribuna gritaba que trabajaba para una sociedad en común, y en la privada, trabajaban solo para ellos. Ahora se dejó de robar…”

Treinta y tres años bajo el control de una familia desde que Néstor Kirchner fue gobernador en 1991. Tanto como Insfrán en Formosa, como los dirigentes sindicales en sus gremios. Periodistas locales amenazados, dirigentes opositores denigrados, militantes sociales perseguidos, cientos de miles de santacruceños sometidos, ¿cómo se compensa a las víctimas, quién devuelve el tiempo perdido a las vidas arruinadas?

La pregunta sigue ahí. ¿Podemos ser mejores que esto?

*Periodista.