COLUMNISTAS
invitaciones

Recuerdos del futuro

Logo Perfil
. | Cedoc Perfil

El deseo ajeno es un virus en el alma de las pobres gentes.

En una de las escenas de su infancia, está viviendo en la casa de sus abuelos con sus padres y hermanos y su tía recién casada y el marido de su tía, a quien acaba de conocer. La tía, que ya cultiva el gusto por la descendencia que justifica la existencia, le dice: “Sobrino, con ese piquito de oro, cuando seas grande vas a ser abogado y vas a ir al programa de Mirtha Legrand”. Hay un corte, una pequeña elipsis en la escena, porque es difícil adentrarnos en la memoria ya no invulnerable de un señor mayor, y lo vemos en la puerta de esa casa, pateando obsesivamente una pelota de goma, encima rayada, contra la pared. La pelota va, vuelve, él la patea y no deja de pensar si el programa de Mirtha Legrand será el escalamiento al Himalaya de su vida o el mayor error.

Por cierto, nunca fue invitado a ese programa, aunque es dable suponer que cuando a la eterna conductora se le acabe la cartera de periodistas y políticos oficialistas y actores y actrices y médicos de toda laya tal vez le toque un numerito de la tómbola infinita, una posibilidad infinitesimal. De elegir, habría preferido almorzar con la nieta, para ver de cerca si es tan linda como dicen que es.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

En el castillo de destinos irrealizados de su vida, tampoco se recibió de abogado. Ni siquiera cursó una sola de las materias que a lo largo del tiempo permiten averiguar los sutiles distintos entre el ejercicio de la ley y sus mecanismos de elusión y el cumplimiento de la justicia. En principio, porque carece de memoria visual y mental, es incapaz de recordar un solo artículo o sentencia y lo deprime la sola vista de los gastados escalones del edificio de Tribunales. Su ambición era la de convertirse en un deportista de elite, un futbolista de selección, colgarse de los alambrados en la cancha como un mono de sus rejas después de hacer un gol, pero su baja altura, sus piernas gordas, sus caderas anchas, su pie plano, su lordosis, su sifosis y escoliosis, además de su miopía creciente, le impiden correr detrás de una pelota ya más grande que las que supo patear de niño, y ni pensar en cabecearla, el golpe le sacudiría los sesos como si recibiera el sacudón de un misil.

¿Galán irresistible? ¿Latin lover? ¿Playboy? Ni hablar. En suma: desde niño desaprovechó las oportunidades que nunca tuvo. Cuando escucha al presidente diciendo que de seguro se va a ganar el Nobel de Economía, piensa: “El mundo es raro, hasta eso puede ser”. Y después: “Mirtha… Mirtha…”.