Estimada Sandra Pettovello: yo sé que usted debe de estar muy ocupada revisando las planillas de horas extras de las enfermeras en los hospitales a su cargo y dando de baja pensiones por invalidez mal otorgadas. Sé que es una gran responsabilidad la que carga sobre sus espaldas y no tengo dudas de que haber reducido tan drásticamente la canasta de medicamento subsidiados a través del PAMI seguramente no la dejó dormir durante un par de noches. Le escribo un poco por eso: si bien hay un subsidio especial del 100% del valor de los medicamentos en casos especiales (por ejemplo, para afiliados con discapacidad), es prácticamente imposible acceder a él. Le pido que una tarde que tenga libre, vaya a las farmacias del GBA, un ratito nomás, y observe los malabares que hacen los jubilados y las humillantes rogativas a las que se entregan para poder comprar no digamos ya una caja de medicamentos, sino una tirita.
Pero, sobre todo, quería llamarle la atención sobre el retraso en el nomenclador de prestaciones para discapacidad, que no ha sido actualizado desde el mes de diciembre pasado, mientras los precios de esas prestaciones se han incrementado muy por encima de los índices de variación de precios al consumidor (porque el sector “salud” estaba muy atrasado, como argumentan). En consecuencia: los reintegros que corresponden por ley ya no cubren la totalidad de esas prestaciones sino una parte, limitada por el tope de los nomencladores.
Apelo, pues, a su inteligencia y a la razón de Estado que debe guiar su función ministerial: proteja a las personas discapacitadas, actualice los nomencladores, como corresponde.