Son tiempos de pensar 2025. Pero también de sacar conclusiones sobre 2024.
Se conocieron en la semana que terminó los datos sobre la evolución de la recaudación tributaria del ejercicio anterior. La principal variable que miran siempre los técnicos del Fondo Monetario Internacional (FMI), ya que muestra, en serio, si hay o no ingresos genuinos para solventar el superávit fiscal primario y financiero. Solo si los resultados son positivos contra la inflación, se puede concluir que hay llegada de dinero genuino y sano para enfrentar los gastos corrientes y eventuales. Si, por el contrario, el alza de los precios supera los ingresos, las cuentas públicas no cierran en el mediano y largo plazo. Y algo habrá que corregir en el futuro, porque una situación así, no es sostenible en el tiempo.
Según los datos que publicó el miércoles de la semana pasada la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA), y considerando el acumulado en los 12 meses del 2024, la recaudación tributaria total ascendió a los $ 131.357.000 millones, lo que ajustando contra el alza del Índice de Precios al Consumidor (IPC), implicó una caída real del 5,5%. La situación empeora al descontar del cálculo final los ingresos extraordinarios por los llamados al blanqueo de capitales, la moratoria impositiva y el plan de adelanto de pagos del tributo a los bienes personales; todas fuentes de ingresos que no existirán en 2025. Al menos no en su totalidad. Ajustado por estos ingresos, la caída interanual por blanqueo, moratoria y Bienes Personales, la baja interanual real sería del 7,5%. Por otro lado, si al resultado se le descuentan los ingresos por el comercio exterior, fundamentalmente las retenciones a las exportaciones primarias, la caída asciende al 8,8%. Resulta lógico en un año donde la inflación trepará a aproximadamente un 120% y donde la primera mitad del año fue de depresión económica. Sin embargo, no es una tendencia que pueda replicarse durante un ejercicio más. Este 2025, sí o sí, el Gobierno deberá mostrar un resultado impositivo positivo contra el IPC.
En términos de variación interanual real, en el acumulado de los primeros 12 meses, los tributos que mejor performance mostraron fueron Bienes Personales (32%), Internos Coparticipados (16,4%) y Ganancias (10,4%), todas fuentes con alteraciones positiva extraordinarias que no se repetirán este año. Por su parte, los con mayor aumento habrían sido impuesto PAIS (56%), Combustibles (33,8%) y derechos de exportación (31,7%). Tres fuentes con alta presión de reducción para este año.
El resultado anual, según el análisis del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), la presión tributaria efectiva nacional de 2024, entendida como la recaudación nacional en términos del PBI, llegó a 2024 con un nivel del 23% del PBI, lo cual implicaría un incremento de 0,5 puntos porcentuales del PIB respecto a la del año 2023. Si se tiene en cuenta que el resultado general estuvo por debajo de la inflación, un alza en la presión tributaria quiere decir que hubo más impuestos o que los que se cobraron tuvieron un incremento en su alícuota. Se explica la conclusión por la suba del impuesto a las Ganancias, la aplicación del impuesto PAIS durante todo el año con una alícuota superior a la de 2023 y la vigencia plena de las retenciones a las exportaciones. En el cálculo de mayor presión impositiva, está implícito además el impacto de recursos extraordinarios, producto de la ley Bases. Estos ingresos comprenden lo recaudado por blanqueo, moratoria y el anticipo de Bienes Personales (es preciso aclarar que lo recaudado en concepto de anticipo de cinco años es un ingreso que ya no estará más adelante).
Si se restaran estos ingresos, la presión tributaria efectiva del año 2024 equivaldría al 22,5% del PBI, es decir, mantendría el mismo nivel respecto al año 2023. Pero con mayor nivel de Ganancias sobre los trabajadores en relación de dependencia. Contra el PBI, los impuestos con mayor incremento de 2024 fueron el PAIS, con un crecimiento del 0,3% del PBI (impuesto que ya no existe), derechos de exportación (+0,25% del PBI), Combustibles (0,17%) y Seguridad Social (+0,15 por ciento del PBI). El impuesto al cheque, los internos coparticipados y derechos de importación prácticamente no registran variaciones. En el otro extremo se ubican IVA y Bienes Personales, como aquellos tributos que tuvieron la mayor disminución de importancia relativa al PBI.
Para evaluar la proyección para los primeros meses del 2025, hay que analizar los datos de diciembre del 2024. El mes pasado la recaudación tributaria nacional subió un 0,8% real respecto al mismo mes del año pasado. Nuevamente, si se excluyen los ingresos extras por moratoria, y blanqueo, la recaudación total descendería un 1,4%. Si se excluye comercio exterior, crece un 9%. La recaudación que más subió en términos reales es el impuesto a los combustibles con 233%, seguida por Seguridad Social (+26,6%) y Ganancias (+12,2%). En el otro extremo, la recaudación que más habría caído sería la del impuesto PAIS con una baja del 84%, seguida por Bienes Personales (-72%) y derechos de exportación (-34,3%).
Toda esta catarata de números y porcentajes trae varias conclusiones. La primera es que lejos está la variable recaudación de mostrarse sólida. Durante 2024 el resultado contra la inflación fue negativo. Quiere decir que la administración pública nacional recaudó menos que lo que hubiera necesitado para tener ingresos que no se deprecien contra la inflación. Salvando las grandes distancias, el mismo efecto que tuvo el IPC sobre los salarios de las personas y las familias durante el ejercicio 2024. Al final del día, y pese a los aumentos periódicos, tanto los hogares como el Estado nacional, perdieron poder adquisitivo. Pudieron hacer menos. En el caso de la Casa Rosada, un 5,5% menos. Pero si se le descontaran los ingresos extraordinarias que ocurrieron por única vez durante el 2024, la caída hubiera llegado casi al 9%. Así se entiende también el tamaño del ajuste que llevó adelante el gobierno de Javier Milei, donde no solo se aplicó una contracción fiscal para llevar al país de un déficit fiscal del 3% en 2023 a un superávit de 2 puntos del PBI. En total, unos 25 mil millones de dólares de ajuste. Semejante contracción, o a causa de este, la recaudación se vio perjudicada. Y los ingresos públicos también.
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Mucho de esto lo pueden contar las provincias, que junto con los jubilados fueron los que más aportaron a esa caída en el gasto público. Según Iaraf, las transferencias nacionales no automáticas a provincias desde la Administración General durante 2024. Una caída real del 76,0%. En términos de PBI, implica una caída desde el 1% en 2023 al 0,3% en 2024.
En diciembre de 2024 las provincias recibieron $ 340.042 millones (crédito pagado), lo que implica una caída interanual nominal del 34,7% y una caída real del 70%. Si se considera el gasto devengado se observó una caída nominal del 37,4% y una caída real del 71,2%.
Salvo CABA, todas las jurisdicciones tuvieron una caída interanual real en el gasto pagado. Las variaciones en CABA (+318,8%), explicadas por el cumplimiento de la Medida Cautelar CSJN 1864/2022. Por su parte, Neuquén (-30,5%), Mendoza (-70,8%), San Luis (-98,1%), La Rioja (-98,1%) y Misiones (-98,3%). Respecto del gasto devengado real las de mejor desempeño fueron CABA, Entre Ríos y Neuquén. Y las de peor desempeño fueron Formosa, Santa Cruz y La Rioja.
En el total 2024, todas las jurisdicciones tuvieron una caída interanual real en el gasto pagado, salvo CABA. Las mayores variaciones se observaron en CABA (+33,7%), Neuquén (-61,7%) y Santa Cruz (-69,3%). Las de peor desempeño son Formosa (-95,9%), La Pampa (-96,0%) y La Rioja (-98,1%). Respecto al gasto devengado real, las de mejor desempeño fueron CABA, Neuquén y Jujuy. Y las de peor desempeño fueron Formosa, La Pampa y La Rioja.
Resulta interesante cuantificar la caída del peso relativo de los transferencias no automáticas en el PBI. De un 1% del PBI en 2023, se redujeron a 0,3% del PBI en 2024, constituyéndose en el año de menor peso relativo de este tipo de transferencias.
En el acumulado del año, las transferencias automáticas totales alcanzaron los $ 42.133.000 millones, lo que implicaría una caída real interanual del 10%. Por su parte, la coparticipación neta terminaría el año con una baja real del 8,8%, debido a la baja interanual real del 9% de la sumatoria de IVA y Ganancias (estos dos tributos explican el 94% de la masa coparticipable neta).
Los datos del ajuste en las provincias traen escalofríos. No en la Casa Rosada, donde hasta se ven con cierto aire a revancha. En los propios gobernadores, que este año deben enfrentar elecciones locales y nacionales. Y, se sabe, sin disponibilidad de fondos para la campaña, todo se hace mas difícil.