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Defensor de los Lectores

La violencia de género no es solo una cuestión de nombres y cargos

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Prioridad. Es necesario que periodistas y medios traten el caso Fernández-Yañez en el marco mayor de la violencia contra la mujer. | NA

En 2002, el Instituto Oficial de Radio y Televisión (IORT) de España publicó un pormenorizado ensayo sobre la violencia de género y su tratamiento por los medios de comunicación, cuestión que se está reeditando en estos días por la denuncia formulada por la señora Fabiola Yañez contra su exmarido, Alberto Fernández, por actos de violencia física y psicológica en tiempos en los que Fernández ejercía la presidencia de la Nación.

Este ombudsman, que condena toda acción violenta contra mujeres y da por ciertas sus acusaciones cuando estas son formuladas privada o públicamente, intentará marginarse de la coyuntura (inquietante, por la importancia de los personajes y su impacto sobre la vida social y política de la sociedad) para no sumar leña al fuego y correrse, así, de la competencia periodística por lograr o pergeñar primicias ciertas o falsas, o aprovechar en algunos casos lo sucedido con objetivos tendenciosos.

Aquel trabajo del IORT es un buen punto de partida.

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“En 1997, el caso Ana Orantes, muerta a manos de su marido tras denunciar malos tratos en un programa de televisión, saca a la luz pública una realidad, la de la violencia doméstica, que hasta ese momento estaba enquistada en el ámbito de lo estrictamente privado –comienza el informe–. Las revelaciones de Ana Orantes, de una excepcional crudeza, y su posterior asesinato consiguieron que una amplia capa de la sociedad cobrara conciencia de la amplitud y gravedad de un problema que había permanecido en muchos casos oculto, mantenido en secreto por las propias víctimas”. Desde ese momento, se multiplicó la difusión de noticias sobre malos tratos en el ámbito doméstico. “Hoy –señala–, los medios de comunicación deben contribuir de forma decisiva a una didáctica social dirigida a eliminar este tipo de violencia. Sin embargo, el tratamiento de esta clase de informaciones sigue presentando multitud de elementos de distorsión que pueden apartar la atención respecto al problema en sí: la violencia de dominación que se ejerce contra las mujeres”.

Es importante prestar atención a lo que dice el trabajo español porque, en el caso Fernández-Yañez, el árbol tiende a ocultar el bosque: si quitamos los personajes, nos encontramos con una problemática que afecta a miles de mujeres, a sus entornos y sus familias, demanda un enorme esfuerzo de investigación en la Justicia y se cierra, en general, con el pase al archivo de las acciones legales contra los victimarios y con el desamparo económico y social de las víctimas. Por cierto, el caso que está ocupando tiempo y espacio en los medios tiene mayor atractivo periodístico que el de una mujer atacada por su pareja en el Impenetrable o una señora de buen pasar con idéntica situación en la Recoleta. 

¿Cuál es la tarea que cabe a la prensa en este caso y en los otros, los que involucran a famosos o a ignotos? El punto de partida debe procurar el mayor acercamiento a la verdad, como cualquier hecho noticiable. Esperar lo que resulte de los tiempos de la Justicia suele ser contraproducente, pero también lo es el apresurarse, lanzar al espacio televisivo, radial, de redes y medios gráficos especulaciones que podrían resultar de impacto, pero algunas veces solo sirven para impedir llegar a la verdad de la que se habla más arriba. 

Lo resume bien el estudio citado del IORT español: “La inmediatez que requiere la elaboración de informaciones para la radio, las ediciones digitales de la prensa, la competencia de los programas de sucesos y magacines, hace que la reflexión sobre las noticias de malos tratos sea en ocasiones escasa o nula, con todos los riesgos que ello conlleva a la hora de valorar, sopesar versiones y testimonios, e investigar las causas y las circunstancias de la noticia”.

Invito a los lectores de PERFIL a evaluar con detenimiento toda entrega periodística sobre el tema que invade hoy los medios.