No sé si habré escrito o no sobre esto en alguna de las columnas semanales que entrego. Pero si no lo recuerdo yo, que soy, creo, el que las escribe, menos lo hará el sufrido lector, que puede haber leído y olvidado, o haber leído salteado, o no haber leído en modo alguno, o peor aún, leído y recordado, con lo que se me imputaría repetición, a lo que yo respondería que decir dos veces lo mismo ya significa algo distinto, como bien esbozó Damián Tabarovsky en una de las suyas (columnas) hace un par de semanas. La repetición es un acto de afirmación, y es sobre todo una apropiación, cuando lo que se repite es el texto que escribió o el acto que ejecutó otro. Bien lo demuestra Borges en “Pierre Menard, autor del Quijote”. Cambiando la firma de autor y la época de firma de lo apropiado, el texto, aun idéntico al original, ya se enajena de su origen. El plagiario no es sino alguien que reduplica, subraya y transforma el sentido de algo que estaba pasando fuera del radar de la percepción colectiva, lo ilumina y le da un valor nuevo. Con esta operación se muestra decidido a afrontar acusaciones y denostaciones, los juicios y las réplicas y las burlas. Esa voluntad imitativa, sostenida de manera constante a lo largo del tiempo, termina por constituir una singularidad, a veces lo convierten en un mártir y otras alientan el mito de su genio. El mejor ejemplo ilustrativo de esta modalidad que se me ocurre es el de nuestro Presidente, a quien muchos autores de su especialidad acusan de apropiación de frases y hasta de capítulos de sus propios libros de economía, y al que el propio Donald Trump podría señalarle que en sus actos lo imita hasta en la manera de parpadear, no solo en sus alineamientos internacionales sino también en su esplendorosa épica de retiro de organismos internacionales. Pero eso no es sino el primer momento o movimiento. El segundo momento es cuando el imitado siente la pulsión de imitar a su imitador, produciendo una copia multiplicada. En este caso, en razón la diferencia de escala existente entre nuestra modesta colonia sudamericana y la aún hoy principal potencia del planeta. Sturzenegger por Musk se convierte en Swarzenegger, es decir, Terminator.