COLUMNISTAS
después de la copa América

Los muchachos de Lionel Scaloni

Para el autor, que se define como “futbolero veterano”, es hora de subrayar todo lo que la Scaloneta le debe precisamente a quien le dio su nombre.

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Se ha convertido en un lugar común del periodismo deportivo decir y repetir con insistencia todo lo que le debe la Selección y el fútbol argentino a Messi y Di María. Desde mi punto de vista, lo que se debería remarcar es todo lo que le deben los dos jugadores a la selección formada por Scaloni.

No sé si Messi es el mejor jugador de la historia porque juzgar a los jugadores de fútbol ignorando las épocas es un error. Pero como futbolero veterano que ha visto jugar a Pelé y a Diego, a los 13 años a Di Stéfano cuando España enfrentó a la Argentina en la cancha de River –en lugar de la Saeta Rubia, quien me impresionó fue un inside derecho llamado Coco Rossi, que jugó en Huracán y San Lorenzo (los adultos mayores saben de lo que hablo)–, disfrutar alguna vez a Sívori y un atisbo de Cruyf, estoy seguro de que después de todas estas maravillas nunca vi a un jugador tan extraordinario como Messi.

Pero el Messi que dejó a todo el mundo boquiabierto fue el del Barcelona del Pep con el acompañamiento del inigualable Andrés Iniesta. Fue la Pulga de la Champions de 2009, 2011, en partidos que dejaron pasmado al mismo Alex Ferguson, y a todos los que acompañaron su seguidilla de “pichichis” y balones de oro.

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Tiempo después Messi fue convertido en un sello global en manos de intereses poderosos del mundo financiero asociados a la FIFA, el de los petrodólares, los capitales rusos, fondos de inversión de los Estados Unidos y corporaciones de marcas deportivas, logrando una masividad idólatra y consumidora como la que gozan Taylor Swift y Federer. Ídolos por jugar y cantar, ídolos para vender.

Todos conocemos la historia de Messi con la Selección, solo que hemos decidido olvidarla. La generación dorada que irrumpe en nuestro fútbol después de la experiencia Bielsa, la de Tevez, el Kun, Fideo, Pipa y Messi, se presentó en Sudáfrica dirigida por Maradona y perdió en cuartos frente a Alemania cuatro a cero.

En 2014, dirigida por el maestro Sabella con un Di María brillante que todavía arrasaba con su velocidad por la punta izquierda y un Messi incómodo por el esquema bilardista del técnico llega a la final sin Di María por una lesión que se discutió mucho y un Messi parado indiferente en mitad de la cancha durante todo el tiempo suplementario. Está en YouTube para quien quiera verlo.

En 2018 ya sabemos, el desbarajuste coincidió con una AFA acéfala y caótica después de la muerte de Julio Grondona. Luego nace la nueva selección, la de Scaloni.

Respecto de la Copa América, la historia fue penosa para quien quería a nuestra selección campeona. La vimos perder finales con Chile y llegar sin aliento a clasificarse a los mundiales. Un lamento y una disconformidad que provocaron un desfile de técnicos como Martino, Checho Batista, Bauza y Sampaoli. Fue el momento en que un disgustado Messi decide renunciar a la selección nacional. 

Di María, luego de su paso por el Real Madrid, continúa su carrera deportiva en el Manchester United, en el PSG, en la Juventus, para volver a su primer club europeo, el Benfica. Messi no quiere seguir en el Barça después de la derrota del equipo en octavos de final de la Champions por ocho a dos con el Bayern. Después Moscú, el PSG, Miami. Los dos se iban despidiendo de a poco del fútbol y de la Selección, sin copas para la Argentina. Hasta Scaloni.

Di María, en una actitud sensata, dice renunciar a la Selección por decisión propia, para no depender en el futuro de un llamado que puede no darse. Le ahorra un problema al técnico y un dolor a sí mismo. Messi no puede tomar la misma medida, por ahora. La Selección y Tapia se cotizan por el dinero que la marca Messi aporta. La dependencia es mutua. En la última fase de su carrera la Selección le dio un nuevo envión a la empresa Messi Corp con sus triunfos no emulables por un club marginal como el Inter de Miami. El periodismo deportivo tampoco lo permitiría porque sin ídolos queda vacío. No hacen falta las conferencias de prensa de Bielsa para saber lo que sucede en los medios con el fútbol, lo vemos y escuchamos todos los días. 

Hasta que llegó, lo repito, Scaloni. Y con el técnico nace la nueva camada, la del Dibu, el Cuti, Lisandro, De Paul, Paredes, Enzo, McAlister, Julián, Lautaro, Lo Celso, Nico González, y es gracias a ellos que resucitan Di María y Messi. Se ven rodeados por un nuevo vigor, ambiciones y mucho talento. Creo que hay un vaso comunicante de energía futbolera que se origina en el Dibu y en Cuti y se vierte en los dos astros con ese nuevo fulgor que ilumina a su vez a sus compañeros.

Los muchachos de la Scaloneta encendieron a Messi y a Di María y en ellos rebotó la luz que hizo brillar a todo el equipo. La fuerza que transmite la base del equipo es increíble. El yoga sostiene que del chakra kundalini irrumpe la energía enrollada en el asiento de la columna vertebral. Ahí está nuestro secreto. Nuestro mantra, en el salto de la serpiente. Comienzo lento. Tranqui. Del Dibu al Cuti, de Cuti a Lisandro, de Lisandro al Dibu, del Dibu al Cuti, y de ahí a Enzo, todo pausado, pasecito a De Paul, lo mira al genio, y de repente el salto, pum!, toque de Messi, desborda Molina, centro rasante, Julián…...ommmm…... casi gol.

Y esperan los más jóvenes, Carboni, Garnacho, Luka Romero, Federico Redondo, Thiago Almada. Hemos tenido la suerte en todos estos años de ver a Messi y a Di María, siempre en Europa y por televisión, y ellos la de haberse encontrado con Scaloni y sus muchachos.

Hay futuro, siempre lo hubo, después del brillante ciclo de Bilardo con Maradona, aparecieron con Basile en el 91 y el 93, la dupla del Bati y el Pájaro, Redondo, el Cholo y dos copas América. En los noventa Pekerman con la sub 20 consiguió triunfos fantásticos acompañado por Riquelme y Aimar. También hubo derrotas mal asimiladas. Después de la debacle del cinco a cero ante la brillante Colombia de Valderrama y Rincón, lo rodeamos a Diego de adoradores genuflexos para salvarnos a nosotros mismos y vino el 94 con su expulsión y el tobogán que lo llevó a la soledad sin familia ni amigos que lo contuvieran, corporaciones que lo financiaran, ni instituciones que lo encumbraran.

Hoy la historia es diferente. Esta vez nuestro héroe no está solo. A Diego los adoradores lo dañaron. A Lionel ni le hacen falta. La Selección tuvo sus mejores momentos en todo el campeonato frente a Colombia, y lo logró sin Messi, es una buena noticia, para todos, y sin duda, para Messi también.

* Profesor emérito de Filosofía de la Universidad de Buenos Aires.