El otro día, justo después del sorteo del Mundial de Clubes, escuché un programa de radio que, en pleno entusiasmo, llamaba a periodistas de los diferentes países cuyos clubes van a jugar contra Boca y River. Escuché a un periodista portugués, un italiano, un alemán. Todos idénticos: había en esos lugares una poderosa indiferencia frente al Mundial de Clubes. El alemán no tenía en claro ni siquiera en qué fecha se jugaba… Permítanme decir una cosa: me pasa exactamente lo mismo. No me mueve un pelo. Lo único que podría decir (es decir, pedir) es que ojalá Boca no haga grandes papelones, el resto no importa. El Mundial de Clubes es otro circo mediático y ronda de negocios de la FIFA. El modelo de sobreexplotación y espectacularización del deporte parece no tener límites. Ya hace un tiempo se tiró el globo de ensayo de organizar el Mundial (de selecciones) cada dos años. Si fuera por la FIFA lo organizaría todas las semanas. Que un país como Qatar haya organizado un Mundial debería darnos, como mínimo, pudor, por no decir vergüenza. Y de hecho, no sabemos qué tienen en mente para que los grandes flujos del gran capital financiero circulen por el fútbol, como un gran blanqueador de activos de origen muchas veces dudosos, y otras de petrodictaduras públicas.
Entre tanto, la pelotita. Quiero decir, las pelotitas que tiraban dentro de los bombos para hacer el sorteo. A River (y a Messi y el club de Miami en el que trota) le armaron, perdón, le salieron sorteos muy favorables. No solo por el grupo que River integra, sino sobre todo (esa es la clave del asunto) por el fixture. ¡Qué suerte tuvo! Los dos partidos accesibles (primero contra un equipo japonés, el segundo contra el Monterrey) los juega de entrada, con lo cual tiene todo armado para llegar clasificado al tercer partido, contra el Inter de Milán, el único difícil del grupo. Por lo tanto, la presencia del Inter pierde casi todo el peso específico (salvo que el River de Gallardo, que hasta ahora no juega mejor que el de Demichelis, pese a que en la mayoría de los medios nadie se anima a decirlo, siga jugando tan mal como este año y no pueda ganar los dos primeros partidos).
Boca, en cambio, con la excusa de que tenía menos puntos acumulados que River ligó no uno, sino dos equipos europeos y sobre todo un fixture horrible. ¡Qué mala suerte tuvo! De entrada juega contra el Benfica, luego contra el Bayer Munich, con lo que tiene casi asegurado llegar al tercer partido (el único accesible, contra un equipo de Nueva Zelanda) ya eliminado. Es decir, que a diferencia del Inter, que en el grupo de River tiene un rol decorativo, en el grupo de Boca los clubes europeos tienen un rol clave.
Vuelvo al principio: más allá del grupo que le tocó (bueno, malo, regular, cada uno dirá) Boca no debería perder tiempo en ese Mundial. Prioritario, en cambio, es hacer un muy buen mercado de pases y rápido (que los jugadores no lleguen cuando la pretemporada esté terminando). Boca necesita comprar jerarquía para ahora, para el inicio del campeonato 2025. Que el Mundial de Clubes lo gane el Auckland City, de Nueva Zelanda, o cualquiera, lo mismo da.