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Milei y la producción intensiva de desconfianza

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Council of Americas. Allí Milei trató de “imbécil” a un colega suyo, se preguntó “si a los economistas se les empastó el cerebro o son burros” y atacó a periodistas. | Telam

La confianza y el desarrollo económico van de la mano. Sin lo primero, lo segundo no va a ocurrir.

El tema fue tratado en infinidad de investigaciones, aunque quizá el libro clásico en la materia es el de Francis Fukuyama (Trust), un estudio de 500 páginas que muestra a través de decenas de ejemplos la correspondencia directa entre una relación social armónica y la prosperidad de las naciones.

Fukuyama (un agudo crítico del neoliberalismo al que quienes nunca leyeron siguen llamando neoliberal) intentó encontrar algún ejemplo de sociedades que se hubieran desarrollado en medio de peleas tribales o profundos choques sociales, religiosos o políticos. No lo halló.

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Es razonable: sin confianza en el otro es imposible generar mínimos acuerdos, sellar contratos, dar u obtener créditos. Sin confianza en las instituciones de un país es difícil imaginar negocios sustentables o inversiones de largo plazo.

De ahí que los presidentes de los países que intentan seducir a inversores muestran (además de oportunidades de negocios) la respetabilidad de sus instituciones, paz interna, solidez de las normativas vigentes y el respeto democrático dentro de su sociedad. Lo que se llama “capital social”.

Grieta recargada. Un empresario como Mauricio Macri hizo campaña en 2015 proponiendo terminar con la grieta y generar condiciones de armonía social, política y económica para atraer inversiones. Intentaba no ahondar en las heridas del pasado y privilegiaba su mirada optimista sobre el futuro del país.

Sus críticos dirían luego que debió haber hablado mucho más de la “herencia recibida” y profundizado el enfrentamiento con el kirchnerismo, pero Jaime Duran Barba lo convenció de que la gente estaba harta de las peleas y los discursos extremos. Con ese mensaje ganó.

Quién confiaría en un país en donde el Presidente insulta cada vez que habla, pelea con otros presidentes,...

Esa fue la filosofía que lo guio en su primer año y medio de gestión y de la que se alejó en los años siguientes para convertirse en la contracara agrietada de Cristina Kirchner.

Sería errado decir que solo debido a ese giro que revivió la desconfianza entre los argentinos y derramó desconfianza hacia afuera, la “lluvia de inversiones” prometida por Macri nunca llegó. La confianza es una condición necesaria, no suficiente.

También jugaron, entre otros motivos, el antecedente defolteador del país y la destrucción del mercado interno y del consumo que se extendió durante 2018 y 2019, con una caída de casi 5 puntos del PBI.

Javier Milei es todo lo contrario al Macri modelo 2015. Sería una continuidad extrema del segundo Macri y de Cristina. Ellos dos, pero al cuadrado.

Se supone que un economista como él entiende la trascendencia de la confianza para los mercados. Aunque en este caso, hay un problema de origen: en el capitalismo, los empresarios confían en la existencia de un Estado eficiente, mientras que la base ideológica de Milei es la destrucción del Estado en todas sus variantes.

Fue lo primero que dijo en su inauguración internacional en el foro de Davos: donde el consenso económico mundial ve modelos exitosos, él ve infiltración del socialismo estatista.

Atraer inversiones. Por lo pronto, este jefe de Estado anti-Estado encabeza una transición minarquista hacia el anarcocapitalismo, que intenta ser atractiva para las inversiones.

En cierta forma lo podría ser.

Con el RIGI propone beneficios para las nuevas inversiones superiores a los US$ 200 millones en industrias como la forestal, minera, energética, petrolera, tecnológica y turística. Con el superávit fiscal muestra cuentas ordenadas, aunque se basan en buena medida en patear pagos y en la licuación de jubilaciones. Con un blanqueo generoso, se ofrece formalizar sin costo la tenencia de bienes y activos por hasta US$ 100 mil (y alícuotas moderadas por blanqueos superiores) para generar el ingreso rápido de dinero e impuestos. Y con el ministro Federico Sturzenegger intenta desenredar la maraña de burocracia estatal para agilizar emprendimientos económicos.

Al margen de lo discutible que pueda ser cada una de estas medidas, parece haber allí una apuesta racional para transmitir algún tipo de certeza y un claro objetivo de obtener la mayor entrada de divisas lo antes posible.

... con su vice, trata de ratas a los legisladores, de comunista a un jefe del FMI y cree tener un plan mesiánico

Pero es dudoso que eso solo alcance para generar una “lluvia de inversiones”. En principio porque, como señalan los índices económicos que se conocen cada semana, el país volvió a vivir en situación de pandemia. Aunque esta vez sin pandemia. Esto es: el mercado interno atraviesa niveles de contracción similares a los que había cuando las fábricas estaban cerradas y no se podía circular por las calles.

Sin consumidores, es difícil hacer negocios. Es la cara oscura del “ajuste más grande de la historia de la humanidad”, del que se jacta Milei.

Alejar inversiones. El otro inconveniente que complica el pronóstico de “lluvia de inversiones”, es el cepo. Más allá de los atendibles motivos que llevan a mantenerlo, en la práctica seguirá siendo una traba para el natural desarrollo de las inversiones.

Pero hay un gran problema que sí se podría evitar si no fuera porque Milei hace lo posible para fomentarlo.

Este hombre, voluntaria o involuntariamente, mete miedo.

Quién invertiría sin temor en un país en donde el presidente insulta cada vez que habla, vive peleando con los mandatarios de las demás naciones, es capaz de acusar de comunista al Papa o a un alto funcionario del FMI y cree haber recibido de Dios “la misión de eliminar al Maligno de la faz de la Tierra”.

Quién confiaría en un país en el que el presidente repite que el Congreso es un “nido de ratas” y que los legisladores elegidos por la sociedad son corruptos, idiotas o incapaces.

Argentina en pandemia, pero sin pandemia

Cuánta seguridad institucional y jurídica podría sentir un potencial inversor si el Gobierno retoma la utilización de los fondos reservados de la SIDE para generar una nueva “cadena de la felicidad” destinada a comprar jueces, políticos y periodistas. Un Gobierno que, como otros en el pasado, aprieta a los medios de comunicación con la publicidad oficial que había prometido eliminar.

Como cada semana, la que pasó volvió a dar muestras de un Milei abocado a la producción intensiva de desconfianza.

Frente al círculo rojo del Council of Americas, trató de “imbécil” a un colega suyo y se preguntó “si a los economistas se les empastó el cerebro o son burros”, sostuvo que el sistema financiero local es más sólido que el internacional, resaltó el empoderamiento actual de la Argentina en comparación con el empobrecimiento del resto del mundo, acusó que “desde que los socialistas llegaron al poder en Inglaterra están metiendo presa a la gente por postear en las redes” y afirmó que “la mayoría de los periodistas son delincuentes”.

Como ocurre en estos eventos, los presentes no saben bien si corresponde aplaudir, sonreír o quedarse paralizados mirándose atónitos. Por lo que, como en este caso, suelen hacer todo eso junto.

Más ruidos. El viernes, a las 11.06, en plena jornada laboral, el Presidente terminó de escribir y publicar en X un texto de más de 3 mil caracteres titulado “‘Periodistas’ en llamas” para volver a insultar y agredir al periodismo crítico.

No se entendió a raíz de qué lo hizo esta vez, pero fue horas después de que la UIA informara que la actividad industrial había caído otro 19,5% interanual (con la pérdida de 25 mil puestos de trabajo) y un 5,7% frente al mes anterior.

Para cerrar la semana, Milei se encargó de recordar el enfrentamiento público con su vice, a la que esta vez desinvitó de la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas.

Es imposible que la inestabilidad emanada desde el poder no transmita otra cosa que inestabilidad.

Esa desconfianza que abona cada día el temor a invertir en un país como este.