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boca agudiza su crisis

River se quedó con un superclásico caliente y Gallardo demostró su aura

El entrenador millonario, en el primer duelo contra Boca desde que volvió al banco de River, dejó claro que está hecho para este tipo de duelos. Formó un equipo con mayoría de suplentes y, sin embargo, dominó la pelota, tuvo las situaciones más claras y fue superior, no por brillantez, sino porque se jugó a lo que quiso. Recién en el segundo tiempo, Boca, en su desesperación, avanzó con intenciones, pero sin ideas. El análisis táctico del doctor Herbella.

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Década ganada. Lanzini convirtió el único gol de la tarde y el primero desde que regresó a River. Había marcado en la Bombonera en 2014. | sergio piemonte

Al partido más importante del fútbol argentino, Boca llegaba necesitado de victorias por su mal presente y River con la cabeza en la definición del martes contra Colo Colo por la Copa Libertadores. En ese contexto, la decisión del Muñeco Gallardo de jugar con suplentes incrementó las obligaciones del equipo de Martínez: jugando de local y con todos los titulares, no había otro resultado válido que la victoria.

En un superclásico intenso y trabado, con tarjetas tempranas, patadas y muchos golpes, Boca perdió. Ni siquiera la polémica por el gol anulado del final le cambió la cara a una performance que dejó muy poco en lo futbolístico. Hasta los 60 minutos, no había siquiera pateado al arco. El ingreso de Zeballos, en el segundo tiempo, le dio un cambio de cara al ataque.

River fue superior no por brillantez, sino porque se jugó a lo que quiso. El entrenador salió con una línea de tres zagueros para tomar a Cavani y Merentiel siempre con un hombre libre y así evitar el mano a mano. Priorizó reforzar el centro y, en el peor de los casos, otorgar ventajas en las bandas. En el primer tiempo, tuvo una postura ambiciosa, y los laterales se proyectaron, hasta que Lanzini convirtió el gol. En la segunda parte, con el mismo esquema, jugó a otra cosa. Era un juego más directo, saltando la presión por arriba y licuando cualquier atisbo de fútbol prolijo de salida con toques. De esta forma, le cedió el protagonismo a su rival, pero sin dejar de atacar: tuvo tres jugadas claras de contragolpe en los pies de Borja, que el colombiano no supo resolver.

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Boca, en su desesperación, fue con intenciones, pero sin ideas. Generó más por la izquierda que por la derecha. El tándem Blanco–Zenón al menos aportó profundidad. En el último minuto de descuento, en uno de esos desbordes por izquierda y con centro de Blanco, llegó la polémica.

Adentro del área había cuatro defensores de River contra cinco atacantes de Boca. A Giménez, la pelota le queda levemente alta, pero saltando, sin buen destino, llegó a tocarla con el pie. Su intención era enviarla hacia al arco, pero salió hacia arriba y casualmente terminó pegando en el brazo: gracias a ese toque pasó por arriba del desplomado Armani y entró pidiendo permiso al gol. Todo River pidió mano y el árbitro se tomó su tiempo en el VAR para corroborar el reclamo.

Tras la anulación, la expulsión de Lema por el reclamo no hizo más que darle el tinte pasional y belicoso que todo superclásico vibrante debe tener. Para los hinchas de Boca, deja un sabor muy amargo. Para los de River, es una muestra más para seguir viviendo en la Matrix y corroborar su creencia de que Gallardo es el elegido.