Cuando el flamante papa Francisco ofreció su primer Ángelus, sorprendió a los más de 150 mil creyentes y turistas curiosos que se agolpaban en la Plaza San Pedro. Todo iba de acuerdo al protocolo, hasta que los colores pudieron más. Los colores, sí el azul y el rojo. El azulgrana. Estaba por terminar la ceremonia y el flamante Papa lanzó, como un reclamo celestial, como un pedido de hincha: “¡Que gane San Lorenzo!”.
El papa Francisco se hizo fanático del Ciclón cuando todavía era el niño Jorge Bergoglio. En 1946 el legendario San Lorenzo de Pontoni, Martino y Silva salió campeón después de lucirse ante cada rival que se le presentaba. Jorgito, de 9 años, quedó deslumbrado. Eligió esos colores, eligió esa pasión, que como todo hincha sabe es para toda la vida. Esa decisión no estuvo influenciada en que el fundador del club haya sido el cura Lorenzo Massa. Fue una elección estrictamente futbolística.
Años después, ya convertido en sacerdote, cada 1º de abril, día de la fundación del club, oficiaba una misa en la capilla del club. En 2008, el año del centenario, el entonces Arzobispo de Buenos Aires dio misa en el oratorio de San Antonio, un lugar simbólicamente muy fuerte, porque allí fue donde se fundó San Lorenzo.

Fue tal su devoción con el fútbol, que Francisco destinó un espacio dentro del Vaticano para atesorar objetos vinculados a la pelota que le regalan los fieles. En una vitrina, exhibe los más preciados: una camiseta de Leo Messi, otra de San Lorenzo campeón del torneo Inicial 2013 junto a una réplica del trofeo de ese torneo y los guantes de Sebastián Torrico. Un museo propio que armó con las ofrendas que fue recibiendo.
La camiseta y los guantes del arquero fueron obsequios que Marcelo Tinelli y Matías Lammens le entregaron en el Vaticano. Un día después del cumpleaños del Papa, los por entonces dirigentes del Ciclón se acercaron a las habituales audiencias generales de los miércoles para entregarle los regalos. Minutos antes, Francisco había dicho ante una Plaza San Pedro abarrotada de fieles: “Saludo de manera especial al equipo de fútbol de San Lorenzo, que acaba de salir campeón el domingo pasado”.
Poco más de diez años después, el Papa recibió a otro presidente de San Lorenzo: Marcelo Moretti. Fue en septiembre del año pasado y el encuentro también estuvo plagado de regalos: una camiseta retro con la estampa de su ídolo René Pontoni, una remera de básquet y un pedacito de tablón de las tribunas del Viejo Gasómetro. Cada uno de esos objetos dispararon en el Papa recuerdos de su infancia, de cuando el niño Jorge era un hincha más.
En el futuro estadio
Fue en ese encuentro que el presidente del club le propuso a Francisco que cuando construyan un nuevo estadio en el predio que recuperaron en Avenida La Plata lleve su nombre. Allí, donde estaba el Gasómetro, donde Jorgito iba para deslumbrarse con aquellos equipos que lo enamoraron. En algún momento ocurrirá el homenaje: bautizarán al estadio con el nombre del hincha más ilustre, el que le dio dimensión internacional a San Lorenzo.
Hace más de tres décadas que Francisco no miraba televisión, un hábito que no rompía ni siquiera para seguir los partidos de fútbol. Pero esa sana costumbre no lo alejaba de su pasión azulgrana. Uno de los guardias tenía como función innegociable informarle al Papa sobre el resultado de San Lorenzo ni bien terminaba cada partido.
Falleció Francisco. El papa argentino. El socio de San Lorenzo Nº 88.235.