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Platini y Cristiano, dos cracks que padecieron a Diego y Leo

14_09_2024_cristiano_ronaldo_afp_g
Imbatible. El portugués convirtió su gol 900 con la selección de su país, ante Croacia. | afp

Ahora que la Argentina se va convirtiendo en una selección terrenal; que gana y pierde (aunque todavía gana más de lo que pierde), jugando bien de a ratos, ordenado, con toques y triangulación; jugando mal en otros pasajes, sin cambio de ritmo, sin nadie que rompa por afuera y con poca participación de los centrodelanteros (problema histórico de la Selección), ahora que con Messi en el final de su carrera nos vamos acostumbrando a una Selección, como decía, terrenal, es buen momento para volver a repasar la historia de algunos jugadores celestiales. Pero no de cualquier tipo de jugador celestial, sino de esos que, siendo cracks inmensos, teniendo todo para haber sido el mejor jugador de su época, tuvieron la mala suerte de convivir, de ser contemporáneos, de otros futbolistas no celestiales, sino más que celestiales, estrellas inconmensurables.

Al día que escribo esta nota, Cristiano Ronaldo marcó 901 goles. Es un récord que tiene todo para ser insuperable. No me imagino cómo se podría quebrar. Ocurre que Cristiano es uno de los más grandes jugadores de la historia del fútbol y tendría todo, todo, todo, para ser el más grande, por lejos, de nuestra época, si no fuera que se topó con cinco letras: Messi. Messi dejó en segundo lugar a un jugador de tal tamaño que, al igual que su récord, va a ser difícil que se repita. Cristiano solo despierta admiración. Es una bestia del gol, y no hay nadie como él, porque, de hecho, Messi no es como él, es mejor, y los demás, en cambio, son peores. Cristiano es ya un mito, pero sin Messi lo sería sin dudas más.

Algo no muy lejano pasó en los 80. Platini sería hoy el más grande 10 de la historia, solo comparable a Zidane y tal vez a Ronaldinho. Para los que no lo vieron jugar, déjenme decir que Platini era de un talento tal que todo lo que podamos decir sobre él es poco (esto vale también para Zidane). Pero no fue el más grande 10 de la historia, ni siguiera el más grande jugador de su época, porque tuvo la terrible mala suerte de ser contemporáneo de Maradona. Al igual que de Diego, en YouTube se encuentra fácilmente videos de Platini. Mírenlos. Pero esos videos suelen mostrar las mejores jugadas (lo que no es poco), pero no muestran cómo Platini manejaba los tiempos del equipo (la Juventus, la selección de Francia campeona de la Eurocopa 84 –el primer título que ganó en su historia–), no muestran el liderazgo dentro de la cancha, no muestran el temor de los adversarios al enfrentarlo.

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Tiene algo de literario esta historia. La literatura (como el cine noir también) tiene una preferencia por los perdedores. Los personajes perdedores se nos vuelven simpáticos, nos identificamos con ellos, cuestionan la idea de éxito. Pero Cristiano y Platini no son perdedores. Al contrario, ganaron mucho, casi todo (solo no lograron salir campeones mundiales con sus selecciones), y fueron cracks inmensos. Pero se toparon con Maradona y Messi, que rompen las leyes de la lógica. Maradona es mi hogar, Messi el de mi hijo. No hace falta aclarar mucho más. Pero mi devoción por Platini y Cristiano es inmensa.