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Rosca política, al rojo vivo

Karina, “el Jefe”, expulsa a “traidores” y disciplina LLA, Macri lucha por la subsistencia del PRO, Kicillof sufre “la capacidad de daño” de CFK.

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¡¡¡Cartón Lleno!!! | Pablo Temes

Por si a alguien le cabía alguna duda del poder real de Karina Milei, el episodio que tuvo como víctima de su enojo a Ramiro Marra fue contundente. La expulsión ipso facto del partido del legislador porteño de alto perfil mediático, causada por el hecho de haber votado favorablemente el aumento de impuestos requerido por Jorge Macri en el proyecto de Ley del Presupuesto en el ámbito de la Ciudad, fue la conclusión de un largo proceso de distanciamiento con la hermana del Presidente. Por lo tanto, cuando Javier Milei dice que ella es “el Jefe”, no está expresando un eufemismo. El legislador porteño ahora huérfano de partido había intentado mil formas de revertir esta animadversión que le prodigaba la secretaria general de la Presidencia. “Hablo con ella”, llegó a decir en un reportaje hace unos días cuando lo interrogaron sobre su relación. Eso, evidentemente, no era verdad. “Era un traidor”, lo fulminaron desde el círculo áulico del oficialismo. Hay dos datos curiosos: el primero es el retardo con que se adoptó la medida, ya que el presupuesto porteño fue aprobado el 13 de diciembre del año pasado; el segundo es que, además de Marra, también lo votaron a favor los legisladores libertarios Jorge Reta y Eugenio Casielles.

La onda expansiva de humillación a la que se lo sometió a Marra sigue haciendo sentir sus efectos dentro del Gobierno. En muchos funcionarios hay miedo. Para muchos, el mensaje es muy claro: no hay lugar para el disenso interno al que se lo toma como muestra de indisciplina que, por ende, merece un castigo. A eso se le agrega una cuota de maltrato y desconsideración. Por eso, el “indisciplinado” legislador se enteró de la medida por medio de un mensaje en la red X pasadas las once y veinte de la noche del miércoles.

A las peleas internas se les agregan las externas. El Presidente debió batallar a lo largo de la semana con los efectos nocivos que produjo su horrible discurso en Davos, en el que lanzó gruesos improperios contra las políticas de igualdad de género y contra los homosexuales. Intentó en vano hacer creer que había habido una maliciosa distorsión de sus dichos. Lo apoyaron en esa cruzada algunos de los intelectuales que le son afines, que hacen acordar por sus argumentos y formas de expresarlos a los kirchneristas de “Carta Abierta”. Algunos de estos estuvieron en la marcha de ayer a la que el peronismo se subió en su desesperada busca de obtener un rédito político. Salvo alguna muy rara excepción, a la mayoría de ellos nunca se les escuchó decir nada sobre José Alperovich, condenado por abuso sexual contra su sobrina; sobre Fernando Espinoza, denunciado por acoso sexual por una de sus secretarias; o sobre Alberto Fernández, imputado por lesiones leves y graves doblemente agravadas y por amenazas coactivas contra Fabiola Yañez.

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La rosca política está al rojo vivo. Esta semana se concretó la ruptura del PRO en la Legislatura porteña. Lo que se consignó en esta columna la semana pasada se viene cumpliendo inexorablemente: la demolición sostenida del espacio que es el último bastión de Mauricio Macri. El expresidente viene demostrando tener plena conciencia de esto y está actuando para tratar de evitar la extinción de su partido, algo que, a la luz de los hechos, le resulta cada vez más difícil de lograr. Por eso tuvo que interrumpir sus vacaciones en el Sur, para reunirse con sus leales e intentar parar la fuga de concejales, legisladores e intendentes.

Macri ya decidió que va a hacer campaña. El distrito que recorrerá como en sus épocas de jefe de Gobierno será el de la Capital Federal. Eso lo complementará con actos proselitistas en el resto del país. Hay que recordar que este año se renuevan 24 senadores correspondientes a ocho distritos y 127 diputados. El expresidente es plenamente consciente de que con el PRO solo no le alcanza para ganar. Por eso deberá buscar aliados. Y esos aliados no pueden salir de otro lado que no sea la Unión Cívica Radical y la Coalición Cívica. Notable la paradoja de la política vernácula: se pasan la mayor parte del tiempo peleándose en disputas vanas dominadas principalmente por los egos para después caer en la cuenta de que no tienen otra alternativa que la de juntarse.

Las aguas están también revueltas en el peronismo. Cristina Fernández de Kirchner batalla fuertemente para evitar que Axel Kicillof le arrebate la provincia de Buenos Aires. Sin ese distrito, el poder de la expresidenta sufriría una mengua casi letal. “El gobernador está sufriendo ahora en carne propia lo que es la capacidad y voluntad de daño de Cristina”, confesaba hace unos días una voz que conoce al dedillo lo que está pasando entre los dos. En su incesante búsqueda de limitar a su exdelfín, CFK autorizó que se aprobara el presupuesto 2025 para la provincia. No lo hizo como un acto de racionalidad ni muchos menos de bonhomía. Lo hizo para tenerlo controlado. La falta de aprobación del presupuesto 2025 hubiera obligado a la prolongación del de 2024, lo cual siempre le hubiese dado al gobernador un poder de discrecionalidad en el manejo de esos fondos públicos prácticamente ilimitado. Ella bien lo sabe.

La lucha ahora es por el desdoblamiento de las elecciones. Eso es lo que quiere Kicillof. Eso es lo que no quiere la expresidenta. La razón de esto es muy simple: los dos se quieren despegar de la elección nacional que, según las encuestas de hoy en día, serían ampliamente favorables al oficialismo.

Mientras ellos se distraen en estos menesteres, el asesinato de Lucas Aguiar, el joven de 20 años que previamente había contado en una entrevista a C5N que había sido víctima de cinco intentos de robo, generó manifestaciones con muestras de violencia e indignación. Como siempre hace el gobernador, lo único que atinó a hacer es a echarle la culpa al gobierno nacional por la falta de envíos de fondos. Una mentira de las tantas de Kicillof. Durante los cuatro años del gobierno de Alberto Fernández, CFK y Sergio Massa, la inseguridad en Moreno y el Conurbano profundo era la misma que ahora.

Como se dijo desde el comienzo del mandato de Javier Milei, la gobernabilidad de su gestión está atada a la evolución de la economía. Y, desde ese punto de vista, el Gobierno viene siendo exitoso en el nivel de la macroeconomía. En la micro las cosas son distintas: la realidad que vive el bolsillo del ciudadano de a pie sigue siendo dura.

Los técnicos del Fondo Monetario Internacional terminaron su gestión en Buenos Aires que dejó al Gobierno bien parado.

Los informes del Bank of America y del JP Morgan lo reflejaron en forma precisa, augurando un préstamo importante del organismo –con un primer desembolso de unos 5 mil millones de dólares y otro posterior que podría llegar hasta los 20 mil millones– para que se pueda implementar el levantamiento del cepo. Esta es una medida clave sin la cual el programa del Gobierno de atraer inversiones no podrá avanzar. Se vienen semanas decisivas.