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Segundo tiempo del PRO

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El nuevo pro. El jueves en la Boca, bastión originario de su carrera política, Mauricio Macri dio su primer discurso como nuevo presidente del partido. | na

En su reaparición pública como presidente del PRO y con una retórica notoriamente mejorada, Mauricio Macri dio un discurso estructurado e hilvanado de 24 minutos sin leer. Lo mejor fue su propia evaluación de errores y aciertos propios, describiendo las condiciones de posibilidad que generaron la emergencia de Javier Milei y La Libertad Avanza.

Logró navegar el delicado equilibrio del “sí, pero” elogiando a Milei de manera inequívoca pero al mismo tiempo criticando dos de las principales carencias de su gobierno: la metodológica y su entorno, dejando abierta la puerta para poder eventualmente argumentar en el futuro que falló la implementación pero no las ideas, por incapacidad de gestión de las personas incorrectas.

Por el sistema de PASO y balotaje quien saca 30% en las PASO gana el balotaje con 51%

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En los dos reportajes que realizó tras el acto, con TN y LN+ (mejor conducido el primero facilitado porque preguntaba solo uno), este Macri se pareció más al de la simpleza argumentativa que lo caracterizaba probablemente también por el formato de continua interrupción que limita las exposiciones a frases sueltas en la búsqueda de títulos altisonantes impidiendo cualquier totalización.

En su discurso pudo explicar de dónde viene el PRO, qué es y hacia dónde aspira ir, de la misma forma que el diagnóstico de los talones de Aquiles del Gobierno, mientras que en las reportajes el foco de los periodistas estaba en las controversias con el Gobierno, donde emergen tácitamente conflictos frente a potenciales negocios que podrían realizar con privatizaciones y licitaciones distintos grupos empresariales.

Lo importante para entender el futuro no está en esas peleas por espacios de poder presentes entre La Libertad Avanza y el PRO, sino en descubrir cuál será el sistema político que surgirá dependiendo de cuando la sociedad desee ingresar en el posmileísmo. Si fuera antes de lo esperado –2025 por el fracaso de economía–, el PRO tendría que poner foco en sus diferencias con el actual gobierno, y si fuera después de lo esperado –2029 con un Milei exitoso reelecto en 2027–, el PRO tendría que cuidarse de no ser absorbido y cooptado por LLA. 

Pero aun en la disputa entre ellos mismos por el electorado en común no juegan solos el PRO y la LLA. Son relevantes los exaliados del PRO, los otros integrantes de Juntos por el Cambio, especialmente los radicales, con su amplia presencia territorial en gobiernos y municipalidades, que si lograran crear una alianza electoral similar a la legislativa con una versión ampliada de Hacemos Coalición Federal, con el peronismo cordobés, el socialismo de Santa Fe y peronistas anti K, podría atraer a la parte moderada que aún integran los votantes del PRO (un tercio del total de votos de las PASO 2023 fueron de Rodríguez Larreta) haciendo superponer aún más el electorado restante del PRO con el de LLA.

También el futuro del PRO dependerá de cómo evoluciona el peronismo: si hacia mantener la preeminencia del kirchnerismo como principal integrante del PJ o hacia una renovación generacional que deje atrás a Cristina Kirchner. Al igual que el extinto Juntos por el Cambio tenía un ala halcón y otra moderada o más de derecha o más de izquierda, el Frente de Todos devenido en Unidos por la Patria también tiene dos sectores que comparten diferencias entre sí.

Si Cristina Kirchner mantuviese protagonismo, los votantes se polarizarían beneficiando a quienes representan las posiciones más duras de derecha. Aún hoy Cristina Kirchner continúa teniendo la mayor cantidad de votos que cualquier otro peronista pero habrá que ver cómo la afectan el paso del tiempo y la evolución de sus causas judiciales, que muy probablemente terminen condenándola a prisión domiciliaria.

El mapa político argentino en realidad viene teniendo seis sectores: dos que integraban Juntos por el Cambio, otros dos que hacían lo propio en el Frente de Todos, más la izquierda trotskista en un extremo y la extrema derecha libertaria del otro. Pero el balotaje viene licuando todos los matices que desembocan en la polarización propia de un sistema de segunda vuelta electoral por simple mayoría, donde quien logre solo el 30% de los votos en las PASO termina siendo presidente, así fue no solo con Milei, sino también con Macri en 2015 y aun sin PASO se podría decir que también Cristina Kirchner tenía en 2019 no mucho más del 30% propio de votos. Como ya otras veces explicamos en estas columnas, lo mismo que sucede en las grandes corporaciones donde un accionista con el 51% de una sociedad que controla otra también con el 51%, teniendo finalmente solo el 25%, tiene el manejo completo.

Una vez digerido lo que le dijo Santiago Caputo a Mauricio Macri, “el gobierno de Milei no es el segundo tiempo de Macri”, el fundador del PRO tuvo que focalizarse en desarrollar el segundo tiempo del PRO, buscando que, si la presidencia de Macri en 2015 fue el prólogo de la presidencia 2023 de Milei, que esta no sea el epílogo del PRO.

Como en la fábula del zorro y el erizo, resta ver si el gato le gana al león

Parafraseando el ensayo del filósofo Isaiah Berlin sobre el zorro y el erizo (“muchas cosas sabe el zorro, pero el erizo sabe una sola y grande”), resta por dilucidarse, entre el gato y el león, quién será el rey de la selva de derecha.

Lo que suceda con la economía en los próximos meses será determinante y no pinta tan bien.

 

Continúa mañana: Crisis de confianza