Nunca la muerte natural de un periodista fue título y foto principal de la tapa de Clarín y La Nación. Es más, la muerte de Jorge Lanata ocupó en la tapa de Clarín el doble del espacio que el 15 de junio de 2017 se le dedicó al fallecimiento de su directora, Ernestina Herrera de Noble. Y en La Nación, el triple del espacio que el 26 de marzo de 2020 ocupó el fallecimiento de su director, Bartolomé Mitre. Y para confirmar que la mayor presencia es la de la ausencia, el diario que Jorge Lanata fundó y dirigió, Página/12, le dedicó apenas una mención pequeña en su tapa.
En las redes sociales el contraste fue mayor, el kirchnerismo criticando que se “vendió a Clarín” y Mauricio Macri refiriéndose a Lanata como artífice del cambio que inició su presidencia, prólogo de la actual de Javier Milei. Lanata no es solo un periodista, es un significante de la palabra que él mismo cargó de significado político: grieta, al punto que, obnubilados, tanto sus admiradores como sus detractores olvidaron lo que comparten con los libertarios: el kirchnerismo el mismo odio que Milei le tiene a Lanata, y los del PRO su contradictoria cercanía a Milei.
Quizás sin proponérselo ni darse cuenta, Mauricio Macri, Cristina Kirchner y Javier Milei desnuden en su triangulación con Lanata la clave del laberinto política que llevó a La Libertad Avanza al Gobierno.
Primero lo primero: el fin de la dictadura y el comienzo de la democracia. El Lanata de entonces se llamaba Bernardo Neustadt. Si el kirchnerismo y el macrismo coinciden en que Lanata fue artífice de la construcción de la narrativa que asoció político con corrupción, en el caso del PRO como virtud y en el del kirchnerismo como defecto, fue Bernardo Neustadt el artífice de la construcción de la narrativa que asoció Estado con ineficiencia. Cuatro décadas antes de Milei fue Bernardo Neustadt, con su prédica igualmente minarquista, quien instituyó la idea del Estado como problema y emblema de privilegios de los que se beneficiaban, que en aquel Estado de apenas 20% del PBI de gasto público, eran solo ciertos ricos a los denominaba “patria contratista” por sus contratos con el Estado como proveedores de obra o servicios públicos.
Fue Neustadt, igualmente antirradical, quien facilitó el camino a Carlos Menem para realizar las reformas económicas que con distintas proporciones y pericia lleva adelante Javier Milei y aunque sin lograrlo quiso implementar Mauricio Macri.
Si parafraseando a La Cámpora y emulando los 90 los libertarios crearon la agrupación La Carlos Menem, deberían crear otra agrupación con el nombre de La Bernardo Neustadt en homenaje al Steve Banon argentino de entonces, el primer libertario mediático y popular (dicho sea de paso, cuando falleció Bernardo Neustadt el 7 de junio de 2008 apenas mereció una pequeña mención en la tapa de Clarín).
Pero mientras desde el macrismo y el kirchnerismo se le asigna a Lanata ser el principal impulsor de convertir en sinónimo político con corrupto, lo que benefició transitivamente también a Milei rebautizándolo como casta, desde la cuenta de X John @MileiEmperador adjudicada a Santiago Caputo, se difundió este epitafio: “Lanata construyó el relato oficial de los 90 y nos legó toda una generación de periodistas pelotudos que creen que ser zurdos es ser inteligente. No alcanzaron sus años antikirchnerista para reparar ese daño”. Conociendo mejor el alma de los periodistas que John @MileiEmperador y para que mejore su diagnóstico sobre mi profesión, le amplío diciendo que –equivocados o no– los periodistas no creían que ser “zurdos” era ser inteligente, sino era ser buena persona. Además, el comunicador libertario Nicolás Márquez, con pésimo gusto, se refirió a la muerte de Lanata así: “Hace pocas horas ‘reventó’ en su ley”.
Para los libertarios Lanata es autor de la derrota conceptual del menemismo que posibilitó el posterior ciclo kirchnerista. Mientras que los kirchneristas se olvidan de esa etapa y para ellos Lanata fue el autor de la derrota conceptual del kirchnerismo y posibilitó la llegada de Macri y ahora de Milei.
Más allá de las exageraciones porque Elisa Carrió, junto a la revista Noticias y el diario PERFIL durante la presidencia de Néstor Kirchner y luego Clarín y La Nación en las dos presidencias de Cristina, se reparten méritos de lo último. Y nuevamente la revista Noticias, Verbitsky (su libro Robo para la corona), todo Página/12 en la primera presidencia de Carlos Menem, sumándose luego Clarín y progresivamente todo el periodismo en la segunda presidencia de Menem, también se reparten méritos de la derrota del menemismo. Pero si hay un elemento en común del que Lanata resulta significante es que cada uno de esos oficialismos, que por momentos fueron hegemónicos, encontró en el periodismo sus adversarios conceptuales y finalmente las sociedades de cada momento terminaron siendo sus verdugos contando con Lanata siempre en el grupo de vanguardia, la avanzada que pone el cuerpo y abre el camino.
La muerte de Lanata permitió de manera más nítida ver coincidencias entre el kirchnerismo y Milei (de las que ambos son conscientes) y diferencias entre Milei y Macri (de las que aún el electorado del PRO es inconsciente). Decíamos ayer en la columna de mi programa de las mañanas que a los libertarios les molesta especialmente quienes se opusieron igualmente al kirchnerismo como al menemismo, que criticaron “al menemismo por la corrupción, la pobreza y la desocupación y al kirchnerismo por la corrupción, la inflación y el desorden macroeconómico”.
Y cité el primer reportaje que le realicé a Javier Milei candidato donde le pregunto sobre la relación del anarcocapitalismo con el originario anarquismo de izquierda, donde el hoy presidente concluye que “es peor un socialdemócrata que un comunista” (...) “son personas que vieron el problema del Estado”. Creo que Estado y democracia constitucional son sinónimos en la mente de Milei, por lo que sus reales enemigos son los verdaderos liberales, los liberales sociales, tan liberales en lo económico como en lo cultural y en lo político. “En Brasil, estos espacios se aliaron a Lula y terminaron derrotando a Bolsonaro. En Argentina, si este espacio se fortaleciera, podría forzar una renovación en el peronismo y protagonizar un frente opositor altamente competitivo”.
Mientras tanto, el gran aliado de Milei es el kirchnerismo, porque la corpo y la casta riman con dos sílabas de una misma vocal. Son el límite a sus pretensiones hegemónicas.
----------------------------------------------------------------
Sigue en: Cambio, evolución, degradación y oportunismo