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La singular diplomacia de Milei

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Foro de Davos. Milei, en la villa suiza, en enero. | NA

Hasta donde hemos visto, la política exterior del gobierno de Javier Milei se caracteriza por desconocer e incluso rechazar las posiciones tradicionales de la Argentina en la materia. Aunque ha habido algunos ensayos anteriores, el de Milei es un giro inédito que no reconoce ninguna de las corrientes de la diplomacia local. En palabras de Juan Gabriel Tokatlian, durante una charla esta semana con el periodista Carlos Pagni: “Milei representa el más vasto y profundo intento de la Argentina de reestructurar su política exterior”.

Acaso el ejemplo más claro de esto sea el reconocimiento de hecho de Jerusalén como capital del Estado de Israel mediante la decisión, aún pendiente, de trasladar la embajada argentina a esa ciudad, objeto –no el único– de la histórica controversia con los palestinos. 

El traslado de la embajada fue una de las primeras decisiones tomadas por el Presidente, que además eligió Israel como destino de su primer viaje oficial, en febrero pasado. “Al rey David, en un sueño, el creador le manifiesta que la capital de Israel es Jerusalén”, dijo por entonces Milei en una entrevista con Jaime Bayly. Cinco países tienen hoy su embajada en Jerusalén: los Estados Unidos (la mudó en 2017, durante el gobierno de Donald Trump), Honduras, Guatemala, Papúa Nueva Guinea y Kosovo, región que declaró su independencia de Serbia y que es reconocida como país por un centenar de naciones, entre las que no se cuenta la Argentina. El ingreso de Kosovo a las Naciones Unidas es bloqueado por Rusia y Serbia, tradicionales aliados.

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Milei y sus siete días de conmoción

En la relación de Milei con el exterior se destaca además su intensa agenda de viajes. Milei ha hecho hasta ahora diecinueve visitas al exterior, la mitad de las cuales tuvieron carácter privado, como invitado a conferencias, entrevistas con personalidades que admira o para recibir alguna distinción. El Presidente acaba de desistir de participar de un encuentro en México de la Conferencia Política de Acción Conservadora, agrupación que reúne a distintas expresiones de la extrema derecha global. Sí estuvo en las organizadas en EE.UU., en febrero, y Brasil, en julio. 

Inclinado a un tipo singular de diplomacia, una diplomacia de sí mismo, Milei se ha servido del impacto que provocan el ideario libertario y su extravagante figura en el contexto de un ascenso de las fuerzas de derecha y la restauración conservadora a las que asistimos a nivel global. Ha sido escasa, en cambio, su participación en foros internacionales, no menores: asistió a la cumbre del G7 en Fasano, Italia, invitado, igual que el papa Francisco, por la primera ministra Giorgia Meloni; y a la Conferencia de Paz sobre Ucrania, en Locarno, Suiza, invitado por el presidente Volodimir Zelenski, ambas a mediados de junio. Desistió en cambio de participar de la Cumbre del Mercosur celebrada el mes pasado en Asunción. 

Fuentes del Gobierno confirmaron que Milei asistirá a la 79ª Asamblea General de las Naciones Unidas, el 24 de septiembre próximo. Será la primera participación del Presidente en el foro que se reúne año tras año en el complejo de la 1st. Avenue de Nueva York, a orillas del East River, la monumental obra de los arquitectos Oscar Niemeyer y Le Corbusier. También será la primera vez que Milei se dirija a un auditorio de jefes de Estado y de Gobierno del volumen y magnitud de la Asamblea General, integrada por los 193 estados miembros de la ONU.

Hasta el día de hoy, Milei ha pronunciado 51 discursos desde su asunción el 10 de diciembre de 2023, según un registro de la Casa Rosada. En Nueva York tendrá la oportunidad de comunicar más acabadamente cuáles son las prioridades en política exterior de la Argentina que gobierna y a qué diseño de mundo aspira. ¿Quién está trabajando sobre el contenido de ese texto? “Lo escribe él”, responde una fuente de la Secretaría General de la Presidencia, que está a cargo del viaje. 

Milei se percibe como uno de los constructores de un nuevo orden global. “Fenómeno barrial”, suele decir con sarcasmo en X, su red favorita. La primera muestra de esa ambición se conoció en enero en Davos, durante su mensaje ante el Foro Económico Mundial que se reúne todos los años en esa villa de los Alpes suizos. En un discurso abigarrado, se ofreció como defensor de un Occidente en crisis, asediado por las regulaciones y bajo la amenaza del socialismo. Por disparatada y audaz que pareciera esta afirmación, Milei ganó espacio en la prensa internacional, despertó adhesiones fanáticas y logró hacerse un lugar en las vanguardias, más que liberales, conservadoras del mundo.

No dejó, con todo, una buena impresión entre los asistentes, como recogieron las crónicas. “Sin experiencia internacional previa, Milei, algo dubitativamente, leyó un discurso ideológico abstracto, sin abordar ninguno de los desafíos del mundo actual, ni sobre la economía, la política internacional o la gobernanza global”, escribió entonces en El Grand Continent Pablo Stefanoni, autor del libro anticipatorio ¿La rebeldía se volvió de derecha?

Milei se verá obligado esta vez a ir a las cosas. Los discursos de los presidentes argentinos ante el pleno de las Naciones Unidas suelen recorrer una agenda prevista. La reivindicación de los derechos argentinos sobre las Islas Malvinas es prioritaria. En las últimas dos décadas, también lo ha sido el reclamo al gobierno de Irán para que colabore con la investigación en la Justicia argentina del atentado contra la AMIA de 1994, que dejó 85 muertos. Ese reclamo se vio solapado en 2013, durante el gobierno de Cristina Kirchner, tras la firma del llamado Memorándum de Entendimiento con Teherán que proponía la creación de una comisión, integrada, entre otros, por juristas iraníes, para esclarecer el atentado.

En un fallo histórico, la Cámara de Casación revocó en abril pasado el sobreseimiento de la expresidenta en la causa que se le siguió por encubrimiento, que sucedió al expediente iniciado por el fallecido fiscal Alberto Nisman, y declaró a Irán “Estado terrorista”, autor de un delito de lesa humanidad, imprescriptible y pasible de ser juzgado por cualquier tribunal en el mundo. También concluyó que tanto el atentado contra la AMIA como el ataque a la Embajada de Israel de 1992 (22 muertos) fueron ejecutados por la milicia libanesa Hezbollah. La Corte Suprema tiene que decidir finalmente si la expresidenta debe ser juzgada.El mes pasado, los ministros de Seguridad, Patricia Bullrich, y Justicia, Mariano Cúneo Libarona, presentaron el proyecto de ley de juicio en ausencia, que busca juzgar a los iraníes y libaneses prófugos en la causa por el atentado. Una iniciativa considerada por algunos juristas como inconstitucional y falta de garantías. Es en este punto donde seguramente hará hincapié Milei ante la ONU. El discurso del presidente argentino suele tener la réplica en el mismo plenario del presidente iraní. El moderado reformista Masud Pezeshkian ganó las elecciones el mes pasado en Irán. Es una incógnita con qué respuesta se encontrará Milei.

Alineada con Israel y los EE.UU., la Argentina de Milei acaba de romper una tradición diplomática cuando rechazó, en julio, declarar a Palestina como miembro pleno de las Naciones Unidas. También caracterizó recientemente a Hamas como “agrupación terrorista”. En muchos de sus organismos, la ONU ha hecho severas críticas a la ofensiva israelí en Gaza en respuesta al ataque de Hamas del 7 de octubre pasado: el Consejo de Derechos Humanos aseguró en una resolución que Israel también viola el derecho internacional en Cisjordania ocupada.

El clima está enrarecido en la organización: tras la aprobación de una ampliación de los derechos palestinos, el embajador de Israel acusó a la ONU de destruir la carta de las Naciones Unidas y, dirigiéndose a la Asamblea General, destrozó una copia con una pequeña trituradora de mano.

Milei se verá envuelto en una atmósfera en la que se mezclan también las recientes elecciones en Venezuela, la errática evolución de la guerra en Ucrania, los objetivos de la agenda 2030 de Desarrollo Sostenible ("agenda socialista", en la mirada del Presidente)  y las próximas elecciones en EE.UU., que enfrentarán a la vicepresidenta Kamala Harris con el expresidente Donald Trump.

En esta crónica no se mencionó en ningún momento a la canciller Diana Mondino. No es casualidad.