Una rockstar. Así se define en Washington a Gita Gopinath, la número dos del Fondo Monetario Internacional (FMI) y la integrante del staff técnico que más lejos llegó en la estructura del organismo financiero en toda su historia. De origen indio y nacionalidad norteamericana, es verdaderamente la mano derecha de Kristalina Georgieva y la persona que sirve de puente entre el mundo político del Fondo (la directora gerenta y el board, donde mandan las acciones de los países miembros) y los hombres y mujeres de carrera que trabajan en la diaria del FMI. Son los que concretan los acuerdos, siguen las revisiones periódicas y manejan los estudios e informes sobre cada Estado presente en el Fondo, tengan o no acuerdos vigentes.
Gopinath se convirtió en los últimos años en una especialista en la realidad económica, financiera y política de la Argentina. Desde que el país se convirtió en un problema serio para el Fondo por su nivel de deuda y las dos caídas consecutivas del stand by firmado por Mauricio Macri en 2018 y que hoy tendrá una reversión en un nuevo facilidades extendidas a punto de presentarse en sociedad. Sucede que, desde 2020 a 2025, el manejo político del Fondo y el del staff técnico no se ponen de acuerdo sobre lo que hay que hacer con el país. Para los primeros, según las épocas, se va desde que hay que bajarle el pulgar a un país que no sabe comportarse hasta la necesidad política de tenderle una nueva oportunidad. Incluyendo con más dinero en cuenta. Por su parte, el staff técnico, según el director gerente para el hemisferio occidental, hoy manejado por Rodrigo Valdés, corrido desde junio del año pasado del caso argentino, muestra siempre más templanza con el tratamiento al país. Pero como tiene acceso a los números reales de la Argentina, es más prudente en los tiempos en donde desde la dirección de Georgieva y el board manejado preferentemente por las acciones de los Estados Unidos se presiona por un nuevo acuerdo. Aunque sea por más plata. En ese punto, y sabiendo que en cada fracaso con un tratado con el país los que son responsabilizados y eventualmente echados son los que negociaron las condiciones de esos acuerdos (esto es, los técnicos del Departamento del Hemisferio Occidental), los hombres y mujeres que manejan el caso argentino imponen la prudencia. Y traban la firma del acuerdo final. Es precisamente lo que sucede en estas horas en que, desde la oficina de Georgieva y el board, se presiona por la firma del nuevo facilidades extendidas. Pero el staff técnico impone trabas por la política cambiaria del Gobierno.
En este punto es donde Gopinath talla su autoridad. Impone su presencia y hace notar que es el puente exacto entre el ala política del FMI y el cuerpo técnico del organismo.
Y en concreto, se convierte en la persona que destrabó los capítulos fundamentales del tratado que está por anunciarse y firmarse. Y quien termina habilitando a Luis “Toto” Caputo a que el tratamiento del facilidades extendidas se haga por DNU y no por ley.
La reunión de Washington del 28 de febrero pasado entre Gopinath y Caputo asfaltó el puente final entre el ala política del FMI y el staff técnico. Se sabrán en pocos días las condiciones que tuvo que aceptar el ministro de Economía para que se concretara esta resolución. Lo que ya sí se sabe es que fue Gopinath quien cerró la negociación a dos bandas. Dentro del FMI, y con Argentina. Si el acuerdo tiene éxito en el tiempo, dentro del FMI será Giponath quien lo facture.
Lo importante para tener en cuenta es que este avance de la indonorteamericana tiene todo el apoyo de su única jefa: Georgieva. Fue la búlgara quien la promocionó para el alto cargo de ser la número dos del organismo, un lugar reservado, según la tradición, para algún delegado político del presidente de los Estados Unidos ya que, así como la tradición marca que el número uno del FMI debe ser europeo o asiático, el número dos tiene que provenir de los Estados Unidos. Con Gopinath fue la primera vez que la tradición se rompió. Y que, si bien se respetó el hecho de ser norteamericana, no provino de la Casa Blanca sino del staff del FMI. Esto le dio más vuelo a su cargo dentro del mismo organismo. Y le otorgó además lo más importante en este tipo de reparticiones de alto vuelo internacional: poder.
Kristalina Georgieva avala el poder de Gita Gopinath luego de que en 2021 la apoyó cuando había una corriente internacional importante para desplazarla de la dirección máxima del organismo multilateral, por alguna que otra sospecha relacionada con su actividad anterior en el Banco Mundial. Georgieva la hizo crecer dentro del Fondo luego de haber forjado una gran confianza, y a partir de ahí la apañó como la propietaria del poder técnico real dentro del organismo.
De hecho, dicen que, una vez que culmine su trabajo en el FMI, tiene destino político asegurado. Posiblemente en algún futuro gobierno demócrata; a partir, otra vez, de una muy buena relación con otra mujer veterana de las batallas económicas y financieras internacionales: Janet Yellen. Se cuenta que la expresidenta de la Reserva Federal y exsecretaria del Tesoro norteamericano del gobierno de Joe Biden la conoce muy de cerca y la apadrinaría en los próximos ascensos en la vida política de los Estados Unidos.
Mientras tanto, y como número dos del FMI, es una de las personas que más conocen la realidad económica de la Argentina. Desde octubre de 2021, cuando el entonces director gerente para el Hemisferio Occidental del organismo, Ilan Goldfajn, comenzó su carrera hacia la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), Gita Gopinath tomó bajo su responsabilidad el caso argentino y fue la principal referente política y económica del acuerdo negociado y cerrado por Martín Guzmán en marzo de 2022. También fue clave en la renegociación del acuerdo de facilidades extendidas firmado en junio de 2023 por Sergio Massa y vuelto a discutir en septiembre de ese año, y quien terminó de dar el visto bueno para rubricar la nueva versión del acuerdo en enero pasado.
Fue además quien, en este primer acuerdo con el gobierno de Javier Milei, le impuso obligatoriamente al libertario que tuviera en cuenta, en su feroz ajuste fiscal programado y en plena ejecución, los costos de las medidas de restricciones para los sectores más vulnerables. Es decir, fue Gopinath quien obligó a Milei y al ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, a que los jubilados de menores ingresos no perdieran poder adquisitivo este año ni se suprimieran los planes sociales vigentes.
El poder efectivo de Gopinath en el FMI y sobre el caso argentino viene confirmándose desde octubre de 2022, cuando tomó a su cargo las decisiones más complejas de la realidad del país e intervino directamente para que las discusiones de entonces se destrabaran. En aquellos tiempos complejos del gobierno de Alberto Fernández se notó que el poder de fuego que tiene ante el board es directo y efectivo; y que, si bien es una negociadora dura y poco amiga de las dilaciones, cuando define una discusión esta termina ejecutándose sin mayores retrasos.
Fue el caso de la creación de una partida fiscal extra para poder atender al sector de argentinos más afectados por la crisis, y que derivó en el bono de $ 45 mil para los sectores más desprotegidos, que adoptó el nombre de Refuerzo Alimentario para Adultos sin ingresos. El plan había sido hablado directamente entre Massa y Gopinath durante las sesiones negociadoras de la primera semana de octubre en la Asamblea Conjunta del FMI y el Banco Mundial de Washington.
Allí, la número dos del organismo le dejó en claro al entonces ministro argentino qué es lo que Argentina podía hacer y qué no, para que el acuerdo aprobado por el board el 25 de marzo de 2022 continuase vigente. La funcionaria aclaró que podrían implementarse partidas para paliar situaciones de pobreza, siempre que hubiera financiamiento genuino y que se ejecutara con responsabilidad y las restricciones suficientes como para que la ayuda fuera adonde se prometía.
Gopinath fue quien acordó con Massa una partida fiscal extra para poder atender a los argentinos más afectados por la crisis.
La presencia de Gopinath como fiscalizadora del caso argentino puede ser una buena noticia para el país. Se considera que la economista es más técnica y profunda, pero menos permisible a las presiones geopolíticas internacionales que sus antecesores Geoffrey William Seiji Okamoto y David Lipton. El primero, republicano, uno de los que más trabaron la aceleración del facilidades extendidas en momentos claves de 2021. Al segundo, demócrata, se lo considera en Buenos Aires (quizá como error) como uno de los responsables del cierre del acuerdo stand by en los tiempos del gobierno de Mauricio Macri y (aquí con razón) uno de los que más ajuste reclamaba a la Argentina.