COLUMNISTAS
opinión

Las urgencias que acechan a Cristina

230325_cristina_fernandez_kirchner_sociales_uba_afp_g
Ella, una obsesión. La ‘Causa Vialidad’ fue aprovechada por Trump ¿Lo pidió Javo? | AFP

Intratable la hebdomadaria. Así definen su conducta aquellos que la visitan, sin advertir que hace 48 horas el diagnóstico empeoró: hasta se desconectó en las redes de Javier Milei, lo bloqueó, no quiere escucharlo más, ejercicio semanal en el que se deleitaba como el mismo Presidente. Fin al mensaje burlón va y, cada tanto, otro mensaje semejante viene. Es que hace 48 horas se espesó el ambiente Kirchner cuando el gobierno Trump la inhabilitó para ingresar a los Estados Unidos (también a sus dos hijos) y la Cámara de Casación, le rechazó una apelación, y la dejó como obsequio a la Corte Suprema para que la condene a prisión domiciliaria, con una pulsera en el tobillo que no se vende en Tiffany’s. Mal momento para Cristina Fernández de Kirchner, quien al menos no imagina que el tribunal tome una decisión en su contra antes de las elecciones. Supone que los cuatro máximos magistrados de hoy se ciñen más a la Política que al Derecho. Habrá que ver.

Entre Estados Unidos y la Cámara de Casación, la dos veces presidenta enfrentra otro escenario en un parpadeo

Ahora duerme con pesadillas ciertas la dama y debe pensar sobre la eventualidad, de que un cuarteto de hombres se pronuncie sobre ella cuando se le antoje, personajes a los que no le concede una sonrisa. Sea porque a Horacio Rosatti lo admiraba en tiempos de la reforma constitucional y lo llevó al gobierno de su esposo, sin imaginar que éste se opondría a un negocio espúreo que Néstor promovía con la construcción de cárceles. Uno que huyó de los desfalcos cuando nadie hablaba de ellos. Con Carlos Rosenkrantz se malquista, porque cree que sirve a los intereses del Grupo Clarín y, ni hablar de Ricardo Lorenzetti, al que conoce en todos sus perfiles oscuros y que lo imagina como el primer verdugo para cortarle la cabeza. Con Manuel García-Mansilla tiene más de un reparo: lo considera un chupacirio del Opus, alguien al que ordenará botarlo de la Corte dentro de 15 días por haber jurado anomálamente por un decreto. Son ellos, claro, lo que habrán de conminarla a un paradero fijo –si quieren– y ella deba elegir en cumplir la pena desde su departamento en San Telmo, en su alejado Calafate, su lugar en el mundo, o acondicionar el Instituto Patria para continuar encerrada las 24 horas del día –como lo hace desde mucho tiempo– y, desde allí, dominar en parte la política nacional. Un poder indeseado por la confiscación de la libertad; pero, como diría Milei, “si te gusta el durazno, báncate la pelusa”: Un dilema personal del que carece control, aunque sabe que también la Justicia y el Gobierno dudan sobre el beneficio que puede depararles Cristina presa. Tal vez se otorga más trabajo para Patricia Bullrich en Seguridad, por el permiso o prohibición a visitas, reuniones o manifestaciones en la puerta familiar, como si fuera un santuario. No todos los creyentes son silenciosos. Esta advertencia parece acompañada por el finado Papo en su versión de “Nadie se atreva a tocar a mi vieja”, que seguramente adoptará parte del peronismo. Habrá que ver si la Corte se ciñe más al Derecho que a la Política.

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

Una multitud de complicaciones a atender por la mujer, quien hasta ahora transcurría ordenando al menos a un kirchnerismo que en la provincia de Buenos Aires, el corazón electoral del país, ya le podó la rama insolente de Axel Kicillof, lo somete a medias con los trámites electorales y vuelve a recurrir a Sergio Massa para que evite deserciones, combine las listas y, particularmente, encabece la candidatura bonaerense. Se anticipó este dato y compromiso en estas columnas hace más de veinte días: confían en que otras expresiones, tipo Florencio Randazzo y otros, no prosperan y la integridad partidaria persiste en el territorio en base a que ella pone los votos, mientras Axel y los intendentes ponen la plata.

Si hay una sanción carcelaria antes de los comicios, difícil que se fracture ese componente, más bien podrían recuperar almas sueltas tentadas por el mileísmo si progresa en los éxitos económicos. Se piensa, eso sí, en una consagración del núcleo duro de la viuda de Kirchner en la Provincia, hasta podrían crecer su hijo y La Cámpora, los herederos con más relevancia, mientras el gobernador se alistará como el soldado más fiel y el peronismo en general, por recordar al Gran Jefe, dispondrá de un revival del pasado: la resurrección de Perón instalado en la madrileña Puerta de Hierro, recibiendo adhesiones, enviando grabaciones y cartas, insinuando un regreso en el “avión negro”. Volvió en Alitalia de su exilio de más de dos décadas. Es otra urgencia que acecha a Cristina: cuando el general regresó para volver a empezar, tenía aproximadamente la misma edad que hoy tiene ella, si le tocara un confinamiento. Años más, años menos. Dramático para ella la perspectiva del tiempo: no la favorece si va a prisión.

Las dos noticias fueron una sorpresa para Cristina. Lo de Trump debe haberle agradado: finalmente, una cultora de “lo nacional y popular” se alegra por vetos del imperialismo yanqui. En particular, alguien que viene formado entre los sesenta y los setenta del siglo pasado por ojear a Hernández Arreguí. En cambio, el fallo de la Cámara la indispuso previamente y no salió del asombro ni en su discurso de ayer sobre educación en un Congreso realizado en una facultad del barrio de Constitución: apenas interpuso unas pocas y obvias líneas sobre la condena que pende sobre su pellejo, aludió como una experta en soberbia que ya lo sabía. “Era de manual”, sostuvo. Claro: aunque le cuesta exhibir el título, finalmente nadie puede negar que cursó Abogacía en La Plata. Por lo tanto, resulta inevitable el epílogo carcelario, aunque los libros del Derecho no siempre coinciden con los de la Política.