COLUMNISTAS
Cabaret Voltaire

“Lo nuestro no es tanto buenas intenciones, sino más bien curiosidad”

Tomás Trapé, licenciado en Ciencias Políticas, y Mauricio Vera, músico y streamer, dos rosarinos que juntos debaten en streaming una agenda política propia sin condiciones.

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Dúo. Trapé, politólogo, y Vera, músico, crean desde Rosario un espacio virtual en el que el intercambio entre peronistas, libertarios, marxistas, liberales y nacionalistas es posible. | cedoc

En una época en la que buena parte de los contenidos que aspiran a discutir política en internet están condicionados por algoritmos, burbujas y financiamiento o espaldarazos de una dirigencia que oculta su debacle bajo el show mediático, Cabaret Voltaire, el stream a cargo de Tomás Trapé y Mauricio Vera, se define como una experiencia que no se apoya en “el reality de la política” y evita hacer “culto de personas que deben explicaciones a todos los argentinos”. Pioneros al momento de entrevistar figuras polémicas y meterse con cuestiones ninguneadas o tratadas sin rigor en los programas que hoy son mainstream dentro de la prolífica, y al mismo tiempo sesgada, oferta online, los rosarinos aportan, además, una visión federal, porque trabajan desde su provincia, sin intentar asimilarse a los modos porteños que parecen dominar este campo de acción cultural. Con menos de un año de recorrido, lograron afianzarse como un espacio en el que el intercambio entre peronistas, libertarios, marxistas, liberales, nacionalistas o radicales sea posible. Diálogo con dos streamers que se rehúsan a correr detrás de la agenda impuesta desde el poder, en el noble intento de trazar una agenda propia. 

—¿Cómo nace Cabaret Voltaire y cuáles creen que son los rasgos que lo diferencian de otros streams?

TRAPÉ: Nace a finales de 2023, por lo que aún no cumplimos el año, pero todo se fue precipitando. En principio, lo que todos dirían es que somos de Rosario y lo hacemos desde acá, pero creo que Cabaret Voltaire busca comprender el espíritu de la época. Es una experiencia que apunta más a eso que a estar narrando el ‘reality de la política’ o haciendo culto de personas que deben explicaciones a todos los argentinos. Hacemos el programa para obligarnos a leer y tener la práctica de la conversación todas las semanas. Si fuese una dieta, la recomendaría. 

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VERA: Me gusta pensar que el primer germen de Cabaret Voltaire fueron los Twitter Spaces que organizamos con Tomás durante la pandemia. El encierro fue la condición perfecta para que, cada vez que pasaba algo relevante a nivel político, cada vez que “se venía”, tuviéramos la chance de juntarnos los que nos cruzábamos solo en formato caracteres en una especie de discord/radio abierta, donde podíamos no solo hacer catarsis, sino también dar por tierra con varios de los prejuicios que teníamos sobre los otros. Era muy común en esos spaces compartir la palabra hasta altas horas entre peronistas, libertarios, marxistas y radicales libres. Creo que ahí, en ese espacio tan anti-intuitivo para Twitter (por lo cordial de los intercambios), tuvo su génesis el espíritu de lo que después fue Cabaret Voltaire.

Puede sonar paradójico, porque lo que nos juntaba en ese momento era la coyuntura, pero si algo destaca a Cabaret de gran parte del resto de la oferta actual de streams es que no corre detrás de la agenda. Nos interesa más bien muy poco cubrir, como dice Tomás, el “reality de la política”. A lo mejor es que nos hartamos de hablar de lo táctico, y ya tenemos ganas de empezar a tratar lo estratégico.

—¿Bajo cuáles criterios seleccionan a los entrevistados?

T: Personas que tengan algo que no tenemos, una parte de verdad tal vez. Sabemos que buscar implica no encontrar muchas veces, pero lo hacemos sin miedo, sin tanto rollo. Algunos hicieron de denunciar el mal en nombre del bien un negocio y ahora están petrificados en una indignación estéril. Queremos hacer otra cosa. A veces lo conseguimos. 

V: Creo que hablo por los dos cuando digo que nos mueve la curiosidad. Sin intención de tirar demasiado bardo, es muy común en el medio que quienes se meten a hacer stream busquen agradar antes que innovar. Acá creo que es al revés, a mí me interesa direccionar la conversación, no ir para donde sopla el viento. Si Argentina es potencia en desarrollo de tecnología nuclear y satelital, y nadie, ni en la política ni en periodismo, lo levanta, a mí me gustaría hacerlo.

—Ustedes primerearon en entrevistar a figuras polémicas y luego estos entrevistados fueron tomados por streamers mainstream. ¿Qué piensan de eso? ¿Sienten que están rompiendo algunas barreras?

T: No lo sé. En principio descreemos de los mecanismos de censura o de lo políticamente correcto. Son poco efectivos además de presuponer que uno sabe con claridad dónde está el bien. A estas alturas es claro que algo de eso cultivó el estado de cosas actuales. Lo nuestro no es tanto buenas intenciones, sino más bien curiosidad y búsqueda. Desconocemos el punto de llegada, pero nos estamos divirtiendo. 

V: Sospecho que hay cierto conservadurismo de izquierda que se está rompiendo y por eso ahora se permiten esos cruces. Si de verdad estamos siendo punta de lanza, y hay medios más grandes fijándose en lo que dos pibes más o menos intrépidos del interior hacen con mucha menos plata encima que ellos, me halaga. Creo que es parte de direccionar la conversación. Algo de hacer entrar en el circuito a voces que, por disonantes, te obligan a formarte una opinión. La alternativa es mirar un medio afín a tu ideología de 19 a 23 cinco veces por semana non stop y quedar anestesiado.

—¿Cuáles son para ustedes los posibles caminos para salir de la situación de crisis tanto financiera como económica, social, cultural, etc.?

T: No hay más atajos. Todos los caminos que quedan son largos. Mientras antes se arranquen los procesos de renovación, mejor, pero en política nadie se jubila, los jóvenes tienen que empezar a jugar su partido, y en lo posible ganarlo. Va más de una década de estancamiento económico, pero también de subordinación a ideas de bajo fuste, no puede no haber costos políticos por tanto tiempo perdido. La clase dirigente tiene que tener la audacia de mirar los problemas de frente y no buscar en la fiebre ideológica las respuestas para su tribuna, tiene que empezar a hablarles a los argentinos en su conjunto y para eso hace falta primero un proyecto. Es un país sobrepensado pero subejecutado. Además de ordenar sus números necesita energía, industria, caminos, trenes, barcos, infraestructura en general para generar empleo. Ojalá Argentina encuentre su lugar en el mundo. 

V: Realmente no es mi tema, pero soy un poco romántico con esto. Yo creo que los sectores del panperonismo o del pannacionalismo tienen que lograr aunque sea cuatro o cinco puntos disruptivos y racionales y, con eso, salir a convencer. A mí, sin ser morenista, me parece que Guillermo dio con una fibra que hace mucho no tocaba nadie. Su espacio político es el único en el que yo veo gente sin cinismo, que de verdad cree en hacer de Argentina un lugar mejor. Lo que no veo en ese espacio es organización, quizás el opuesto total al resto de los espacios, burocratizados pero sin referentes que te hagan correr la sangre. En resumen, para mí se tienen que juntar todos, ponerse de acuerdo, tener fe y salir a enamorar.

—¿Tienen autores favoritos?

T: Sigo leyendo La diplomacia, de Kissinger, pero soy un lector desordenado. Estuve con el revisionismo argentino hasta hace poco y estoy con ganas de empezar uno de Thomas Bender sobre la historia de Estados Unidos. Pero si tuviese que señalar alguien que “la vio” y disfrute leyéndolo, sería Houellebecq. También me gustó mucho Limonov de Carrére.

V: Me gusta mucho la literatura sobre los 70, especialmente las biografías que han salido de personajes como Timerman (Mochkofsky), Gelbard (Seoane) y Massera (Uriarte). Mi referencia en términos histórico-ideológicos es el Pepe Rosa.

En el mundo novela, lo último que estuve leyendo (y que sugiero enfáticamente leer más) fue al Turco Asís. Recomiendo Canguros y Diario de la Argentina. También me tiene muy atrapado ahora mismo Cualquier lugar es bueno para morir, de Gonzalo Pardo, que está seteada en un escenario medio posapocalíptico argentino, durante una guerra hipotética entre las provincias y la Capital Federal.

—Algo para decir de la tecnocracia que parece estar imponiéndose globalmente....

V: Honestamente, tengo días en que me siento Ted Kaczynski, por ejemplo, con esto que salió hace poco de las cárceles del futuro mitad inspiradas en la peli El demoledor. Si hablamos de la tecnocracia en términos más clásicos, lo que pienso es que una y otra vez les va a pasar como siempre y se van a chocar con la política. Los cuadros expertos no son cuadros políticos y nunca lo van a ser.

T: Resistiremos a pesar de todo. Nuestra pertenencia al bando humano es indeclinable.

*Ensayista, periodista y docente.