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Santiago Caputo se arrojó sobre una granada para impedir que volara Javier Milei

El asesor estrella cortó las respuestas a Viale para salvar a Milei con una distinción clave. Si reconociera la promoción personal, el presidente difícilmente podría excusarse de la intervención de la justicia de Estados Unidos.

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¡Atenlo!!!! | Pablo Temes

“Ya no es superpoderoso. El Presidente le puso límites”. Primera definición grave contra Santiago Caputo por parte del Jefe de Gabinete, Guillermo Francos, para seguir con una retahíla de objeciones sobre el personaje. A la hora de la venganza se anotó Manuel Adorni, más pausado, contra el mismo asesor estrella. Raro: nunca se había exhibido una brecha tan notable dentro del Gabinete—ni siquiera cuando denostaron a la Vice Victoria Villarruel por golpista— y, menos, un atrevimiento crítico sobre el hermano de sangre del Presidente, el tercero en su línea de confianza según sus propias palabras. Nadie cree, por lo tanto, que ambos funcionarios hablaran por su cuenta, ya que además confesaron que Milei había estallado en bilis contra Caputo. O sea: replicaron lo que les habían encomendado en la Casa Rosada. Y bombardearon sin disgusto, con placer, debido a la soberbia y desprecio que mostró el consultor durante su gestión, autoimaginado como un Robespierre del siglo XXI. O del XXII, según su altanería.

Lo curioso del estallido es que se produjo por una intervención de Caputo durante la grabación de un programa de tv, y no por la brutalidad sucedida en el burdel internacional de las criptomonedas. Insólito lo que le ocurrió a Caputo, quien se introdujo en un reportaje para cortar una declaración del Presidente. Sostuvo en el oído de Milei lo inconveniente de unas palabras vertidas por el mandatario. Como el episodio trascendió inesperadamente por la difusión del video “crudo” en las redes—obvio: la anécdota de la intrusión no apareció en la edición televisiva—, para muchos constituyó un acto de osadía inaudita en alguien que no hizo la conscripción y no respetó la superioridad de un amigo. Hasta el periodista (Joni Viale) sufrió las consecuencias, le imputaron felonías hasta los que practican felonías: la Argentina al palo. Tan al palo que esa anécdota sobre una amigable entrevista periodística de pronto enardeció al Presidente más que su propia pifia por la promoción (o difusión, según sus aclaraciones semánticas) de una millonaria operatoria en el mundo de las criptomonedas.

$Libra lastimó la relación entre Karina Milei y Santiago Caputo, y el escándalo no va a parar

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Antes de ingresar al sofisticado escándalo, una reparación sobre la actitud de Caputo, quien actuó con la heroicidad de un guardaespaldas que se arrojó sobre una granada para impedir que volara su Presidente. Mucho cine en el autor de la semejanza. Pero hubo arrojo en el asesor estrella para cortar las respuestas a Viale: pretendió salvar a Milei con una distinción clave, evitar que admitiera como personales y privados los tuits que generaron la suba monumental de un precio y su baja consecutiva en apenas unos minutos. Astuto detalle del cuestionado asesor estrella para sortear cualquier apelación ante la justicia de los Estados Unidos, que le concede inmunidad soberana al mandatario que genera un daño comercial a ciudadanos o empresas de su país. Y no así a un privado. El jefe de Estado actúa como autoridad —como si emitiera un bono, por ejemplo—, puede cometer un error politico, economico, no un delito, al revés de un privado que genera daño comercial a ciudadanos o empresas norteamericanas. Es la ley de USA. Si reconociera Milei la promoción personal estaría equiparándose a un influencer y difícilmente podría excusarse de la intervención de la justicia del Norte. Nada que ver, entonces, con otras interpretaciones, aunque no se sabe si la intromisión de Caputo ocurrió porque conocía el riesgo legal en otras tierras o por la ilusión de disponer de un poder que no le concedieron los votos. Milei tal vez se lo hizo recordar vía Francos y Adorni (quien hizo mutis por el foro cuando correspondía que hablara el lunes pasado: seguramente también lo instruyeron para escaparse de la habitual conferencia de prensa).

El escándalo de las cripto afectó a Caputo, aunque quizás sea uno de los menos involucrados. Otros parecen zafar, justamente los que participaron en las reuniones (el mismo Adorni, traductor seguramente de Karina Milei) que armaron el guión. Se vienen cambios por culpa del “curro” importado (para no discutir si es delito o no), de la confianza excesiva en colaboradores del exterior que apoyaron en la campaña y, singularmente, el primer perjudicado ha sido Ariel Lijo: cuando creía que iba a ser juez de la Corte, el alboroto lo mando al sumidero en el Senado. Por su reconocido error, el Gobierno descendió a ser un “mal menor” de la política argentina, necesita del viento que aporte Donald Trump y el FMI para continuar su plan económico , satisfacer al gobierno de Israel con la aprobación del juicio por ausencia —con el resto de los partidos—, mostrar otras caras (“filtros”, afirma el mandatario) en sus vidrieras y aprender de negocios en los cuales no son expertos.

Escándalo $LIBRA: hasta dónde llega

Milei, posiblemente, en el ida y vuelta del criptogate no se equivocó solo con el primer tuit, quizás mucho más con el segundo. Se embarró. Alguien, desconociendo la minucia del tema, recordó una operatoria semejante, más convencional, hace décadas: cuando Franco Macri se quedo con SEVEL (Peugeot) y varios socios aportantes se comprometieron a no vender las acciones por más que treparan en el mercado. La suba fue importante y, singularmente, uno falto a la palabra contraída: fue su cuñado Blanco Villegas, dicen. La toma de ganancias del familiar provocó una sufriente debacle, de milagro se salvo la empresa de la quiebra. Franco nunca lo perdonó. En este otro caso, alguien también aprovechó una ganancia fácil, vertiginosa, en un espacio tan peligroso como el casino de las cripto.