Desde ciberbullying hasta ludopatía nacida en casinos virtuales y estafas online, parece que la maldad es impulsada por las nuevas tecnologías. Las agresiones que antes se cometían en el cara a cara hoy se escudan en el anonimato que brinda la virtualidad, afectando gravemente la salud mental, con los jóvenes como blanco principal. Federico Jorge Cermelo es especialista en ciberseguridad, integra el consejo consultivo en Ciberseguridad de la Fundación Metropolitana y fue director del Observatorio de Familias y Juventudes de la Cámara de Diputados de la Nación. Apadrinó la formación de la Alianza Antibullying Argentina y a la ONG Mamás en Línea, que lucha contra el grooming. Habló con PERFIL sobre las agresiones que se trasladaron a la web, cómo enfrentarlas y prevenirlas.
—Los relevamientos de la Defensoría del Pueblo de la Provincia de Buenos Aires muestran que el promedio de jóvenes que apuestan (de 15 a 24 años) es mayor al promedio del público general que apostó alguna vez. ¿Por qué está pasando esto?
—Las nuevas tecnologías permitieron la proliferación de sitios ilegales clandestinos que no tienen ningún tipo de límites. Usan influencers y personalidades conocidas para llegar al público juvenil, y publicidades para llegar a menores de edad. Usan herramientas para llegar a un público vulnerable y en desarrollo. Por eso es fundamental que haya control del Estado, que dé de baja estos sitios web, que sancione, como ya ha pasado, a influencers que promocionan este tipo de páginas. Y volver a tratar el tema de las adicciones en las escuelas, que es un tema que no pasa de moda; en este caso con la ludopatía que permite la virtualidad; y no solo dar respuesta cuando la ludopatía se convierte en un cuadro muy complejo.
—En las últimas semanas se conoció la noticia de que, en diferentes colegios, tanto de Buenos Aires como de Chaco, los chicos estaban vendiendo fotos falsas de sus compañeras de escuelas desnudas, realizadas con inteligencia artificial. ¿Cómo interpretás este delito que hasta hace poco era impensado?
—Es terrible. Tenemos que hablar de los límites. Tenemos que hablar de que yo no puedo agarrar una foto de una persona y ponerla en un perfil nuevo y cambiarle el nombre, porque estoy haciendo una apropiación ilegítima de la imagen. Mucho menos puedo tener una foto íntima y publicarla o mandársela a otra persona, porque estoy violando la intimidad de alguien más. Tampoco puedo agarrar una foto y ponerle desperfectos o cualquier otra cosa, porque estoy cometiendo ciberbullying. Tenemos que hablar de una construcción ciudadana que aglutine una sana convivencia en la virtualidad. Y eso necesita inexorablemente del compromiso del Estado, de la comunidad educativa y de la familia.
—¿Cuál es el papel de la tecnología en el bullying?
—Las nuevas tecnologías aumentaron estos fenómenos, simplemente porque son nuevos canales de expresión que permiten realizar estas acciones de una forma anónima. Con respecto al bullying, las cifras más validadas son las que maneja la Unesco, que establece que cuatro de cada diez alumnos en algún momento de su trayectoria escolar sufren bullying. También hay un trabajo muy interesante de Argentinos por la Educación, que dice que tres de cada cuatro chicos observan que hay discriminación y algún tipo de violencia entre sus pares. Esto nos tiene que hacer ver la falta de tratamiento, tanto de prevención como de asistencia posterior al problema, porque estos flagelos hoy encuentran a las nuevas tecnologías como aliadas. A veces la contrarrespuesta es muy compleja y depende exclusivamente de la buena voluntad de un docente, que es el que obviamente se tiene que hacer cargo de esto, porque así lo establece la normativa. Cada vez hay más casos de bullying judicializados, porque los directores de las escuelas son los responsables de la integridad física de los chicos. Lo que la educación no ha podido resolver en el antes empieza a ser resuelto en el después por la Justicia, con sentencias importantes, indemnizatorias, a víctimas; padres que demandan por daños y perjuicios a los padres del adolescente que realizó el bullying, y también al responsable legal, el director de la escuela. Por lo cual no es una cuestión menor, ni por la salud mental ni por los graves padecimientos que genera en quienes lo sufren. No hay que normalizar la violencia de los chicos que lo ejercen activamente ni olvidar las consecuencias económicas que puede traer para las escuelas y para las autoridades de una escuela.
—Parece que los jóvenes son el blanco principal de todas estas amenazas.
—Sí, estoy totalmente de acuerdo en eso. El gran público destinatario de estas nuevas amenazas que encuentra la virtualidad son los niños, niñas y adolescentes como sus víctimas. Hablamos del bullying, de la ludopatía, y también hay que mencionar el grooming, que es un delito en el que una persona mayor de edad simula ser una menor para ganarse la confianza de ese niño con algún fin sexual. Esto cada vez es más común, lamentablemente. Son pedófilos que se crean perfiles falsos, que utilizan las redes sociales y los chats de los juegos en red. La mayoría de los juegos en línea tienen canales de comunicación particulares, en donde, como son juegos de estrategia colectiva y hay muchas personas que juegan al mismo tiempo. Los pedófilos utilizan el juego para intentar captar a sus víctimas.
—¿Cómo se puede evitar a estos criminales?
—Acá el consejo que hay que dar siempre es que los juegos en red son un lugar para pasar el rato y nunca un espacio para hacer un vínculo, para irse a un chat particular, para pasar datos personales. No podemos crear una relación si solamente vemos un avatar, un nick y un nombre que dice “Kami 13”, porque no sabemos si detrás está Roberto de 60 años.
Es fundamental que lo hablemos en la escuela, algo que, lamentablemente, no se incluye en los currículos educativos. También tenemos que concientizar en las familias. Hay padres que piensan que sus hijos juegan a juegos como el Pacman, cuando en realidad están en plataformas en las que pueden pasar estas cosas. Es un delito que se puede denunciar. En la línea 137 se puede denunciar de manera gratuita.
—¿Cuál es la relación entre salud mental y todas estas amenazas?
—El bullying, el grooming, el ciberacoso, el ciberacoso sexual, en todas estas problemáticas lo que se ve afectado es la salud mental, con ansiedad, depresión, ataques de pánico o, en casos muy complejos, como bullying sufrido durante mucho tiempo, intentos de quitarse la vida que a veces fracasan y a veces se consuman. La conclusión es que hay que trabajar en la salud mental de la juventud, para prevenir estos cuadros, para dar un seguimiento.
—¿La tecnología es utópica o distópica?
—Todas las cosas buenas que traen las nuevas tecnologías vienen con un correlato, como todo derecho que tiene su obligación. Esto quiere decir que tenemos que leer la letra chica, el prospecto, todos esos efectos adversos de las nuevas tecnologías. Cuando los chicos empiezan a crecer, además de enseñarles a cruzar la calle y a no hablar con desconocidos, tenemos que incluir las recomendaciones sobre las nuevas tecnologías. Consejos que se relacionan con la vida diaria: tampoco hablar con desconocidos en la web, ojo en qué página te metés, no des tus datos. La construcción ciudadana tiene que hablar también de ciudadanía digital. Las nuevas tecnologías son muy buenas, pero nos ha faltado información sobre cuáles son sus riesgos. Y esa falta, que no está en la agenda pública, y por lo tanto tampoco se habla mucho en casa, generó que problemas como la ludopatía o el bullying, que funcionaban en la vida diaria, se hayan mudado a la virtualidad que supone el anonimato y la menor exposición. Hay nenes de 8 años que tienen muchos perfiles, uno de ellos, otro del grupo de amigos, otro de la mascota. Entonces hay que pensar que, si ellos tienen más de un perfil, los que tienen un fin económico, como los que están detrás de las páginas de juego, o los pedófilos, también pueden tener muchos perfiles y usar la tecnología para cometer delitos de forma menos riesgosa y más masiva.
—¿Y sobre las estafas virtuales? ¿Cómo prevenirlas?
—Acá podemos salir un poquito de los jóvenes y hablar del público en general o, incluso, específicamente de los adultos mayores. Todo lo que hablamos antes, desde el grooming, el ciberbullying, la ludopatía juvenil, mandar fotos sin consentimiento, tiene como principales destinatarios a los jóvenes. Ahora, con las estafas digitales, el blanco somos todos, pero principalmente los adultos mayores, que no son nativos digitales y que necesitan alfabetizarse en la virtualidad. Hay muchas estafas que comienzan simulando ser un banco o una empresa de tarjetas de crédito. Los delincuentes aprovechan las herramientas de la virtualidad: copian el logo de un banco, de una tarjeta, hay herramientas para poner un mail lo más parecido posible al de una entidad bancaria. Siempre debemos tener presente que ningún banco, ni por correo, mensaje o llamada, va a pedir datos personales o que cambies o reveles una clave. Eso no existe y solamente se hace en los canales oficiales, o de manera presencial en la sede. Después está el tema de no hacer clic, de no entrar a ciertos enlaces peligrosos. Algunos adultos mayores no son consumidores del mundo digital, entonces pueden quedar afuera de todas estas cuestiones. Por eso es muy importante que como familia, quienes tenemos padres grandes, quienes tenemos abuelos, quienes tengan familiares mayores, nos tomemos el trabajo de explicarles estas cuestiones.Eso desde lo individual. Desde lo colectivo, es un compromiso que debiera también asumir el Estado a través de distintos organismos que contienen a los adultos mayores.