Por ahora, el Gobierno logró imponer su agenda. Ocultar el crecimiento del costo de vida y el acuerdo con el FMI con la gran noticia del levantamiento del cepo.
Este sería un gran hecho que abriría la puerta a la resolución de los problemas argentinos. Vendrán las inversiones, el país será grado de inversión, en un año no habrá más inflación. Además, permite que Doña Rosa compre dólares libremente. Pero detrás del distractivo sobre si el billete verde sube o baja, están los condicionamientos del FMI y su programa de ajuste económico. Mientras algunos economistas enamorados del libreto aggiornado nos explican por qué esta vez será diferente, la discusión más profunda transcurre por debajo y refiere a qué tipo de sociedad nos lleva el actual modelo. Si hacia una en donde prime la movilidad social ascendente con una populosa clase media o hacia una latinoamericanización en donde la riqueza esté concentrada en unos pocos, y el resto termine arrojado a la pobreza.
Venimos insistiendo sobre este tema y en los últimos tiempos hemos conocido la visión de dos estudiosos del comportamiento de los mercados y los consumidores. Guillermo Olivetto publicó su interesante libro Clase Media mito, realidad o nostalgia en donde realiza una profunda reflexión sobre este tema. También conocimos una encuesta de la consultora Moier sobre ello. No se trata de devaneos teóricos. Con subas y con bajas tenemos una pobreza estructural, y un proceso generalizado de deterioro de la calidad de vida. Hemos pasado de una sociedad que aspiraba al progreso con equidad social a una con expectativas tan bajas, como solo aspirar a que los precios no suban, para no seguir cayendo en la escala social. Este problema no emergió durante el gobierno de Milei.
Es una situación que aparece con fuerza antes de las elecciones de 2015. Y que tras el fracaso de los gobiernos de Macri y Alberto continúa. La promesa que realiza el presidente Milei de que la inflación terminará dentro de un año, parece un tirar la pelota para adelante. Y un reconocimiento de que la inflación continúa siendo un problema, más allá que el oficialismo quiera explicar que el 3,7 de marzo no es inflación, sino acomodamiento de precios. Pero para el ciudadano de a pie si las cosas suben con mayor intensidad todos los meses eso se llama inflación. La misma tiene como contraparte que el dinero no alcance, y que para llegar a fin de mes, la mayoría o debió cambiar sus hábitos de compra o endeudarse.
La escala de sufrimieno social es ilustrativa. Entre la clase media alta el 53% no debió ni endeudarse ni modificar hábitos, entre la clase media típica solo 39% no debió hacerlo, entre la clase media baja el 31%, y entre los pobres solo el 17%. Dicho de otro modo el 66% de los pobres no puede comprar las cosas que necesita. Ni tampoco puede hacerlo el 45% de los medio bajos.
Este último dato es esencial ya que este sector social es el que define la supervivencia política de los gobiernos. Hasta marzo este segmento continuaba teniendo expectativas positivas sobre la gestión presidencial. Son quienes aspiran a ser clase media típica y huyen de la pobreza.
Hasta febrero 2025 nuestros estudios marcaban que con la actual orientación económica para un mayoritario 54% la argentina se dirige a ser un país latinoamericanizado con muchos pobres y la riqueza concentrada en unos pocos, mientras para el 41% será un país que volverá a ser de clase media. Lo interesante es que el único sector social en donde prima la idea de que seremos clase media es el medio bajo y para el resto las cosas van al empobrecimiento.
Si yo fuera gobierno estaría mirando todo el tiempo qué piensa este segmento social de la situación actual y hacia dónde nos dirigimos.
*Consultor y analista político.