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Mercados confían, pero “show me the money”

Las acciones y los bonos argentinos tuvieron buenos desempeños durante agosto. Además, como logro, el equipo económico señala que quienes apostaron al dólar contra el peso, esta vez, perdieron y que la operación del “dólar puré” no fue un negocio rentable. Pero estas señales positivas no alcanzan y el riesgo país sigue alto. Los operadores financieros piden más signos de solvencia al Gobierno. Sobre todo esperan la confirmación de lo anunciado por Toto Caputo en la última semana de julio: que el dinero para cancelar las obligaciones de deudas del año que viene realmente esté asegurado.

José Luis Daza 20240830
José Luis Daza | NA

Los mercados confían en Luis “Toto” Caputo. Y quizá aún más en la flamante incorporación al equipo económico José Luis Daza, quien ingresa como secretario de Política Económica, cargo que en la realidad es de viceministro del Palacio de Hacienda. Este último es la persona que más cerca en el tiempo estuvo jugando en las grandes ligas del mercado financiero internacional, con goles incluidos hasta hace pocos días administrando fondos en Wall Street. Los mercados mostraron este buen clima durante toda la semana, con cierres de agosto donde se cumplió una premisa que todo ministro de Economía quiere mostrar: el que apostó al dólar perdió, y el que lo hizo por el peso ganó. Y, a decir verdad, bastante. Todos los que optaron por las acciones de empresas locales y los bonos de la deuda argentina ganaron dinero. Los que transfirieron divisas al dólar perdieron. Para mejor, pudo pulverizar el oficialismo una operación fruto de la inventiva criolla tradicionalmente frondosa en materia de martingalas financieras y cambiarias, pero no por eso menos dañina para la economía local. El PURE (comprar dólar en el MEP, venderlo en el blue y recomprar al MEP), ya no es buen negocio. 

Sin embargo, los mercados le enviaron mensajes claros, directos, duros, fríos y desafiantes. Pero no sorpresivos. El riesgo país se mantiene alto. Muy alto. Navegando por arriba de los 1.400 puntos básicos según el indicador del JP Morgan, lo que implica que si el Gobierno quiere tomar deuda en los mercados voluntarios internacionales, debería pagar una tasa de interés de entre 15 y 18% en dólares, dependiendo la plaza y la moneda de la emisión. Demasiado para cualquier país. Y más para el orgullo de Javier Milei

El equipo económico se encontró en julio con sus excolegas del sector financiero internacional

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Todos los operadores financieros mundiales repiten que a la Argentina le cabe la siguiente frase: “Put the wallet on the table” (en traducción literal, “poné la billetera sobre la mesa”). O también la más popular “show me the money” (más literal aún, “mostrame el dinero”). 

Las frases apuntan a un hecho concreto: las obligaciones de vencimientos de pagos que tiene el país en enero del 2025, año inaugurado con necesidades de liquidaciones por unos US$ 5.100 millones, fruto de los vencimientos de los bonos Global y Bonar, emisión fruto de la renegociación de deuda renegociada en octubre de 2020 durante la administración de Alberto Fernández con Martín Guzmán como ministro de Economía. Este monto corresponde al cumplimiento del cupón de los vencimientos. No es el único mes clave en este tipo de compromisos. Luego, en julio, habrá que cumplir con el pago de unos US$ 2.500 millones; con lo que, solo por esta deuda reestructurada, en el 2025 habrá que contar con unos US$ 7.600 millones cash, líquidos y dispuestos a la transferencia, para no ingresar en default con los tenedores de deuda privados del mercado financiero voluntario internacional. Esto es, con los primeros con los que hay que cumplir en tiempo, forma y educación. Fundamentalmente porque son los mismos que deben sostener el equilibrio financiero durante el próximo año, con la tan ansiada, postergada y hoy muy lejana colocación de títulos públicos en los mercados mundiales. 

Los representantes de este ámbito son los bancos, fondos de inversión y el resto de los “money makers” que operan en el mercado local, tengan o no oficinas reales o virtuales dentro del país. Y si bien tienen muy buen concepto de parte del equipo económico que encabezan Caputo y Daza (quizá no tanto de Javier Milei), no muestran mayores signos de confianza en el éxito del plan financiero y monetario del Palacio de Hacienda. Y del Presidente. 

Cuando se pregunta en confianza sobre esta falta de puesta a punto en la relación de los “money makers”, el sector que teóricamente más cerca debería estar de los pensamientos y lineamientos generales y estructurales del equipo económico y su jefe de Estado, dudan. Y lanzan esas dos frases muy molestas en el Palacio de Hacienda: “Put the wallet on the table” y “show me the money”. 

¿Por qué el reclamo? Por una trampa que se hizo a sí mismo el equipo económico. El 30 de julio pasado, el ministro y su equipo se encontraron con sus excolegas (y muchos aun amigos) agentes de negociación y los agentes de liquidación y compensación (ALYCs). Se trata fundamentalmente de las reparticiones financieras de los bancos de primer y segundo piso, los fondos de inversión y los operadores bursátiles en general. De aquí y de afuera. El encuentro fue organizado para que estos representantes del corazón de los “money makers” convenzan a sus clientes de las bondades del blanqueo de capitales que ya está en marcha. Algo habrá respondido. Este llamado a regularizar dólares fuera del sistema mantiene un ritmo de crecimiento de los depósitos en dólares de unos 70 millones. No es mucho. Pero tampoco es un monto despreciable. 

Hacienda quiso dar una señal positiva, pero generó dudas en sus interlocutores

En ese encuentro con la ALYCs, el ministro llevó la noticia de que ya estaban asegurados por un año y medio los pagos de capital de toda la deuda pública soberana en dólares (neteada del sector público). Incluyendo el dinero para cumplir en enero y julio de 2025. Y incluso, canchereó, también los fondos para pagar en enero de 2026. 
Adelantaba el funcionario que los pagos de capital de la deuda se negociaron con un mecanismo de REPO (fondos a cambio de un seguro de garantía); pero no con el famoso oro del BCRA enviado a Londres, sino con bancos del exterior que aceptaron títulos públicos. Se deslizó que la operación con el oro se conocerá durante septiembre, afirmando que se apuntaba solo a reforzar las reservas del Banco Central. El dinero para los bonos, vendría de otras fuentes. Sobre este capítulo, Caputo y el presidente del Banco Central, Santiago Bausilli, también les dieron precisiones a las ALYCs. Adelantaron que las expectativas del Gobierno iban a incluir un incremento de las reservas de divisas del BCRA por unos 1.000 millones de dólares durante este mes; meta a la que no se llegó. Pero que se estuvo muy cerca de lograr.  

Caputo dijo que pronto (era la última semana se julio) mostraría las cartas financieras del Gobierno, incluyendo de dónde saldría el dinero para cumplir con los 7.600 millones de dólares para pagar los cupones de los Global y los Bonar; y la operación REPO donde se vinculan los casi 1.000 millones del oro que salió de las reservas del BCRA hacia destino desconocido. Se supone, Londres. 

Sin embargo, y más allá de todas las promesas, aún no hay novedades sobre las dos operaciones que dejó trascender personalmente el ministro. Y que seriamente despejarían las dudas que hay sobre el cierre del 2024 y, fundamentalmente, el complicadísimo cronograma financiero del 2025. Por ahora los mercados confían en la palabra del ministro, compran bonos y acciones y no apuestan al dólar. Al menos no masivamente. 

Pero mantienen el riesgo país alto. Muy alto. Y, para seguir repitiendo frases, se sabe que el capital financiero tiene la valentía de un ciervo, la inteligencia de un delfín y la velocidad de huida de una liebre.