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Por un frente antifascista

Te recuperabas de una pequeña intervención quirúrgica y la convocatoria para la marcha antifascista te tomó de sorpresa. Querías ir, porque habías promovido la formación de un frente antifascista que, al día siguiente de las movilizaciones argentinas, el domingo 2, tuvo un lanzamiento en Berlín. Finalmente decidiste seguir el desarrollo de la marcha en Buenos Aires a través de los partes que te mandaban a través de mensajes telefónicos.

A la noche, tu marido te trajo un souvenir, el extraordinario cartel donde se ve a la Sra. Bullrich estencileada en rojo, con un cuello estencileado en negro que ostentaba los símbolos del nacionalsocialismo: Las SS y la cruz de hierro. Debajo, una composición en letra cuasigótica en negro, con la e en rojo: Bullreich.

La composición era perfecta en su sintaxis. Con solo un agregado (la letra “e” subrayada en rojo) el nombre de la ministra de Seguridad (y los tantos otros títulos acumulados en su errática carrera) decía prácticamente todo sobre la época: la fascinación por el fascismo histórico (y por su inspiración romana) como caldo de cultivo de una cancelación de la democracia y de los valores con ella asociada (el parlamentarismo, en primer término) pero, además, el reinado de matones que constituye este gobierno, que chapotea con algarabía en el imperio del bullying.

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Contra eso, había que crear un frente, y sostenerlo. Para vos fue una alegría suplementaria que esa convocatoria viniera de la mano de las comunidades disidentes respecto de las cuales se ha definido tu vida.

Un frente así pensado es necesariamente plural. ¿Acaso tu amiga Carolin Emcke no apeló el domingo pasado a partidos de los cuales está seguramente lejos pero que deberían integrar ese frente antifascista? Recordemos parte de su discurso: “Se habla de un cortafuegos. Pero debe quedar claro qué significa eso. Un cortafuegos no solo significa no ofrecerse a cooperar con la AfD. Un cortafuegos significa defender la libertad y la igualdad de todos sin hesitación. No hay jerarquía de personas, y eso se aplica independientemente de las preferencias o convicciones políticas. Por cierto, querida CDU, esto es también lo que ustedes siempre afirman como su núcleo político. ¿Qué fue del concepto cristiano de humanidad, según el cual todas las personas son iguales? ¿Dónde está la Unión Demócrata Cristiana? Se dejan arrastrar de las narices por los extremistas de derecha y ni siquiera se dan cuenta de que con ello reniegan de sus propios valores”.

Cámbiense en cada país los nombres de los partidos. El frente antifascista ya está en marcha.